A pesar de que el gobierno nacional creó incentivos para reactivar la economía mediante la compra de vivienda, de automóviles y electrodomésticos, los recursos destinados a la inversión pública para el año 2009 y previstos para apalancar el consumo, siguen depositados en la tesorería oficial sin la aplicación correspondiente. El Dane ha expresado que el gobierno nacional no ha contribuido al empleo como se esperaba, porque el número de personas a su servicio se ha reducido en 7.9% en el último trimestre del año. O sea, que el arsenal gubernamental está estancado.
Es motivo suficiente para que el gobierno reaccione y cambie el rumbo de sus decisiones, acelerando la inyección de plata a la economía a través de la inversión pública, sin tanto temor a la inflación, que por lo visto, está controlada de acuerdo al resultado del primer semestre del año. Es más provechoso cuidar el empleo que genera ingresos y bienestar, contribuye a la producción, al consumo y a la generación de nuevos empleos, que ser asiduo fanático del control inflacionario. Nada consigue un país con una baja tasa de inflación, si hay gran cantidad de personas desempleadas muriéndose de hambre, cuando está comprobado que el hambre es terreno abonado para la ociosidad, la desintegración familiar y la violencia.
Tanto los gobernantes como los empresarios particulares tienen la responsabilidad social de invertir, aumentar los puestos de trabajo y olvidarse de despedir trabajadores. Los bancos, que fueron los mejores librados de la crisis, también están obligados a contribuir al crecimiento. Sus directivas no pueden estar ausentes de lo que está pasando a su alrededor. Nos hablan enfáticamente de la necesidad de bancarización, pero las decisiones que toman no van en la misma dirección. Hoy, hacer parte de los servicios bancarios, es cuestión de costo de dinero para la economía doméstica. Se sabe que las instituciones financieras cobran todos los servicios que prestan, asunto sobre el cual se queja el público reiteradamente. Esto no es un invento de los medios de comunicación, como lo afirmó recientemente el presidente del Bancolombia, es la pura verdad.
A pesar de la continua baja de la tasa de intervención del Banco de la República, la reducción de las tasas de interés por parte de los bancos todavía no es suficiente como para atraer a la gente a las ventanillas. Es menester, que se abran más al público; a pesar de los problemas de cartera existentes, el negocio es rentable y sus utilidades suben por ascensor. Es la hora, de que los bancos que se quejan tanto de los altos riesgos que tiene la devolución de la plata que prestan, piensen en tasas de interés diferenciales. Por ejemplo, para los préstamos de consumo y tarjetas de crédito, los usuarios con una buena historia crediticia deberían tener acceso a una tasa de interés más baja. La idea es estimular al buen pagador y abrir las puertas a otras personas que a esta hora están alejadas de la banca.
El informe del Banco de la República al Congreso que acaba de conocerse, registra, que si bien es prematuro hablar de recuperación, el resultado del primer trimestre del año sugiere que lo peor de la crisis ya pasó, puesto que la caída del PIB del primer trimestre del presente año fue inferior a la del cuarto trimestre de 2008. Este nuevo panorama señalado por el emisor, es una manera de crear un marco de confianza para la inversión privada y obligarnos a olvidar la incertidumbre que nos habían engendrado algunos ministros de gobierno. Por lo menos, el pensamiento económico interno ha evolucionado sustancialmente lo que fortalece la esperanza de salir pronto de la crisis.
Es motivo suficiente para que el gobierno reaccione y cambie el rumbo de sus decisiones, acelerando la inyección de plata a la economía a través de la inversión pública, sin tanto temor a la inflación, que por lo visto, está controlada de acuerdo al resultado del primer semestre del año. Es más provechoso cuidar el empleo que genera ingresos y bienestar, contribuye a la producción, al consumo y a la generación de nuevos empleos, que ser asiduo fanático del control inflacionario. Nada consigue un país con una baja tasa de inflación, si hay gran cantidad de personas desempleadas muriéndose de hambre, cuando está comprobado que el hambre es terreno abonado para la ociosidad, la desintegración familiar y la violencia.
Tanto los gobernantes como los empresarios particulares tienen la responsabilidad social de invertir, aumentar los puestos de trabajo y olvidarse de despedir trabajadores. Los bancos, que fueron los mejores librados de la crisis, también están obligados a contribuir al crecimiento. Sus directivas no pueden estar ausentes de lo que está pasando a su alrededor. Nos hablan enfáticamente de la necesidad de bancarización, pero las decisiones que toman no van en la misma dirección. Hoy, hacer parte de los servicios bancarios, es cuestión de costo de dinero para la economía doméstica. Se sabe que las instituciones financieras cobran todos los servicios que prestan, asunto sobre el cual se queja el público reiteradamente. Esto no es un invento de los medios de comunicación, como lo afirmó recientemente el presidente del Bancolombia, es la pura verdad.
A pesar de la continua baja de la tasa de intervención del Banco de la República, la reducción de las tasas de interés por parte de los bancos todavía no es suficiente como para atraer a la gente a las ventanillas. Es menester, que se abran más al público; a pesar de los problemas de cartera existentes, el negocio es rentable y sus utilidades suben por ascensor. Es la hora, de que los bancos que se quejan tanto de los altos riesgos que tiene la devolución de la plata que prestan, piensen en tasas de interés diferenciales. Por ejemplo, para los préstamos de consumo y tarjetas de crédito, los usuarios con una buena historia crediticia deberían tener acceso a una tasa de interés más baja. La idea es estimular al buen pagador y abrir las puertas a otras personas que a esta hora están alejadas de la banca.
El informe del Banco de la República al Congreso que acaba de conocerse, registra, que si bien es prematuro hablar de recuperación, el resultado del primer trimestre del año sugiere que lo peor de la crisis ya pasó, puesto que la caída del PIB del primer trimestre del presente año fue inferior a la del cuarto trimestre de 2008. Este nuevo panorama señalado por el emisor, es una manera de crear un marco de confianza para la inversión privada y obligarnos a olvidar la incertidumbre que nos habían engendrado algunos ministros de gobierno. Por lo menos, el pensamiento económico interno ha evolucionado sustancialmente lo que fortalece la esperanza de salir pronto de la crisis.
POSDATA: Del profesor norteamericano Ravi Batra: “La solución no consiste en parches a corto plazo, sino en reformas fundamentales, que vayan a la raíz de nuestros males económicos”