EPIDEMIA DEL TABAQUISMO

Es de conocimiento público que el consumo del tabaco en Colombia ha estado asociado a cuestiones de carácter fiscal; que el Estado lo ha propiciado desde la colonia y lo defiende a capa y espada a pesar de existir el propósito mundial de disminuirlo. El Convenio Marco de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para Control del Tabaco fue aprobado por la 56ª Asamblea Mundial de la Salud en Ginebra el 21 de mayo de 2003. Este tratado surgió como una medida para resolver la preocupación del aumento del número de fumadores y de consumidores de tabaco entre los niños y niñas, los adolescentes, las mujeres y los hombres del mundo entero y sus devastadoras consecuencias sanitarias, sociales, económicas y ambientales, consideradas un problema de salud pública.

Para que el convenio tenga vigencia en un territorio, es necesario que el país miembro de la OMS lo incluya en su legislación. Colombia había estado en mora de hacerlo y apenas el Congreso de la República lo aprobó, para lo cual se expidió la Ley 1109 del 27 de diciembre de 2006. Había estado guardado en los ministerios con el argumento de que su aprobación podría perjudicar a las familias que estaban dedicadas al cultivo del tabaco dejándolas sin empleo y en el abandono. ¡Pobre argumento! Después de la posición reticente del país a firmarlo, las presiones que ejercieron la opinión pública y la crítica mundial, lograron que el Congreso lo autorizara.

El daño que provoca el consumo de tabaco es inmenso. Se estima que en Colombia mueren 28.000 personas anualmente como consecuencia de su adicción (Portafolio 17 de enero de 2007). En el mundo 4.9 millones de humanos fallecen por el mismo motivo. De 1951 a la fecha, el consumo de tabaco ha llevado a la tumba a 100 millones de personas, según el Instituto de Cáncer Research del Reino Unido. Además, advierte el Instituto Nacional de Cancerología de Colombia que el país gasta $1.2 billones por concepto de discapacidades y muertes por enfermedades asociadas al tabaquismo.

Otros datos que se conocen son asombrosos por las enfermedades que genera el consumo de tabaco, así: Salud de la Universidad del Norte de Barranquilla señala que produce cáncer en muchos órganos: pulmón, boca, laringe, vejiga, riñón, páncreas, cuello uterino, estómago, ovarios y algunas leucemias. En sentido parecido se ha pronunciado el Instituto de Cardiología del Caribe con sede en Cartagena, al sostener que el humo del tabaco contiene cerca de 4.000 sustancias de las cuales muchas son tóxicas para el organismo humano.

Volviendo al convenio aprobado por el Congreso de Colombia (Ley 1109 de 2006), se señala: adoptar medidas para prevenir el inicio, promover y apoyar el abandono y lograr una reducción del consumo de productos de tabaco en cualquiera de sus formas y contemplar en el nivel gubernamental medidas legislativas, ejecutivas, administrativas y otras reglas para proteger a todas las personas de su humo. Para conseguir las finalidades consagradas en el texto del protocolo, es fundamental la participación de la sociedad civil, mecanismo que contempla el convenio. En este propósito estamos en pañales.

Lo que no se entiende es que ahora se haya incrementado la publicidad de cigarrillos, especialmente la que hace Philip Morris que utiliza las vallas de las grandes ciudades, empezando por Bogotá, para promover su Marlboro a bajo precio ($2.500 la cajetilla), menor valor al que tenía antes y además, impulsar su consumo enviando una cartilla editada con sumo lujo a los lectores del diario El Tiempo. Toda esta publicidad contrariando el artículo 6° del Convenio que consagra medidas relacionadas con los precios e impuestos para reducir la demanda de tabaco, puesto que está probado que necesariamente tendrá que haber más impuestos a este producto nocivo para que el precio de la cajetilla de cigarrillo suba y el consumo baje, como es el propósito mundial. Una cajetilla de cigarrillos en Nueva York vale entre 4,77 y 5,26 dólares, en Alemania entre 3,40 y 3,60 euros y en el Reino Unido entre 7,00 y 7,50 euros.

POSDATA: A propósito de ayer, día de la mujer, una de las víctimas del consumo de tabaco, estoy con el filósofo francés Denis Diderot: “La mujer es el primer domicilio del hombre”.

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