TURISMO, ASUNTO DE PRECIO
Por Édgar Vergara Figueredo
No fue halagador el resultado económico que le dejó a algunas ciudades colombianas la temporada de vacaciones que está finalizando. Los hoteleros de Cartagena y de otras ciudades se quejan del balance, que aunque positivo, no era el esperado. Grande expectativa, pero poco crecimiento respecto a periodos de años anteriores. El caso de Cartagena es singular. Por ejemplo, en tanto su Alcalde la califica como una “ciudad tranquila y segura”, el documental que recientemente presentó Pirry por el canal de televisión RCN: “Fantasmas en la Ciudad de Piedra”, contradice la aseveración oficial. Las escenas sobre el crimen organizado espantan al más desprevenido, mostrando el grado de soledad en que se encuentra el visitante ante la delincuencia callejera, la cual está presente en todos los lugares.
Pese a este mundo criminal, la localidad recibe todavía un buen número de viajeros, que para evitar el peligro restringen su recreación a sectores controlados por la autoridad. Pero no es solo Cartagena, otras ciudades también están presas de la criminalidad. Hoy, una de las más seguras, es Bogotá. Lo cierto es que las salidas del lugar de residencia son muy bien pensadas por el viajero, aun con este problema de incertidumbre, tampoco son tan baratas como antes. Aunque el hábito de salir de vacaciones ha aumentado entre la población colombiana, todavía existen muchas limitaciones que han impedido sea parte de los planes de ahorro y de la moda familiar.
Si la excursión se hace por vía aérea, los tiquetes resultan caros y cuestan un ojo de la cara en época de vacaciones por el aumento que decretan las aerolíneas nacionales. Si se decide en automóvil, hay que pagar combustibles, peajes y correr con el riesgo de la inseguridad que todavía está presente en las vías. De igual modo, el valor de hospedaje en los hoteles resulta todavía oneroso y en algunos lugares especulan con facilidad, aprovechando la necesidad que tiene el cliente de utilizar el servicio. En efecto, los costos de los pasajes, hoteles, combustibles, peajes y alimentos, además de la inseguridad, son las principales taras que tiene el viajero.
Encima de estas dificultades de costos, el turismo nacional tiene hoy una gran competencia ejercida por parte de los operadores de excursiones hacia el extranjero. Sin duda, la baja del precio del dólar ha tenido una influencia en las determinaciones de los consumidores. Algunas de las ofertas resultan más baratas frente a las que brindan el mercado nacional, rivalidad que ha sido muy beneficiosa para el turista colombiano. No tiene sentido viajar a Cartagena, Santa Marta o San Andrés, si el precio relativo de la excursión es más alto que el de ir a Panamá, Aruba, o Curacao. Inclusive, en este último mes se vienen presentando ofertas cómodas para ir a Miami, que llaman la atención y por supuesto la gente prefiere, teniendo en cuenta que las atracciones que brinda una ciudad como ésta son fascinantes, empezando por la seducción de comprar vestuario.
En efecto, en tanto los importes de los pasajes aéreos, las tarifas de los hoteles y los precios de los alimentos y bebidas sigan por las nubes, la cantidad de turistas nacionales jamás será proporcional al crecimiento del ingreso personal y de la economía. Aparte de esto, la última medida tomada por la Aerocivil que eliminó el piso tarifario de los pasajes aéreos, aunque tarde, resulta buena hacia el futuro porque va ha producir una rebaja de los tiquetes. Todas estas consideraciones, tienen relevancia, que las aerolíneas y los hoteleros deben considerar para construir una industria hotelera más productiva. En un sentido correcto, se espera que los líderes del sector entiendan lo que está pasando y no se aferren tanto a la ambición de ganar mucho más.
POSDATA: Es posible que en este caso tenga la razón el escritor francés Juan de Lebrune: “La ambición nunca queda satisfecha”
