EL DERECHO VIOLADO

El más preciado pilar democrático es el acatamiento a los derechos humanos. En línea recta son un soporte de la democracia. Provienen de principios universales cuando emanan de las convenciones internacionales que los Estados suscriben como derechos humanos legales. Quienes se comprometen son los Estados. Son responsables del respeto y del deber de hacerlos respetar por todos. Hay también derechos humanos morales, como el deber que tienen los gobernantes de gobernar de acuerdo al interés de los gobernados, igualmente de obligatorio cumplimiento. Estos no están escritos en ningún estatuto legal, pero existen.
Los derechos humanos son facultades que el derecho y aquellas situaciones derivadas de la existencia del ser humano le atribuye a las personas y a los grupos sociales, expresión de sus necesidades en lo referente a la protección de la vida, la libertad, la igualdad, la participación política o social, o a cualquier otro aspecto fundamental que afecte el desarrollo integral de las personas en una comunidad de hombre libres y democráticos. Por lo tanto, exigen el respeto a la actuación de los demás hombres, de los grupos sociales y del Estado. Pero lo más importante es que demanda la garantía de los poderes públicos para su prestación y para restablecer su ejercicio en caso de su violación. El funcionamiento eficiente del Estado hace parte de la democracia y el ejercicio democrático supone el respecto a los derechos humanos. Por eso el Estado tiene sus propios controles para que al acceso a los derechos humanos se garantice a todas las personas. Si esos controles fallan, los derechos se vulneran y su materialización cae al vacío.
Un derecho humano supone una cadena de hechos que deben darse para que el derecho determinado sea efectivo. Por ejemplo, el ejercicio del derecho a la vida, consagrado en la legislación internacional y en nuestra Carta Política, será posible si la autoridad lo garantiza y la administración de justicia a cargo de magistrados, jueces y fiscales se ejerce con imparcialidad y prontitud. Incluso que esos administradores hayan sido seleccionados de la crema social, no tengan tachaduras como tampoco antecedentes que hagan dudar su calificación. E igualmente, que el concurso que los seleccionó se haya realizado abierto al público, excepto de preferencias personalistas y blindado a toda influencia política. En síntesis, conformar un cuerpo de justicia “por los mejores“.
El derecho a la vida, además de prevenir la muerte violenta, comprende otros derechos como la libertad política, el acceso a los bienes de subsistencia, a la salud, a la educación, etcétera. En materia de derechos humanos, lo que realmente importa es el acceso seguro y oportuno al objeto del derecho. Suele ocurrir que los textos de las convenciones internacionales, en materia de derechos humanos, se acogen con entusiasmo y se incluyen en las constituciones, modelan para el mundo por ser materia de legislación, pero luego se desconocen por el mismo Estado. Preciso es que las normas contenidas en las constituciones y en las leyes sean efectivas y no se queden en escrituras ignoradas por las instituciones del país.
El Estado tiene la obligación de socializar internamente los derechos humanos para que nadie sea excluido de sus beneficios. Es un paradigma, que las propias instituciones del Estado se encargan, por omisión de sus deberes, de restringir la información pertinente sobre derechos humanos, afectando esta situación principalmente a los humildes que a pesar de contar con los canales jurídicos no tienen la capacidad suficiente para reclamarlos. La política pública pertinente tiene que tener su propia dinámica para que los poderes legislativo, judicial, ejecutivo y de control cuenten con las instituciones sociales necesarias a fin de que todas las personas tengan acceso seguro a los derechos humanos. La negación a su goce contribuye a fomentar la miseria humana. Mal informados aquellos que piensan que los derechos humanos son cuestión de pura teoría.
POSDATA: Parecido a lo que piensa Thomas W. Pogge de la Universidad de Columbia: “Construir una república mientras siguen muriendo personas violentamente es algo, como mínimo, dudoso.”

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