Comienza la función del
circo electoral: la comedia. Muchos candidatos a la presidencia de la república
están a la vista, y algunos, por sus antecedentes, desde ya nacen vetados por
una opinión pública que los quiere ver en otro lugar. Los colombianos están
cansados de oír siempre lo mismo de los candidatos que no han modificado el
estilo pernicioso del tradicionalismo político.
Los presidenciales hacen
promesas y promesas, que luego resultan mentiras y mentiras, con la complicidad
de los partidos que los promueven. Al pueblo lo engañan abiertamente
contraviniendo el decoro y la decencia humana. Y la multitud engañada por los
promeseros entra a engrosar el ejército de los abstencionistas o sin partidos,
que son los mismos “indignados”, que protestan por la mala situación social, los
incumplimientos de los programas y la ineptitud oficial.
Hemos sido capaces de
movernos contra ciertos comportamientos violentos adversos a las buenas
costumbres, pero nos encerramos en el hogares para nunca más volver a las
plazas a protestar contra los abusos de las autoridades y la violencia contra
los niños, niñas, los ancianos y las personas más vulnerables de la sociedad.
La gran mayoría de
colombianos prefieren la paz a la violencia, la violencia cruel que a muchos
compatriotas los tiene en la miseria, en el desplazamiento, en el desempleo y
en la pobreza extrema. En la próxima contienda electoral tenemos que unirmos a una
persona que defienda los valores fundamentales, como la honestidad, el cuidado
de los dineros públicos y el amor por la nación. Y si elegimos mal, otra vez
nos alejamos más de la posibilidad de reconstruir un país en verdadera paz.
En Colombia falta un
verraco que se postule a candidato presidencial y se enfrente a los corruptos:
a esos que andan sueltos y se roban la plata de los impuestos y de las regalías
y además, tenga el valor de denunciarlos en las plazas públicas para que el
electorado se entere. Mientras no salga ese gallo, seguiremos sometidos a
reformas tributarias y más impuestos, a merced de la voluntad de los ladrones,
de ministros de hacienda de turno y de comisiones de ex burócratas.
La violencia se inicia
cuando los políticos y sus compinches roban el dinero público a través de las
licitaciones amañadas. Los últimos dos gobiernos, cada uno de 8 años, no
pudieron reformar la justicia, porque los magistrados de las cortes la
sabotearon. Aquí faltó la voluntad política de parte del gobierno y del
congreso para defenderla de los enemigos quieren que todo siga igual para
seguir comiendo el botín burocrático y la torta presupuestal.
POSDATA: Tapen-tapen, resultó ser el
mecanismo que están utilizando los órganos de control para cerrar los grandes
escándalos de corrupción. Vencimientos de términos, es el otro cuento que se
puso de moda entre los jueces de la república. El pícaro en vez de ir a la cárcel, tranquilamente lo mandan para la casa.
(20-01-17)