VIOLENCIA, MALDITA VIOLENCIA

No concluye la discusión sobre el acuerdo de paz con las FARC firmado el pasado 26 de septiembre en la ciudad de Cartagena. El pacto ha sido el tema principal de la agenda de los políticos, académicos, empresarios y medios de comunicación. Un bando por el sí y otro por el no entran a definir el resultado del plebiscito convocado para el próximo domingo 2 de octubre.

El texto del acuerdo es largo y dispendioso, lo cual ha contribuido para que apenas una minoría de la sociedad colombiana lo haya podido leer, siendo los temas más controvertidos los que se refieren a la aplicación de la justicia, la reparación a las víctimas y la participación política de los miembros de la guerrilla. Los del sí, lo seguirán defendiendo porque es la hora de parar el pánico y el dolor, y los del no, desaprobándolo bajo el convencimiento de que es sujeto de modificación.

Casi todos los nacionales hemos sido víctimas del conflicto interno provocado por las guerrillas, los parapolíticos, los narcopolíticos y la delincuencia común. Las madres, padres, niños y jóvenes lo han sentido de alguna manera, ya sean como víctimas directas o indirectas del conflicto violento de los últimos cincuenta años. Es la hora de acabarlo: ¡basta ya y nunca más!

Hemos sido sacrificados y torturados por la maldita violencia que empobreció a los pobres campesinos y a la clase trabajadora que habitan los territorios de la nación y como derivado, agotando pos recursos s pùcia, porqubros o cabeza al otr, ni tanques de gass ir en sus cunas sonriendo de amor/Violencia, porqulos recursos públicos, en detrimento de la satisfacción de imnumerables necesidades a cargo del Estado, en materia de educación, salud, vivienda, infraestructura vial y crédito. Sobre esto estamos bien informados.

La paz con las FARC es apenas el comienzo de un largo camino por recorrer. Hoy tendremos que cantar y repetir la letra de la cumbia de José Barros, la cual expresa el terror de la guerra que empobreció a millares de nuestros compatriotas.

“Oigo el llanto que atraviesa el espacio para llegar a Dios/Es el llanto de los niños que sufren y lloran de terror/Es el llanto de las madres que tiemblan con desesperación/Es el llanto, es el llanto de Dios/Violencia, maldita violencia, porqué te empeñas en teñir de sangre la tierra de Dios/Porqué no dejas que en el campo nazca nueva floración/Violencia, porqué no permites que reine la paz/Que reine el amor, que puedan los niños dormir en sus cunas sonriendo de amor/Violencia, porqué no permites que reine la paz/No más guerra, no más violencia.

POSDATA: Recordando al filósofo romano Marco Tulio Cicerón, repetimos: “Las leyes guardan silencio cuando suenan las armas.”

TE DESTACAMOS: Votaré por el SÍ. No quiero ver más víctimas en escenas horrendas: bajo el arma poderosa de un tanque de gas, ni observar secuestrados encerrados como vil animales, ni saber de las motosierras cortando cabezas, ni entender porqué se jugó futbol con los miembros humanos de los sacrificados. ¡Nunca más: tanta masacres y crueldad!

(30-09-16)


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