MERCACHIFLES DE LO PÚBLICO

Por Édgar Vergara Figueredo

Avanza la campaña política en los territorios con mensajes de los candidatos que nada dicen, porque son palabras falsas. El escenario es de farándula, algunos ofrecen beneficios a favor de los votantes que jamás se entregarían porque la cosecha no es para tanta fruta gratuita. Lo están haciendo por pura demagogia, a base de mentiras y chabacanería, desde ya engañando al potencial de votantes. Igualmente sucedió hace cuatro años; a pesar de que propusieron bellezas en esa campaña electoral, tramposamente incumplieron al elector. En Córdoba, en lo departamental, el resultado fue un cuatrienio convulsionado y sin resultado positivo de incremento del bienestar social de la población. ¡Ojo con lo que está pasando! No se dejen meter la carne de chulo por la de novillo.

De los candidatos a alcaldías de capitales de departamentos, algunos son mediocres. Por los aportes que han hecho al debate público, se les ve que tienen poco conocimiento de los problemas de la ciudad y sus posibles soluciones. Un cierto número de ellos, en conjunto y refundidos, jamás podrían dar uno bueno. De los que hay para gobernaciones, ciertos encarnan tendencias que dejan duda peligrosa para el futuro, y en caso de ganar, la actividad principal sería la autoría de la trapisonda de los negocios familiares y el despilfarro de las arcas públicas.

Hay políticos que desde el edificio de la trena se la están jugando por un candidato que represente la perpetuidad en el poder y su dominio exclusivo. Son ellos, los que vienen fomentando un estilo de gobierno pícaro, edificado sobre bases inmorales al patrocinar toda clase de fechorías inducidas a desmantelar el tesoro público. En la medida que se han ido descubriendo los escenarios de delitos contra la administración oficial, las jefaturas políticas autocráticas de los territorios con sus “círculos cerrados”, se preparan para la protección de sus actividades ilícitas con reino del encubrimiento. El que llega, como buen goleador, tapa el roto del que se va. Así, funciona mecánicamente la ruleta en que los dos jugadores siempre ganan.

Los gobiernos de las administraciones de los departamentos del país están dominados, con pocas excepciones, por la trampa a la ley, la vagabundería, la picardía, la politiquería y la corrupción administrativa y política. Marcados órganos de control, que deberían ser garantía de confianza para la gente, irrumpen para acabar con la soberanía del Estado, y se convierten en concentraciones autónomas donde se trafica con demasía el crimen, sin que los altos jefes que los dirigen se inmuten ante las quejas ciudadanas. Hay candidatos, que en caso de triunfar en las elecciones de octubre, ya sean como gobernador de Córdoba o Sucre, o alcalde de Montería o Sincelejo, estarían listos para continuar con la maquinaria demoledora que hace puente entre ladrones y mafia del gobernante.

Hay que cambiar para elegir gente de otras corrientes políticas, decente y de bien que paren la robadera que se ha institucionalizado. No se puede seguir acompañando con el voto a la misma clase que se ha enriquecido y a la vez tapar de plata a más de uno. Son los que vemos que salen de una casita de bajo estrato para un palacio de cinco estrellas, o que cambian de estratificación como lo hacen los animales que sufren la metamorfosis del camaleón. Si son elegidos, continuarían con la misma maña de sustracción de una parte del ponqué de recursos fiscales. Queda una opción distinta, que es, votar por un candidato que no pertenezca a las huestes de los últimos diez años de gobierno, como decisión independiente, en el caso de Gobernador del Departamento de Córdoba.

POSDATA: Para el momento, el escritor francés Anatole France, anota: “Después de la creación, son los deseos los que mantienen al mundo en pie”

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