NUESTROS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN
Por Édgar Vergara Figueredo
Las imágenes televisivas que se han visto en los últimos años y los relatos hechos a la prensa por las dos mujeres liberadas de las garras de la FARC, son suficientes para demostrar que la condición en que se encuentran los secuestrados por esta organización, es tan parecida a la de los judíos en los campos de concentración de la Alemania de Hitler. Aquí, los rehenes encerrados en jaulas alambradas o encadenados, muriéndose lentamente a causa de las enfermedades y la desnutrición; allá, las cámaras de gas y su antesala pronosticaban la muerte fatal de los perseguidos por el régimen.
“¿Por qué los judíos se dejaron conducir al matadero como borregos? Se han preguntado con indignación los jóvenes “sabras” de Israel cuando el proceso Eichmann.” Esta interrogación y respuesta hacen parte del preámbulo escrito por la francesa Simone de Beauvoir, de la obra: Treblinka del escritor Jean-Francois Steiner, sobreviviente del genocidio alemán. Esto mismo podríamos decir todos los colombianos mañana, si dejamos que esta masacre de torturas y crímenes de la FARC continúe, como se prevé que sucederá si no hay una voz unánime de protesta permanente que acompañe al gobierno nacional.
“La vida no es soportable ante la certeza de la muerte.”, narra Steiner. En Colombia, la situación de los rehenes del grupo guerrillero, no es menos; la tortura y la falta de respeto a la dignidad individual hacen insoportable la vida, la cual se reduce a la miseria del ser humano, a su nada. Allá, los vagones de los trenes repletos de hombres, mujeres, niños y ancianos hacia el patíbulo; aquí, las largas filas de los secuestrados por los trochas de las inhóspitas montañas colombianas, todos con hambre y sed y sus cuerpos armados por las delgadas pieles que apenas cubren el armazón de los huesos.
Mientras en Auschwitz, el mayor campo de concentración de Hitler, queda como recuerdo perdurable los corrales alambrados donde vivían los judíos presos por el régimen y las literas de ladrillo y de madera dentro de las barracas utilizadas como dormitorios; en las montañas de Colombia, existen igualmente los corrales alambrados con los prisioneros y las literas de madera cubiertas por toldillos para dormir los 750 secuestrados (si viven) de la FARC. Comparadas las dos situaciones, poca es la diferencia, por lo menos en Alemania tenían techo.
La poesía de la escritora alemana y premio nobel Nelly Sachs, también sobreviviente del holocausto, rima con nuestra situación aberrante. Dice la poetisa: “oh las chimeneas sabiamente imaginadas sobre las moradas de la muerte, cuando el cuerpo de Israel se arrastró disuelto en humo….” Basta cambiar las chimeneas de las cámaras de gas y la alusión a su país natal, y todo es igual al terror de la selva, el dolor físico y la agonía mental del secuestrado compatriota.
David Galante, griego, también sobreviviente del holocausto, en su reciente libro, narra espeluznantes escenas que vivió como el preso B7328 de Auschwitz: “Íbamos atados con sogas al campo de las mujeres para vaciar con baldes las letrinas de ellas. Y cuando volvíamos y pasábamos cerca de la cocina, ellas nos tiraban un pan o una papa. Un pedazo de pan significaba un día más de vida” En otra parte de su texto, narra Galante: “Se me quemaron los pies y tuve que ir a la enfermería que era como la antesala de la muerte……. Cuando me liberaron, llegué al hospital pesando 38 kilos, era solo piel y hueso.” Tan cerca está esta narración de los sobrevivientes de la Alemania de Hitler, al infierno construido por Marulanda, Reyes y compañía, que es comparable.
POSDATA: Recomiendo a los lectores abrir la siguiente dirección de internet: www.maxvergarapoeti.blogspot.com/2008/01/chvez-y-el-terrorismo.html. Contiene un acertado comentario sobre el terrorismo en Colombia y la posición intervencionista del presidente Chávez.
