PARTIDO DE LA CALLE

Por Édgar Vergara Figueredo

La despedida del poder es muy triste; especialmente, para algunos que lo han disfrutado con tanta utilidad mediática. Al igual, que el alcalde saliente de Bogotá, considerado el segundo empleado del Estado, otros de capitales de departamentos, incluidos ciertos gobernadores, están pasando por la misma situación melancólica de éste. Lo cual los está induciendo a soltar la lengua con mucha facilidad. Así como picotean a muchos, también hacen bulla para llamar la atención a la hora de la despedida. Frente a esa poca realidad, las expresiones reflejan sus ambiciones, con miras a destrozar a los que salgan a su paso y posicionarse para un futuro.

La entrevista concedida por el alcalde Luis Eduardo Garzón, publicada el domingo pasado en el diario El Tiempo, es el ejemplo típico de la nueva farándula política. Si el Polo Democrático Alternativo (PDA), ganó la alcaldía de Bogotá en octubre pasado, no fue solamente por la ejecución del programa social del entrevistado. El triunfo se debió más bien a las nuevas propuestas del candidato, las cuales nunca estuvieron en el presupuesto de Garzón, como fueron, el metro en vez del transmilenio, la propuesta de la carrera séptima como vía de conservación, la reparación de la malla vial, el fortalecimiento de la seguridad ciudadana y el aumento de recursos para la continuación de los programas sociales.

En la entrevista del alcalde Garzón hay oraciones que confunden al lector. De esta manera, él, al distinguir entre derecha e izquierda, pone en peligro a un sector del PDA al colocarlo del lado de la Farc. Asunto que resulta grave para quienes reciben la mala señalización dialéctica del saliente alcalde. Hasta bien su autonombre de “espermatozoide vital” (como anillo al dedo), aunque todos los espermatozoides son vitales, la identificación exalta su deseo de mantener una concentración de perfección, cuando verdaderamente lo que denota es defecto.

Garzón, a pesar de criticar la actuación egoísta de la derecha y de una franja de la izquierda, incurre en un grave error, al sentirse único para merecer la posición de dirigente. Buscó un esguince para revelarse contra los principales dirigentes del partido que tanto lo ayudaron al ascenso. Da la oportunidad, para que ciertos sectores políticos que reciben el tropel con regocijo, vean que las declaraciones son el camino para una división del PDA, cuyos beneficios recogerían ellos en sus propias toldas con los brazos abiertos. Más que un acto virtuoso, es una actitud apóstata que demuestra exceso de petulancia.

En el discurso de Garzón, hay cuestiones por debajo del agua. Se siente enviado de Dios y a la vez se cree Dios; o sea, que une los defectos señalados por él a sus rivales para personalizar su personalidad. Lo cierto es que el alcalde saliente se lanzó para la presidencia del 2010 antes que lo propusieran. Se despachó él solito, por considerarse el único reformista de su partido. A pesar de que no aceptó los consejos comunitarios del Presidente Uribe (como él mismo dice), le niega a sus copartidarios la posibilidad de oponerse a ciertas políticas del gobierno nacional. ¡Qué más oposición que ésa! Tan omnipotente como arrogante, excluye la discusión de las ideas políticas en el seno de su misma agrupación, y abre el camino para la creación del gaseoso “partido de la calle”, fruto de su genuina vanidad. ¡Lo obvio, en este diálogo, era más humildad de su parte!

POSDATA: “Yo soy mejor que mi fama”, diría el dramaturgo alemán J.C.F Schiller.

Visite: www.edgarvergarafigueredo.blogspot.com

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