¿QUIÉN LE PONE EL CASCABEL AL GATO?

Las cooperativas de crédito y ahorro se convirtieron en centro de sinvergüencería, sin control y vigilancia. Dueños y señores del poder que les han dado las malas costumbres y el esguince de obsoletas normas. Se vienen aprovechando de la gente necesitada de Colombia que se ve obligada a utilizar sus servicios.

Dicen que cobran por sus préstamos intereses obligada.  ciositada qu  charse  se ven obligados a recurrir al servicioahoroor más bajos que los del sistema financiero. Pero la realidad es otra. Un cliente al que le prestan $3.000.000 termina pagando después de 36 meses $6.000.000. El sujeto abrumado por el exceso recurre a la Superintendencia de Economía Solidaria encargada de controlar al sector, pero no encuentra respuesta, sencillamente aduce que no tiene injerencia frente a los negocios jurídicos que son de responsabilidad exclusiva de la cooperativa y el afiliado. ¿Qué tal esto?

Mientras el sector financiero es controlado por la Superintendencia Financiera, las cooperativas de crédito y ahorro que hacen lo mismo están exentas. Los funcionarios de la señorial y burocrática Superintendencia de Economía Solidaria se ríen de los avilantados clientes que recurren a ella buscando protección. Lo cual plantea la urgente necesidad de rehabilitar esta entidad de vigilancia oficial.  obligada.  ciositada qu  charse  se ven obligados a recurrir al servicioahoroor

Es una superintendencia que no tiene dientes para roer semejante hueso. A lo cual cabe recordar la fábula del dramaturgo español Lope de Vega: “Quién le pone el cascabel al gato”: “Habitaban unos ratoncitos en la cocina de una casa cuya dueña tenía un hermoso gato, tan buen cazador, que siempre estaba al acecho. Los pobres ratones no podían asomarse por sus agujeros, ni siquiera de noche. No pudiendo vivir de ese modo por más tiempo, se reunieron un día con el fin de encontrar un medio para salir de tan espantosa situación. – Atemos un cascabel al cuello del gato – dijo un joven ratoncito -, y por su tintineo sabremos siempre el lugar donde se halla. Tan ingeniosa proposición hizo revolcarse de gusto a todos los ratones, pero un ratón viejo dijo con malicia: – Muy bien, pero ¿quién de ustedes le pone el cascabel al gato? Nadie contestó.”

Los afiliados a las cooperativas son huérfanos del Estado y se encuentran desprotegidos a la voluntad de estos especuladores que se aprovechan de sus necesidades elementales. Sus propietarios las han venido utilizando para enriquecerse, principalmente a costa de los trabajadores y pensionados, que son los que frecuentemente recurren a ellas para resolver cuestiones domésticas apremiantes.  

POSDATA: Refrán popular para dueños de cooperativas: “A beber y tragar, que el mundo se ha de acabar.”


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(08-07-16)

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