ALARIDO DEL PRESIDENTE CHÁVEZ

Siempre en los barrios populares no falta la comadre provocadora, insolente y caprichosa que todo le molesta. Si la gallina de la vecina se pasa a su patio, arma el problema y si le cae al andén las hojas del árbol, también forma bochinche. Por la noche no deja de asomarse por la rendija de la ventana para observar los pormenores de la vecindad. Es una persona que no cabe con nadie ni en ningún sitio y es la misma despreciada a donde vaya. Este sujeto tiene un parecido coincidente con el presidente Hugo Chávez, cuyo discurso no cuadra en ninguna parte a no ser en aquel lugar donde pueda mandar a cambio de subsidio.

Cuando los gobiernos o las personas no se prestan a sus querencias, Chávez saca la locuacidad para amenazar, retar y ofender a los demás, mediante la utilización de excesivos adjetivos rústicos y de mal gusto. La braveza televisiva se convierte en vulgaridad. Las naciones no se hacen grandes como tampoco se defienden con gritos presidenciales. El alarido es del pasado y el prosaísmo es la característica del tercermundismo atrapado por la pobreza intelectual y la chabacanería de los dirigentes. Las relaciones entre países se construyen a través de la diplomacia y la cortesía. Nunca a empujones. Lo contrario ha hecho el mandatario venezolano. Hay que reconocer que el gobierno de Colombia ha sido tolerante frente al mal trato recibido del jefe vecino.

No hay un acontecimiento que Chávez no convierta en pelotera y berrinche amenazador. Es un hidrófobo por excelencia, por lo menos, así se desprende de sus intervenciones. La escena es recurrente. Sea como sea, siempre aprovecha la ocasión para expresar su irritabilidad incontenible y pendenciera que molesta a las mayorías oyentes. Es posible que su detestable comportamiento obedezca a una amargura interna del pasado que perturba su tranquilidad, llevándolo a un estado de alucinación permanente. Sin duda, el presidente Chávez ha acrecentado el patriotismo entre los colombianos. Ha creado un nacionalismo incalculable, por lo que la gente viene rodeando al gobierno y al Presidente para rechazar sus frecuentes arremetidas.

Mientras el presidente Chávez, firma pomposamente convenios para armarse hasta los dientes y gasta millones de dólares en sofisticados armamentos, le molesta que Colombia se defienda de sus enemigos internos infestados de delito y narcotráfico, como son la FARC, el ELN y los Narcos. Chávez, debe entender que su territorio tiene límites y que no debe inmiscuirse en la determinación que cada país tome para bien de sus ciudadanos y de su seguridad interior. El convenio con Estados Unidos no es nuevo, lo tuvo Ecuador por diez años y los oponentes de hoy no dijeron ni mú.

Colombia tiene más de un enemigo, se encuentran las comadres del sur y del norte que no descansan de nutrirse del mensaje chavista, obedecen fielmente cuando la garrocha suprema de Chávez entra en acción y penetra la epidermis de sus respectivos sistemas políticos frágiles a cambio del obsequio de los recursos naturales de propiedad del pueblo venezolano. Lo que no sabe el presidente Chávez es, si su ejército obedecerá los caprichos amenazantes para llevar al país a la guerra. ¡De seguro, que no! Es preferible, que deseche su empeño de destruir la hermandad que existe desde el descubrimiento de América entre el pueblo de Colombia y el de Venezuela.

POSDATA: Obligatoriamente, los colombianos tendremos que repetir las palabras del presidente del Perú Alan García: "Aquel que quiera agredir a nuestra patria tendrá una terrible sorpresa".

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