LA CRISIS DE LOS ELEGIDOS

Por Édgar Vergara Figueredo

En el debate electoral del domingo pasado, se definieron los gobiernos de los departamentos y municipios. Con la excepción de la asonada de Ciénaga de Oro, la paz se mantuvo en el resto del Caribe. Lamentable esta situación de desorden, pues las vías jurídicas están dadas para hacer cualquier reclamo si se presume un fraude, pero para ningún caso, el uso de la violencia, jamás. No hay duda de que la mano de los parapolíticos y la plata sucia se hicieron presentes en Córdoba y Sucre como en otras partes del país. Tratar de negar o tapar esta infiltración es un error muy grave, el cual vamos a tener que pagar caro en el futuro al no haberse podido aclarar en su momento.

En Córdoba se eligió gobernadora. Nadie oculta saber que la elegida es de propiedad de un grupo político, orientado desde La Picota; que es el mismo, que ha administrado el departamento en los últimos diez años. Claro, acompañado de otros partiditos. En Sucre, frente al pequeño margen de distancia de un candidato y otro, queda un oscuro, que es la conexión del ganador con recursos de sindicados. A pesar de estos antecedentes que violan normas legales y de ética política, se presume que los gobernadores electos cumplirán con sus deberes constitucionales y legales y con las promesas de campaña en los respectivos territorios, en tanto no sean bajados del trono.

Ni excesos, ni omisiones, ni triunfalismo, ni exclusiones, podrían instalarse en las oficinas palaciegas, porque los excesos no traen beneficios sino consecuencias funestas. Sería un grave error que los ganadores, desde la tarima del gobierno, dieran a sus contrarios palo a diestra y siniestra, como ha sido la mala enseñanza que han dejado ciertos caciques políticos de la región. Sin embargo, existe la duda sobre el ejercicio del abuso del poder, que solamente se disiparía con la fuerza de la ciudadana, la opinión pública y los medios de comunicación social, que entraría en cuaresma para la vigilancia del movimiento de recursos públicos hacia las residencias privadas.

La abrumadora mayoría de votos que obtuvo el joven alcalde elegido en Montería, lo confirma como legítima autoridad municipal de la capital, y de él, se espera que ponga toda la energía de su mocedad y preparación al servicio de la ciudad, sin exclusiones y sin dejarse maniatar de su familia, o de ciertos amigotes. En Sincelejo, también hay alcalde, con rumores que lo ligan a rufianes, fue elegido por una mayoría moderada. Tiene este burgomaestre, como misión principal, la de corregir muchos desaciertos que se han convertido en la talanquera para el progreso local. En tanto el escenario de los nuevos mandatarios es de grima, no pueden olvidar los alcaldes y los gobernadores, que ellos son los encargados de dar excelente ejemplo de su conducta intachable, en cuanto al ejercicio de la concordia y de la gestión distributiva de la inversión pública.

La candidata a la gobernación de Córdoba Margarita Rosa Andrade, que quedó a un paso de ganar la gobernación, no puede tirar la toalla. Le queda el camino abierto con miras al triunfo en la próxima contienda electoral. Sus votos de carne y hueso tienen un gran valor, por ser la expresión espontánea de la gente que quiere otra alternativa de poder y forma de administrar el Estado Departamental, son una fortaleza de la nueva disyuntiva de aspiración auténtica y democrática. Margarita Rosa, la segunda con una caudalosa votación, tendría como empresa inmediata, la de fortalecer un equipo de trabajo limpio, exento de conexiones tachables, que mantenga vigente sus ideales y los del pueblo que la acompañaron en la campaña que sumó más de 200 mil sufragios.

POSDATA: “Ricos y pobres; mala clasificación. Dependientes e independientes; esta es la clasificación verdadera” Es un buen sentido del dramático francés Guillermo Víctor Emilio Augier.

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