POBREZA Y CAMBIO CLIMÁTICO

Necesitamos que hombres, mujeres, niños y niñas se movilicen el próximo sábado 28 de marzo entre las 8.30 y 9.30 de la noche, apagando la luz de los hogares y lugares de trabajo, en compañía de las ciudades de Bogotá, Cali, Barranquilla, Medellín, Cartagena, Ibagué y Armenia que ya ratificaron su participación de oscurecerse, como un aporte y símbolo humano encaminado a mejorar el clima y dar el ejemplo universal de paz ambiental. Para el común de la gente, el cambio climático, es algo extraño y hasta ajeno a su bienestar y permanencia en el planeta. Los científicos y muchas organizaciones mundiales no cesan en su afán persuasivo, para hacer entender a la población global que la variación del clima es un fenómeno que pone en riesgo el futuro de la humanidad.
Sin embargo, el despiste de muchos ciudadanos, va mucho más allá, creen que lo pasa está circunscrito exclusivamente al campo de la especulación y que el asunto es de la ciencia que trabaja para encontrar una fórmula mecánica que evite el fenómeno y sus consecuencias de afectación de la vida en el presente. A pesar de este pensamiento predominante, el cambio climático es un problema colectivo y personal, es de todos los que tenemos los pies puestos en la tierra. También lo es, de los Estados, de sus instituciones políticas y de las organizaciones internacionales. Se sabe que el mayor daño al clima es causado por el propio hombre, que es el protagonista de la contaminación atmosférica, y geográficamente, por las grandes potencias que mueven su industria con energía contaminante.
Es esta la razón suficiente de la gran labor que tienen los sectores público y privado de contribuir al mantenimiento de la estabilidad del clima para la supervivencia humana en el planeta. En este sentido, la tarea de la Organización de las Naciones Unidas, de sus organismos y de otras instituciones calificadas como el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, sigla en inglés), se dirige a promover que la conducta humana, desde la casa y la industria, cambie el pensamiento tradicional y comprenda que hay que trabajar por la descontaminación ambiental. Por la solidaridad internacional existente, estamos convencidos que en esta gestión no estamos solos.
Tenemos aliados fuertes, pero eso aún más nos obliga a participar en esta lucha incansable para evitar, que a consecuencia de los extremos climáticos, se acentúen las caídas de agua, las tormentas, los huracanes, las inundaciones, las sequías y los daños en la salud del hombre, dejando a su paso muchas muertes con aumento del hambre y de la pobreza. No obstante de que el gobierno nacional tiene una imagen favorable en la materia en el campo internacional, por la intervención del Ministro de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, celebrada en diciembre pasado en la ciudad de Poznan (Polonia), en la otra cara de la moneda, que es lo interno, no se tiene una presencia estatal permanente que se irradie sobre sus criaturas que son nuestras ciudades, pueblos y veredas.
Este es un mal ejemplo que nos deja el gobierno central. Las administraciones locales poco saben sobre los daños del cambio climático y si saben, omiten, porque los planes de desarrollo, que son la brújula de sus acciones, no tienen nada esencial que nos demuestren que los ciudadanos, las empresas y las industrias, se motivan para que entiendan la gravedad del fenómeno y sus consecuencias en la geografía, la producción alimentaria y la salud de los colombianos.
POSDATA: Para conectarse con WWF, organismo encargado de la organización del acto en Colombia, escribir a: mxgaleano@wwf.org.co, o, cadereix@wwf.org.co.

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