INUNDACIONES: ESTIGMA Y SIN SOLUCIÓN

Frente a las inundaciones de los ríos Sinú y San Jorge y las tierras bajas apenas respondieron las ayudas humanitarias que resuelven la angustia por un día. Cada vez que ocurren y su despliegue por los medios televisivos y escritos, las impresiones nos llenan de asombro, pero con más sentido material para aquellos que sufren las consecuencias. Algunas de las víctimas de la miseria con el agua a un metro del piso, expresan alegría al reír como si estuvieran en un convite en vez de tristeza. Parece ser una característica arraigada en nuestra raza sufrida cuando recibe la arremetida fluvial como contrapeso de sus desgracias. Pero el año siguiente vuelve el desastre a convertir a más pobres en míseros y a los propietarios de cultivos afectados en deudores, sin que nada nuevo se tenga para una solución definitiva.

Son muchos los culpables de la tragedia. La historia se repite y cada vez más con mayor ahínco a generar más damnificados. La CVS, cada minuto más politizada (pasando de una mano a otra), se empecina en negar un replanteamiento en su papel regional de ordenador del problema, duerme el sueño de los justos ante el hecho. Los congresistas, beneficiarios de la burocracia y de los leoninos contratos de ese organismo, jamás han cumplido con el deber de incluir en los planes de desarrollo nacionales el proyecto para realizar los estudios técnicos necesarios sobre el control de las inundaciones. Tampoco, han sido gestores de recursos financieros para la prevención de la catástrofe.

Parece que la miseria que provoca la periódica tragedia fuera el terreno abonado para nutrir el caudal del voto y facilitar la conquista de los puestos de elección popular por algunos dirigentes políticos que acechan la miel. Los ministerios de Medio Ambiente y Transporte y el Departamento Nacional de Planeación, enterados del asunto, hacen declaraciones vagas sin que su voz sea una contribución efectiva a resolver definitivamente el origen de la tragedia por el desbordamiento de los ríos en época de invierno. Son entidades alejadas de la región, cuando verdadera se necesita que estén cerca; pero, sí están próximas cuando se trata de venir a hacer promesas y a recibir ofrendas inmerecidas que les otorgan algunos áulicos que no ven más allá de lo que le da su propia capacidad intelectual.

Otro sector, que ha contribuido de manera negativa a ensanchar el germen del rompecabezas, son los ganaderos y agricultores, que con fines de ampliar sus extensiones y aumentar su propia riqueza, han venido cerrando el paso de afluencia acuática de los ríos hacia las ciénagas que antes eran sus albercas naturales. El exceso de agua es asumido por sus propios caudales que no tienen la capacidad para hacerlo, provocando el rebosamiento que estamos observando.

La represa Urrá que se había promovido y luego construido como una solución a las inundaciones estacionales no dio el resultado esperado, pues el proyecto fue lanzado como multipropósito, fin que no dio en el clavo y apenas quedó de generación de energía eléctrica. Los que en su hora exacta pensaron que el embalse no solucionaría el problema, fueron mandados al carajo y considerados enemigos de la idea. Hasta ahora nos convencemos que esos quijotes tenían la razón, pero a oídos sordos no hay ruido que penetre. El balance sobre las acciones acometidas a fin de extirpar el problema es negativo, seguimos con las manos vacías. Sin duda, son muchos los errores y omisiones que se han cometido. Esto sí en verdad nos estigmatiza: nuestra raza empobrecida mientras los castillos residenciales crecen. Por Dios hagamos algo para que esto no se repita.

POSDATA: Razón tenía la novelista inglesa George Eliot, cuando veía una situación como ésta y preguntar: ¿De qué le sirve a un hombre la oportunidad si no sabe aprovecharla?

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