El 16 de octubre se celebró el día mundial de la alimentación, el 17 del mismo mes el internacional para la erradicación de la pobreza, y el 24 de octubre el de las Naciones Unidas y mundial de la información sobre el desarrollo. Las cuatro celebraciones han sido fijadas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), con el fin de mantener la vigencia de la relación que existe entre el bienestar de la humanidad y la necesidad permanente de formular y ejecutar desarrollo. A través de los instrumentos dictados por este ente, se benefician sus países miembros, especialmente aquellos que tienen una población que padece pobreza y hambre. Son estas naciones, las mismas que necesitan de los instrumentos del desarrollo económico y humano como determinantes para apalancar los recursos necesarios orientados a la erradicación de la miseria.
La celebración de ciertos acontecimientos, como los enumerados, pretende recordar la conquista humana en busca de las oportunidades, la distribución de la riqueza y el acceso al consumo, como signos de equidad. La fortaleza de esas cuatro fechas señaladas surge el 24 de octubre de 1945 con la creación y finalidad de la ONU, como organización del sistema internacional de naciones. Cada uno de esos momentos nos trae el recuerdo de la construcción de la sociedad mundial y de sus instrumentos de relaciones sociales, políticas y económicas de los pueblos. Los derechos humanos ocupan la prioridad en la finalidad de la ONU, y la persona, se destaca como beneficiaria directa de esos derechos.
La ONU es la encargada del mantenimiento de la paz y la seguridad internacional, de la cooperación para resolver conflictos entre sus miembros, de la defensa y promoción de los derechos humanos y del adelanto del desarrollo económico y social. Un lugar prioritario de su objeto es la arquitectura, promoción y respeto a los derechos humanos en sus distintas categorías. De primera generación, están el derecho a la vida, a la libertad, a la igualdad y a la propiedad; de segunda, los derechos políticos; de tercera, los derechos económicos, sociales y culturales; y, de cuarta, el derecho al desarrollo, al medio ambiente, a la calidad de vida, a la paz, a la familia, y a la procreación, entre otros. De la prevalencia que tiene la condición humana en el sentido de la organización, se desgranan muchos más beneficios en pro de la gente.
La ONU, a pesar de tener muchos defectos y por este motivo sus acciones son objeto de crítica pública frecuente, también tiene su fortaleza al mantener la cohesión entre las naciones miembros, lo cual permite que sus decisiones sean obedecidas y adoptadas en la legislación interna de cada país. Cierto es que como entidad internacional, conserva su representatividad y respetabilidad mundial a través de sus órganos y programas. Nadie puede dudar de la tesonera labor que habitualmente adelantan los organismos especializados, como la UNICEF, la OIT, la OMS, la UNESCO y la FAO, entre otros.
Comúnmente esos días señalados pasan sin festejo ni recuerdo. Pero, como su prestigio radica en el hecho de que Colombia es uno de sus miembros, lo mínimo, es ver ahora a todos levantando blasón para profundizar en lo que es y representa la organización mundial en los frentes de derechos del hombre, la mujer, los niños y de los excluidos. Jamás olvidar su existencia. Así como hemos descuidado los símbolos principales de la patria, como la bandera y el himno, muchos momentos de atrás se quedan sin presente.
POSDATA: Apropiado el pensamiento del ensayista francés Joseph Joubert: “Es preciso que los hombres sean esclavos del deber, de lo contrario, serán esclavos de la fuerza.”
LA ONU Y EL DERECHO INTERNACIONAL
Edgar Vergara Figueredo