ESCALERA DEL DÓLAR
Por Édgar Vergara Figueredo
Cada día se arraiga la creencia en la opinión colombiana que nuestra economía depende de lo que ocurra en los Estados Unidos. Con las medidas que allá se toman y sus consecuencias se comprueba esto, pues Colombia no puede escapar a los efectos económicos. Está a la vista que la reducción de la tasa básica de interés (rige para préstamos que se hacen entre entidades financieras) de 5.25% a 4.75% y de la tasa de descuento (rige para créditos concedido por la FED a bancos comerciales) de 5.75% a 5.25%, decretadas por la FED (Banco Central de E.U.), movió la esfera gubernamental nacional. Se presiente que una cantidad de inversiones financieras de ese país emigraría a otros lugares en busca de nueva oportunidad de ganancia.
En lo interno, todo lo que sea regulación de tasas de interés y divisa se deriva del poder de acción del Banco de la República, que con su mano visible y a través de la cuerda titiritera, las ajusta para que el precio del dinero suba o baje, además de contar con el poder controlador para regular las inversiones golondrinas que alumbran de un lado para otro como faro. El precio del dólar de $2.055, seguirá fluctuando y posiblemente bajar un poco más de lo que estaba ayer con las nuevas medidas de la FED, convertidas en antesala de lo que vendrá. No se olvide que el narcodólar atiza el fuego también. En este caso, Colombia no está exenta de recibir una inyección del excedente movilizado venga de donde venga. Los exportadores que ya han recibido más de una estocada, son los primeros en encontrarse en alerta. Del otro lado, están los deudores de obligaciones externas muy alegres porque sus saldos bajaron un escalón.
Sobre una visión del panorama de la economía nacional, otros indicadores apuntan hacia otro lado. Así, la tendencia de la inflación es situarse al final del año en 4.5%, a pesar de la preocupación que existió en el mes de junio pasado cuando se disparó, asustando a más de uno. Por curioso azar la expectativa de incremento de este indicador es cosa del pasado, induciendo a que el proyecto de las autoridades monetarias se haga realidad, aunque la ventana abierta del crédito pueda dispararla.
Algunos analistas le apuestan a un crecimiento de la economía en promedio de 5.3%, mientras otros optimistas la acercan al 7% en el 2007. Por su parte, el consumo ha crecido en un 11%, mayor al aumento experimentado por la economía, aunque el crecimiento industrial continúa su ritmo ascendente, lo del consumo es preocupante. Una subida brusca no es favorable al proceso de crecimiento en el mediano plazo. Los banqueros felices porque sus ofertas de dinero siguen con demanda dentro de un mercado que todavía resiste. El que pide un préstamo siempre piensa pagar menos por él, y al banquero, le interesa mantener su contabilidad en equilibrio porque no es amigo del dinero caro, ya que le daña el negocio.
Si bien el consumo es el motor de la economía capitalismo, cuando sube demasiado podría reducir la capacidad de gasto de la gente hasta agotarse el ahorro y llegar a detener la dinámica económica, siguiendo una caída de los precios y consecuente con ello afectar el ascenso de la producción y del nivel de empleo. No todo lo que brilla es oro, el Opinómetro del diario Portafolio informó que al final de agosto, el 45.4% de los empresarios consultados cree que la situación del país va a mejorar. Como este resultado es el más bajo de opinión expresado en los últimos cinco años, habrá que tomarlo con reserva, a no ser estar asegurado por hipnosis. Lo bueno para una economía es la estabilidad y la sostenibilidad de sus indicadores como PIB, inflación, precio de la divisa, tasa de interés y consumo. ¡Quedamos pendientes!
POSDATA: Razón tenía el periodista norteamericano L.J Davis, al afirmar: “Cuando hablan como personajes públicos, los banqueros son los más optimistas de las criaturas del Señor”
