Otra vez surge de entre la euforia política la traqueada idea de la reelección de gobernadores y alcaldes. El gobierno nacional que promueve el proyecto de acto legislativo lo considera oportuno, aunque haya un gran sector de la opinión pública y de la clase política que no gusta de la reelección, pero la idea puede prosperar en el Congreso de la República. Los medianos y pequeños departamentos y municipios todavía tienen grandes debilidades en su desempeño administrativo y operativo. Y la reelección, en caso de ser aprobada, iría a abrir más la brecha que existe entre herederos y beneficiarios absolutos del poder local y la gran masa de excluidos de la participación democrática.
En un país como Colombia, que es de territorios, las atribuciones del departamento y del municipio, tienen una posición destacada dentro de la acción pública, son agentes administrativos que sirven de medios para distribuir los ingresos nacionales y administrar grandes cantidades de plata. Como tal son ejecutores, a través de las transferencias del gobierno central, de los principales proyectos que atienden servicios fundamentales, en materia de salud, educación, vivienda, agua y saneamiento básico, entre otros. Frente a semejante compromiso, hoy es más urgente que ayer exigir que el manejo de los recursos que pertenecen a las entidades territoriales esté en las manos de ciudadanos responsables y decentes.
En la comarca, hay todavía un gran sector de la población carente de cultura política que no elige libremente y de esto estamos convencidos. Así, la suerte de este electorado queda sujeta a la voluntad de los jerarcas provinciales. El caciquismo, el nepotismo, el clientelismo, el favoritismo y el tráfico de influencias siempre han hecho su agosto, la reelección vendría a sumar otros hechos a la corrupción galopante del presente. En el nuevo escenario, los votantes amarrados a los dirigentes locales (entusiasmados de la novedad), caerían fácilmente en la trampa reeleccionista, consolidando de esta manera gobernadores y alcaldes de ocho años en ejercicio.
Si bien pudiera darse el trámite del proyecto de acto legislación de reelección de gobernadores y alcaldes, los congresistas sensatos tendrían la oportunidad de pensar en un proyecto piloto que solamente cobije a un grupo de departamentos y municipios, seleccionados con fundamento en condiciones relativas al grado de fortaleza regional del electorado y de su organización administrativa, de tal suerte que se pudiera garantizar la transparencia para la gestión cabal de los recursos públicos. Si se llegara a concretar la propuesta oficial tal como ha sido publicitada, es posible que se consolide el caos, de los mismos con las mismas, que son o representan a las familias propietarias de las fracciones partidistas locales.
A la postre, la propuesta resulta ser un plato favorito para satisfacer el apetito voraz de quienes disfrutan de los gajes burocráticos, atrapados y retenidos por las tradicionales coaliciones de gobierno a las cuales ellos pertenecen. Sabemos que el poder político se disfruta con mucho placer para el gozón (que sufre y llora cuando lo pierde o no lo tiene), pero para los nuevos aspirantes, la reelección se constituye en un marginamiento odioso que cierra la oportunidad para acceder al poder político regional, especialmente los jóvenes, que con independencia ideológica, aspiran a prestar un servicio al Estado de manera honrada.
POSDATA: Puntual el consejo del filósofo e historiador alemán, experto en cultura, Johann G. Herder: “El pueblo no es la turba de las calles, que nunca compone o canta, sólo chilla y destruye.”
REELECCIÓN DE GOBERNADORES Y ALCALDES
Edgar Vergara Figueredo