En Cuba, a pesar de que su gente es muy acogedora y calurosa, todavía se practican costumbres de tiempos pasados, y la conformación física de la vivienda familiar quedó atrás; así es un país que, cuando se abra al capitalismo, superará muchos frentes como el turismo. Existen poblaciones costeras con grandes potencialidades en este campo que brindan un paisaje y condiciones climáticas excepcionales. Adicionalmente a esto, se puede apreciar la inquietud que tienen los intelectuales por el progreso personal, de producir de modos incontables, principalmente publicando lo que escriben. Pero existe una especie de frustración porque no encuentran las condiciones propicias para hacerlo, el sometimiento impide la realización individual del hombre. Indudablemente, el campo intelectivo y espiritual del cubano está frenado por las prácticas de orden oficiales.
Como caso particular, en ninguna ciudad de Cuba hay niños en la calle, ya que tienen protección especial del Estado y siempre estarán en las escuelas públicas educándose, o en actividades de esparcimiento. En esto nos gana, no es Colombia, ni México, como tampoco Argentina, Brasil o Chile, donde los menores se encuentran en cada esquina, repitiendo oficios de adultos y vagando muertos de hambre, con el patrocinio estatal y de la propia sociedad. Las bibliotecas y los archivos históricos están abiertos al público y se tiene acceso a ellos con mucha facilidad, con excepción del Archivo General de la Isla de Cuba que está en La Habana, fundado en 1840, que presenta alguna restricción para el foráneo.
Las monedas extranjeras como el dólar y el euro son de prohibida aceptación. En el país circulan dos: el CUC o divisa, y el peso cubano. Por ejemplo, en el mes de julio pasado por un dólar que se cambiaba en los bancos o en Cadeca (empresa estatal de cambio de moneda) le daban 0.80 CUC y un CUC valía 24 pesos cubanos. En este orden de ideas, los salarios son bajos: un jefe de museo apenas gana 25 dólares, similar a un médico y de allí para abajo los demás; salarios que son pagados en pesos cubanos por el Estado. Por lo tanto, el nacional no tiene acceso al CUC, por lo que la circulación es restringida. El consumo se centra en productos de mediana calidad, porque para tener oportunidad de comprar mejores artículos hay que pagar en CUC.
El transporte urbano es precario: predominan las bicicletas. Hay taxis de propiedad del Estado, pero no están a la mano porque son escasos; con excepción de La Habana donde se pueden tomar con facilidad, pues en el resto de la isla ni se ven. Los automóviles particulares, que a pesar de no estar autorizados prestan el servicio, son viejísimos y deteriorados. El sistema común de transporte colectivo está conformado por el bicitaxi (bicicleta de tres ruedas y puesto para dos personas), carretas y carros tirados por caballos y camiones de modelos antiguos adaptados y techados para este fin. En La Habana también hay cocotaxis, una especie de coco motorizado circulante.
Las carreteras cubanas son angostas y tienen poco tráfico automotor. El transporte entre ciudades se hace por dos líneas de buses. Una, Viazul para extranjeros o cubanos que cuenten con CUC, y otra, Astor, para nacionales que paguen con peso cubano. La diferencia está en que la primera es de mejor categoría. El aéreo lo cubren dos sociedades estatales: Cubana y Caribeen, la primera con aviones viejos de construcción rusa YAK-42, y la segunda con turbohélices ATR-72 de fabricación francesa.
Los cementerios son característicos. En Santiago de Cuba, el de Santa Efigenia es hermoso, más que el Colón de La Habana. Están las tumbas más monumentales con exceso de blancura, en mármol; en ellas se encuentran depositados los restos de los más célebres próceres como Carlos Manuel Céspedes, Pedro Figueredo Cisneros, Rodrigo Tamayo Cisneros y su hijo, Tomás Estrada Palma, José Martí y los sacrificados del 26 de julio de 1953. Más recuentos sobre Cuba se podrían hacer, pero por ahora quedan pendientes.
POSDATA: Presente está el novelista español José Selgas: “Dios le ha dicho al cuerpo: Vive, y al alma: Espera”.
Como caso particular, en ninguna ciudad de Cuba hay niños en la calle, ya que tienen protección especial del Estado y siempre estarán en las escuelas públicas educándose, o en actividades de esparcimiento. En esto nos gana, no es Colombia, ni México, como tampoco Argentina, Brasil o Chile, donde los menores se encuentran en cada esquina, repitiendo oficios de adultos y vagando muertos de hambre, con el patrocinio estatal y de la propia sociedad. Las bibliotecas y los archivos históricos están abiertos al público y se tiene acceso a ellos con mucha facilidad, con excepción del Archivo General de la Isla de Cuba que está en La Habana, fundado en 1840, que presenta alguna restricción para el foráneo.
Las monedas extranjeras como el dólar y el euro son de prohibida aceptación. En el país circulan dos: el CUC o divisa, y el peso cubano. Por ejemplo, en el mes de julio pasado por un dólar que se cambiaba en los bancos o en Cadeca (empresa estatal de cambio de moneda) le daban 0.80 CUC y un CUC valía 24 pesos cubanos. En este orden de ideas, los salarios son bajos: un jefe de museo apenas gana 25 dólares, similar a un médico y de allí para abajo los demás; salarios que son pagados en pesos cubanos por el Estado. Por lo tanto, el nacional no tiene acceso al CUC, por lo que la circulación es restringida. El consumo se centra en productos de mediana calidad, porque para tener oportunidad de comprar mejores artículos hay que pagar en CUC.
El transporte urbano es precario: predominan las bicicletas. Hay taxis de propiedad del Estado, pero no están a la mano porque son escasos; con excepción de La Habana donde se pueden tomar con facilidad, pues en el resto de la isla ni se ven. Los automóviles particulares, que a pesar de no estar autorizados prestan el servicio, son viejísimos y deteriorados. El sistema común de transporte colectivo está conformado por el bicitaxi (bicicleta de tres ruedas y puesto para dos personas), carretas y carros tirados por caballos y camiones de modelos antiguos adaptados y techados para este fin. En La Habana también hay cocotaxis, una especie de coco motorizado circulante.
Las carreteras cubanas son angostas y tienen poco tráfico automotor. El transporte entre ciudades se hace por dos líneas de buses. Una, Viazul para extranjeros o cubanos que cuenten con CUC, y otra, Astor, para nacionales que paguen con peso cubano. La diferencia está en que la primera es de mejor categoría. El aéreo lo cubren dos sociedades estatales: Cubana y Caribeen, la primera con aviones viejos de construcción rusa YAK-42, y la segunda con turbohélices ATR-72 de fabricación francesa.
Los cementerios son característicos. En Santiago de Cuba, el de Santa Efigenia es hermoso, más que el Colón de La Habana. Están las tumbas más monumentales con exceso de blancura, en mármol; en ellas se encuentran depositados los restos de los más célebres próceres como Carlos Manuel Céspedes, Pedro Figueredo Cisneros, Rodrigo Tamayo Cisneros y su hijo, Tomás Estrada Palma, José Martí y los sacrificados del 26 de julio de 1953. Más recuentos sobre Cuba se podrían hacer, pero por ahora quedan pendientes.
POSDATA: Presente está el novelista español José Selgas: “Dios le ha dicho al cuerpo: Vive, y al alma: Espera”.