Con la primera palabra del Ministro de Minas y Energía, así quedó el precio del galón de la gasolina, en firme. Lo que todos creíamos que iba a bajar en el mercado interno, quedó igual como cuando el precio mundial del barril del crudo se trepó a más de 140 dólares. Como todo producto, el precio del petróleo resulta del juego de la oferta y la demanda mundial. Y Colombia, que no es un gran productor, tiene que atenerse a los vaivenes de la oferta internacional. Si bien las reservas de petróleo no son eternas, hay la predicción que se irán agotando, pero todavía no estamos tan cerca como para asustarnos.
Frente a esta situación, las naciones consumidoras, han emprendido una gran batalla para lograr la estabilización de los precios del crudo (contra las presiones de los estados miembros de la OPEP), continuando con el trabajo tecnológico de buscar su reemplazo en otras fuentes de energía para el servicio de la humanidad y de su industria. El interés de los países con reservas, es el de tener un precio razonable que les permita continuar con las exploraciones, y el de los países no productores, es otro igual para poder pagarlo con el menor gasto económico. ¡Es el coco, para unos y otros!
A pesar de que no cayó bien entre el público las razones que ha dado el Ministro de Minas para no bajar el precio del galón de gasolina y del diésel, queda un vacío que no es fácil que pueda tragarse entero. El raciocinio ministerial, es sencillo: como hay abundancia de arroz, el precio no se puede bajar, puesto que se prevé que el año entrante los arroceros tendrán una cosecha mala. En el caso de los combustibles, se nos entretiene diciendo que la diferencia se devolverá más tarde. Así queda en firme la decisión, sin tener en cuenta las consideraciones en materia de distribución, pues no podría ser otra distinta porque los tecnócratas no entienden de las leyes sobre bienestar social contenidas en nuestro orden jurídico constitucional.
No es el Ministro de Minas la voz autorizada para decirle al país que el precio del galón de gasolina no incide en la inflación, asunto que contradice lo que piensa el Banco de la República, que sí es la autoridad económica encargada de ejercer el control de esa variable macroeconómica. Si del precio del petróleo dependen más de 3.000 artículos de uso cotidiano y de la gasolina un número también grande, como el costo del transporte de los alimentos desde los centros de producción a los de consumo, el transporte urbano de la gente hacia los lugares de trabajo y un centenar de bienes y servicios que tienen como materia prima a la gasolina, no es acertado el razonamiento ministerial.
Tal como está el asunto, quedamos a la deriva por la decisión aislada del funcionario que ha normado sobre un tema que necesitaba ser consultado con otros organismos estatales. No sabemos hasta dónde llegará el propósito de la creación del Fondo de Estabilización de Precios de Combustibles, que según el Ministro, reúne un ahorro de los consumidores, que les será devuelto al precio si éste se ubica por encima de los niveles de paridad de exportación del diésel y de la gasolina. Pero, se olvidó el gobierno nacional, en cabeza del ministro del ramo, que en épocas de crisis la gente tiene que contar con plata para gastar y no lo contrario, y el Fondo, procura por la contracción del dinero de más de 40 millones de consumidores.
POSDATA: No se puede ignorar al polígrafo español Francisco de Quevedo: “A Argos le dieron cien ojos, y confiesan que fue engañado y muerto.”
CANTURREO DEL MINISTRO DE MINAS
Edgar Vergara Figueredo