Hoy Montería, es quizás la ciudad más visitada por funcionarios de la administración del Gobierno Central. ¿A qué vienen?, es la pregunta del millón. Pues bien, unos a calentarse y tomar traguitos (por cuenta de la casa), otros a pasar un fin de semana chévere en las playas de Coveñas (en cabaña prestada) y los demás a recibir medallas. Pero antes que yo escribiera esta columna un avezado lector me hizo caer en la cuenta que hay un cuarto grupo que llega a seleccionar tierras para invertir sus ahorros (?). Bueno eso está bien, mejor es que traigan los ingresos aquí antes de que sean gastados en suntuosos rincones y restaurantes de la Gran Capital.
El fin de semana pasado estuvo movido. Encabezaron la lista los ministros de Minas y Energía, de Agricultura y de Comunicaciones, el Viceministro de Justicia, la Gerente de Fonade (ya no), el Director de Corpoica (como es de aquí no tiene que viajar) y el Fiscal General de la Nación. De paso alegraron la visita: el Alcalde de Medellín, el Rector de la Universidad de Antioquia y los Concejales de Tulúa. De una todos se divirtieron. Los cabildantes admiraron pájaros, iguanas, ardillas y micos en la Ronda del Sinú. De un tirón, quieren construir algo similar en su ciudad natal: ¡admirable pensamiento! Pero se escaparon del convite la Ministra de Relaciones Exteriores, el Comandante de las Fuerzas Militares y el brujo (Martí).
Para el ciudadano común y corriente resulta curioso el asunto. Claro que todo se justifica para legalizar los costos de los pasajes aéreos, del hotel y de la caja menor que cuesta llegar al Sinú. Para eso está “papá presupuesto público”, que le sobra plata, menos para los pobres (estratos 0 y 1) de Córdoba. Algunos por ahí me van a decir que un particular pagó los gastos que ocasionó la venida de estos señores y que lo del presupuesto oficial es puro cuento o envidia; no obstante, les voy a recordar que uno o dos días de trabajo corren a cargo del tesoro público.
A propósito: unas señoritas Cortés tenían una venta de dulces típicos sobre la calle 64 cerca de la carrera 10 de Bogotá, y entre los deliciosos y cotizado estaba el mielmesabe. Tenían ellas como ayudante del negocio a un bobo., por cierto muy simpático. Un día cualquiera una de las señoritas encontró un ratoncito en el dulce y, asqueada, lo sacó con una cuchara y así solucionó el problema. Sin embargo, se resistió a ponerlo en venta y prefirió dárselo al bobo. Éste al ver semejante bondad de la propietaria, le dijo: “Tanto y tan bueno para el bobo, ¡no…!...Señorita…”
Una mayoría de estos actos son mediáticos, montados por los organizadores. Donde no hay mérito, no hay nada que premiar o agradecer. Pero nadie está autorizado para no permitir que se hagan estos shows, a pesar de que algunos son de mal gusto. Visitantes e invitados dejan palabras, expectativas y dudas. En cambio se llevan méritos, chismes y babas. Desde luego, con excepción de los concejales de Tulúa, que sí laboraron para su pueblo. Del tumulto, lo que sí hubo fue mucho trabajo para los reporteros de los periódicos que les tocó andar “pa’ arriba y pa’ abajo” detrás de los galardonados, conferencistas y prometedores del oro y el moro.
La próxima semana serán otros los que vienen con el saco lleno de flores y frutos para repartir entre los promotores y se someterán a lo mismo, posar para la acostumbrada foto a colores de fin de semana con quienes se acuñan de invitados o colados. Después, es ése el retrato que sirve de plato favorito de las tertulias de señoras y asistentes a salas de belleza del día lunes siguiente, a más de las revistas de jet set local. Si el general José María Córdoba viera lo que están haciendo con su nombre puesto en una brillante medalla, no lo perdonaría, sino los absolvería.
El fin de semana pasado estuvo movido. Encabezaron la lista los ministros de Minas y Energía, de Agricultura y de Comunicaciones, el Viceministro de Justicia, la Gerente de Fonade (ya no), el Director de Corpoica (como es de aquí no tiene que viajar) y el Fiscal General de la Nación. De paso alegraron la visita: el Alcalde de Medellín, el Rector de la Universidad de Antioquia y los Concejales de Tulúa. De una todos se divirtieron. Los cabildantes admiraron pájaros, iguanas, ardillas y micos en la Ronda del Sinú. De un tirón, quieren construir algo similar en su ciudad natal: ¡admirable pensamiento! Pero se escaparon del convite la Ministra de Relaciones Exteriores, el Comandante de las Fuerzas Militares y el brujo (Martí).
Para el ciudadano común y corriente resulta curioso el asunto. Claro que todo se justifica para legalizar los costos de los pasajes aéreos, del hotel y de la caja menor que cuesta llegar al Sinú. Para eso está “papá presupuesto público”, que le sobra plata, menos para los pobres (estratos 0 y 1) de Córdoba. Algunos por ahí me van a decir que un particular pagó los gastos que ocasionó la venida de estos señores y que lo del presupuesto oficial es puro cuento o envidia; no obstante, les voy a recordar que uno o dos días de trabajo corren a cargo del tesoro público.
A propósito: unas señoritas Cortés tenían una venta de dulces típicos sobre la calle 64 cerca de la carrera 10 de Bogotá, y entre los deliciosos y cotizado estaba el mielmesabe. Tenían ellas como ayudante del negocio a un bobo., por cierto muy simpático. Un día cualquiera una de las señoritas encontró un ratoncito en el dulce y, asqueada, lo sacó con una cuchara y así solucionó el problema. Sin embargo, se resistió a ponerlo en venta y prefirió dárselo al bobo. Éste al ver semejante bondad de la propietaria, le dijo: “Tanto y tan bueno para el bobo, ¡no…!...Señorita…”
Una mayoría de estos actos son mediáticos, montados por los organizadores. Donde no hay mérito, no hay nada que premiar o agradecer. Pero nadie está autorizado para no permitir que se hagan estos shows, a pesar de que algunos son de mal gusto. Visitantes e invitados dejan palabras, expectativas y dudas. En cambio se llevan méritos, chismes y babas. Desde luego, con excepción de los concejales de Tulúa, que sí laboraron para su pueblo. Del tumulto, lo que sí hubo fue mucho trabajo para los reporteros de los periódicos que les tocó andar “pa’ arriba y pa’ abajo” detrás de los galardonados, conferencistas y prometedores del oro y el moro.
La próxima semana serán otros los que vienen con el saco lleno de flores y frutos para repartir entre los promotores y se someterán a lo mismo, posar para la acostumbrada foto a colores de fin de semana con quienes se acuñan de invitados o colados. Después, es ése el retrato que sirve de plato favorito de las tertulias de señoras y asistentes a salas de belleza del día lunes siguiente, a más de las revistas de jet set local. Si el general José María Córdoba viera lo que están haciendo con su nombre puesto en una brillante medalla, no lo perdonaría, sino los absolvería.
POSDATA: En época de vanidades, el tratadista español Fray Luis de Granada, recuerda: “La muchedumbre de los manjares empalaga y causa hastío”.