Nada más duro para los pobres y la clase media (si todavía existe en algunas ciudades), es el aumento del costo de vida. Desde principio de año ha sido ascendente hasta situarse en el periodo enero-noviembre de 2008 en 7,20%. Los mayores incrementos, en el último mes, se dan en alimentos (0.50% y vivienda (0.41%), casualmente en donde se concentra el consumo de la clase popular. Frente al año 2007 que fue de 5.69% se presenta una gran diferencia. El ascenso periódico que se ha registrado golpea el bolsillo, merma la capacidad de compra y castiga la posibilidad de mejorar el nivel de vida de la población. Con este indicativo, los pobres todavía pueden comer, aunque el ingreso y el empleo escaseen, pero lo que sí no pueden hacer es salir a vacaciones porque el valor de los hoteles y los pasajes se han encarecido demasiado.
Queda una sospecha enorme entre los consumidores, dado que es bien distinto el aumento del costo de vida que mensualmente entrega a los colombianos el DANE, a aquel que observa cuando compra en los mercados populares y en los supermercados. Los precios de los alimentos, de las manufacturas y de los servicios de consumo masivo crecen en mayor proporción que la señal que entrega el organismo oficial de estadística. Como es así, algo falla en el sistema de medición que emplea la entidad pública y lo que verdaderamente siente el ciudadano cuando se acerca a comprar.
Hay otros asuntos de preocupación y que no se reflejan en la estadística habitual. Es bien sabido que el costo de vida de una ciudad y de un departamento a otro, varían, así como los hábitos de consumo. No es lo mismo el precio de un plátano en la Costa que en Bogotá, como tampoco lo sería el componente del plato diario. En esta capital la unidad es más cara, puesto que este alimento se produce a montón en el Caribe y las costumbre alimenticias son bastantes distintas de un lugar a otro. Siguiendo la misma comparación, tenemos que es bien diferente el nivel de ingreso familiar de un sitio geográfico a otro. En una ciudad grande, hay más posibilidad de conseguir empleo y por tal razón es probable que haya un número mayor de miembros del núcleo familiar trabajando con un ingreso alto. Asunto diferente en una ciudad mediana o pequeña en que la oferta de trabajo es poca y por lo tanto el ingreso familiar tiene la misma tendencia.
Finalmente, en la estadística oficial estas cuestiones no se ven reflejadas, pero las personas si las perciben en el acontecer diario. Como el índice del DANE, comprende los precios de un conjunto de productos (canasta), que se adquieren regularmente, determinado en base a la encuesta de gasto de los hogares y su variación respecto al precio de cada uno, a pesar de la incorporación de nuevos, es casi seguro que las consideraciones anunciadas sean la causa para que no haya una igualdad entre el dato público y el que tiene la gente por la observación.
A pesar de que frecuentemente desde los balcones del Ministerio de Agricultura se anuncian controles sobre los precios de los artículos de primera necesidad, la exhortación es apenas un buen propósito, nada efectivo se consigue para la estabilidad, puesto que los precios siguen su ritmo natural, sometidos a la estacionalidad del tiempo, al costo del transporte entre los centros de producción y los de distribución y a la especulación. En esta materia todavía hay falencias, a pesar de haberse introducido algunos correctivos, seguirán dándose para el futuro, sino se estimula la producción de alimentos y materias primas para comestibles, como estrategia de la política pública del sector agropecuario.
POSDATA: El teólogo griego San Juan Crisóstomo lo había previsto: “La intención bautiza y pone nombre a nuestras obras, de buenas o de malas.”
ESCALERA DEL COSTO DE VIDA
Edgar Vergara Figueredo