Lo que la gente no esperaba y los escépticos no creían, la guerrilla de
las FARC y el gobierno Santos suscribieron el acuerdo de paz. Salió el arreglo
en 297 páginas, sin artículos, pero con capítulos sobre los diversos temas construidos
por los asesores y representantes nacionales e internacionales incorporando la
experiencia adquirida a través de otros procesos del mundo.
Todos queremos la paz. A pesar de existir este sentimiento colectivo hay
otros que no comparten totalmente el pacto celebrado. Aún apenas sea una
tendencia de opinión hay que respetarla para mantener la paz, finalmente será la
mayoría, la que dentro de un marco democrático y a través del voto, la que lo aprobará
o negará.
El preámbulo de la Constitución Política de Colombia asegura la paz con
el fin de fortalecer la unidad de la Nación. La paz es un derecho y un deber de
obligatorio cumplimiento (art. 22). Es un deber y una obligación de todo
colombiano propender al logro y su mantenimiento (art. 95). En tal virtud todos estamos
obligados a la promoción de su materialización política, social y económica.
La paz es universal. Los pueblos motivados por la pérdida de millones de
vidas en las dos guerras que había sufrido la humanidad y sus consecuencias
materiales, fundaron la Organización de las Naciones Unidas y expidieron su
carta el 26 de junio de 1945 en la ciudad San Francisco.
A través
de ella, los líderes del mundo se comprometieron a practicar la tolerancia y a
convivir en paz como buenos vecinos, a unir fuerzas para su mantenimiento y la
seguridad internacionales y a emplear un mecanismo universal para promover el
progreso económico y social del mundo, negando el uso de la fuerza armada para
arreglar las divergencias políticas.
La
negociación entre gobierno y las FARC de La Habana es un documento de contenido
político y social que podría revolucionar las relaciones sociales en Colombia.
Que a todas luces, además de garantizarle a la guerrilla su incorporación a la
vida civil, reformaría el sistema social comprometiendo a los políticos y al
Estado a resolver los problemas de la población marginada rural sucumbida en la
pobreza absoluta.
Lo que
los gobiernos, el congreso y los políticos de turno no pudieron hacer durante más
de 68 años de violencia, ahora los mismos, mansitos, deberán transformar las
relaciones entre Estado y Ciudadanos, al convenir reformas que tendrían que realizarse
para cumplir la negociación convertida en tratado internacional. Comprometiendo
a su vez a la gente como actores de los cambios que se proponen.
POSDATA: La
carta de las N. U. reafirma la fe en los derechos fundamentales del hombre, en
la dignidad y el valor de la persona humana.
TE DESTACAMOS: El acuerdo transformará la tenencia de la propiedad, los
tributos locales y las reformas de la infraestructura básica en el ámbito rural
y garantizará el monopolio de la fuerza pública por parte del Estado.
(02-09-16)