Hace menos de doscientos años estábamos en la época de la denominada patria boba que reinó entre los años 1810 y 1816. Periodo muerto para el logro de la emancipación. Fue la expresión de una situación de debilitamiento protagonizada por los mismos líderes criollos que estaban divididos entre centralistas y federalistas. Hay que recordar, que al grito de independencia del 20 de julio de 1810, le precedieron varios movimientos insurgentes encaminados a la liberación de la Nueva Granada. El principal, la revolución de los comuneros, que concluyó con el sacrificio de sus dirigentes. Se reconoce, que éstos y otros alzamientos, llevados a cabo por los nativos con el mismo propósito tuvieron como inspiración un anhelo de libertad.
De modo, que el acontecimiento de 1810, sirvió para levantar el espíritu independista, convirtiéndose la sublevación, en la semilla de la actividad política de la época. La fecha del 20 de julio de 1810, que fue celebrada el fin de semana pasado en todo el territorio nacional, llenó de colorido el espacio geográfico de muchos municipios y los eventos musicales que vimos (no apropiados) nos recuerdan los sucesos de hace ciento noventa y nueve años. Entonces, ese 20 de julio que festejamos, fue el punto de partida de la posterior independencia definitiva de nuestro territorio.
En la lucha por la libertad, la grandeza de nuestros hombres fue el distintivo de la rebelión. Habrá que recordar que en 1813, Antonio Nariño en el sur, había sido derrotado, pero en un acto de dignidad y valor civil, respondió a sus enemigos que pedían su cabeza: “¿Queréis al general Nariño? ¡Aquí lo tenéis! Bolívar, por la misma época, en el norte, había ganado a Venezuela en donde recibió el título de Libertador. Con esa victoria, Bolívar demostró a los granadinos su temple, característico del guerrero que se necesitaba para dominar a los españoles y a los enemigos de la independencia.
El impulso de los gestores se vio interrumpido con la reconquista peninsular a cargo del jefe monárquico Pablo Morillo, que con un gran ejército y su llegada a Cartagena y luego a Bogotá, pretendió suspender el proceso revolucionario que se venía gestando. La situación fue complicada entre 1815 y 1819. Camilo Torres, sin fuerzas para contener el ejército invasor, Nariño preso por orden de España, Bolívar ausente y Santander imposibilitado para contrarrestar el avance peninsular. A pesar de los fusilamientos de los principales próceres en todo el territorio granadino y la represión, el proyecto de la corona a cargo de Morillo no alcanzó el objetivo que se había propuesto, aunque dejó al territorio desprovisto de muchas mentes inteligentes.
En tanto, Bolívar se preparaba para la conquista de la Nueva Granada y la emancipación de otras regiones americanas. Santander se libró del fusil de Morillo porque se refugió en los Llanos Orientales con un grupo de fuerzas patriotas. En esa empresa no hay que olvidar a Anzoátegui, a Soublette, a Rondón y a Páez. El Libertador inició la marcha el 27 de mayo de 1819 desde Mantecal en Venezuela y el 12 de junio siguiente sus tropas se encontraron con las granadinas de Santander en Tame. El triunfo del ejército patriota en la batalla del Pantano de Vargas el 25 de julio de 1819, la toma de Tunja y luego la derrota realista en el Puente de Boyacá el 7 de agosto del mismo año, fueron suficientes para la victoria sobre los españoles. Así, que el año entrante, el día 20 de julio estaremos festejando los doscientos años del grito de independencia, el 7 de agosto de 2019 el bicentenario de la soberanía definitiva y en el mismo año la creación de la República de Colombia.
POSDATA: La grandeza de Bolívar: “Yo deseo más que otro alguno ver formularse en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria”