PLANEAR ES GOBERNAR
Por Édgar Vergara Figueredo
Se entiende que en este momento los planes de desarrollo departamental y municipal en el ámbito de cada departamento, deben estar alistándose para pasar a estudio de los correspondientes Consejos Territoriales de Planeación, una vez que estos consejos se hayan integrado por cada gobernador y alcalde. La idea central de la planificación es la racionalidad, enseñó el profesor Gonzalo Martner, Director de la Oficina de Planificación Económica durante el gobierno del Presidente Salvador Allende. A continuación explicó: Este principio supone que, dada la multitud de posibilidades de acción de los hombres, del gobierno, de las empresas y de las familias, es necesario elegir “racionalmente” qué alternativas son mejores para la realización de los valores finales que sustenten dichos hombres, familias, gobiernos o empresas.
Planificar implica, según Martner, reducir el número de alternativas que se presentan a la acción a unas pocas, compatibles con los medios disponibles. Para concluir, define la programación como la selección cuidadosa de fines y medios apropiados para alcanzarlos. Pasados algunos años, todavía siguen vigentes las ideas de este autor, sin que el modernismo económico las haya podido borrar del pensamiento vigente. Pues, en esta materia, la academia y los programadores continúan practicándolas, teniendo en cuenta que se constituyen en principio básico para planificar los recursos y la inversión, y en un mecanismo de solución de las necesidades colectivas para el engrandecimiento de la dignidad del ser humano.
Supone la planificación, una ordenación mental del planificador para evitar la atomización y dispersión de la inversión y la pérdida de recursos aprovechables para la realización de acciones que procuren el mejoramiento de las condiciones de vida de las personas. Si en el pasado, el empleo de la planeación, como herramienta para gobernar, estaba probado, la dignificación de lo humano, el desarrollo mundial de la economía, la competencia y el crecimiento de las relaciones comerciales entre países, señalan que este camino hoy es más correcto cuando las circunstancias obligan a una anticipación del futuro para conseguir un resultado rápido de bienestar social común.
La pobreza y el hambre, el crecimiento de la población, el proceso de urbanización, el mejoramiento de la productividad, el avance de la industrialización, el progreso de las tecnologías de producción, la globalización del comercio, la competitividad mundial, la expansión de la conectividad y la modernización de la movilidad, entre otras, son situaciones que obligan a ordenar la casa, con el fin de aprovechar efectivamente los recursos financieros, materiales y humanos que están a disposición. En un escenario así, los planes de desarrollo, que deben elaborarse por los gobiernos para la aprobación de las asambleas y concejos municipales y distritales, tienen que ser consistentes en cuanto a su estructura, y no cosméticos, dado que obedecen legalmente a los contenidos de los programa de gobierno y también, a la voluntad de los ciudadanos expresada durante su trámite y antes de la respectiva aprobación.
Posesionados los gobernadores y alcaldes, es tarea impositiva y obligatoria legal de entrar a planear las actividades que se quieran ejecutar en los próximos cuatro años. Lo aconsejable es aterrizar y no volar demasiado alto para evitar que los proyectos caigan en el vacío al no poderse materializar por falta de recursos financieros o de otra índole. Por eso, deben compatibilizarse con la realidad para conseguir resultados, como solución a los problemas relacionados con empleo, calidad de vida, salud, educación, vivienda, niñez y adolescencia, desplazamiento de la población, medio ambiente, seguridad ciudadana, desarrollo urbano, vías, comunicaciones y redistribución de la renta regional. Todo este componente, articulado con el plan nacional de desarrollo y los objetivos de desarrollo del milenio (ODM). De otra manera, la situación futura sería al garete.

POSDATA: Interpretando el pensamiento del economista Jeffrey Sachs, se puede vaticinar: Sin infraestructura básica y sin capital humano, los mercados pueden ignorar cruelmente amplias zonas del planeta y dejarlas empobrecidas y sufriendo sin cesar.

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