FEUDOS PODRIDOS

Por Édgar Vergara Figueredo

Nada nuevo ha descubierto el Procurador General de la Nación sobre el sistema electoral colombiano, pero lo que salió de su boca preocupa a la gente de bien. Aunque tarde, sin embargo, esto estimula a los ciudadanos a participar en la denuncia sobre irregularidades que observen en el transcurso del presente debate electoral. Los feudos podridos han existido y han estado vigentes por mucho tiempo, sin que los dirigentes políticos y los que han tenido el poder (presidentes, congresistas, procuradores, fiscales, magistrados electorales, etcétera) se hayan interesado para establecer una reglamentación eficiente capaz de acabarlos. ¡Siguen allí vivitos!

A la declaración del Procurador, le siguió la del Registrador Nacional del Estado Civil, que también opina en sentido parecido. Contrario a estas advertencias, ciertos parapolíticos, desde la cárcel, dirigen campañas y hacen declaraciones públicas que corrompen aún más lo que esta corrompido, con lo cual empañan la credibilidad del sistema. Y otros, en la antesala del crimen los siguen. No obstante, por lo que expresa el Procurador y el Registrador, parece que no hay herramientas legales para detener la hecatombe electoral que dejará al país sangrado, con profundas heridas que pondrían en riesgo la gobernabilidad y la estabilidad política futuras de la Nación.

Algunos presidiarios, dueños de los votos, están actuando a la vista de todos, tienen candidatos a gobernaciones, alcaldías, a escaños en asambleas y en concejos. Ejercen pecando al practicar con las manos sueltas el trasteo y compra de votos, la suplantación de electores y jurados y la manipulación de resultados de que habla el Jefe del Ministerio Público. Los miembros de los feudos y quienes de alguna manera colaboran con ellos, son personas que han perdido el horizonte porque no conocen el bien y jamás serán practicantes de la virtud necesaria para el desempeño de la actividad política. Siendo así, de ellos, ninguna conducta correcta se podría esperar.

Más de trescientos mil villanos (según el Procurador) incrustados en todos los partidos y micropartidos, sin excepción, hacen parte de las campañas políticas regionales, actuando sin control de ninguna índole. Algunos, desobedeciendo la voz preventiva de las autoridades y retándolas porque continúan en su propósito de aspiración con las puertas abiertas para hacerla efectiva cueste lo que cueste. Muy grave es que el régimen legal les permita a los inscritos y candidatos inhabilitados a participar en las elecciones. Que solamente haya un mecanismo para impedirles su intención en el momento aquel de la posesión, es algo insólito y que no encaja dentro de un sistema político ético. A pesar de ello, muchos están contentos. Porque los votos que consigan las personas que hacen parte de la lista del Procurador y del Contralor (en lo fiscal) les da pingüe ganancia a los partidos que dieron el aval, por la simple razón que los sufragios suman en el inventario, lo cual les permite a sus listas conseguir más curules en el caso de los aspirantes a asamblea y concejos.

Estamos en presencia de un escenario atomizado de la peor plaga. Hay que tener en cuenta que los órganos de control actúan lentamente, mientras que la delincuencia comete sus delitos de manera puntual. El mecanismo de la denuncia sobre las trampas dentro del proceso electoral no está garantizado, ya que las ciudades, los pueblos y el campo se volvieron zonas inseguras y por cierto un infierno para la gente decente. Existe una estructura de poder afianzada en el silencio que se ha creado por el miedo a la tumba. Pero, el valor humano se tendrá que sobreponer al temor. En el entretanto, la democracia se debilita al no asegurarse la crítica y la oposición a la podredumbre.

POSDATA: Estamos ante una realidad prevista por el novelista inglés Robert Louis Stevenson: “Quizá sea la política la única profesión para la que no se exige preparación alguna”

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