La proyección por televisión, a través de History Channel del documental “Roma, Construyendo un Imperio”, de Christopher Cassel, que vimos el martes pasado por la noche, impresiona al televidente culto; es un buen trabajo histórico y extiende su contenido para que sea conocido por quienes pocos saben de la civilización que dominó por siglos a occidente y parte del oriente del planeta. En la ciudad eterna, la sociedad se movía alrededor de los baños, el vino y el sexo. Como en el tiempo de Claudio que se decía que en el vino está la vida, teniendo como luz a Baco (Dios del vino).
Roma, gran imperio, como se le denomina, le dejó a la humanidad una gran experiencia en materia de gobierno, filosofía, ornamento, ingeniería y arquitectura; a pesar de todos los errores, extravagancias y pecados de los emperadores y gobernantes. Cada emperador, en particular, impregnó su huella en las grandes obras públicas y en la vida privada. La esclavitud, fue la fuente masiva más importante de trabajo humano, apoyándose en su división para la realización de cada tarea y así adelantar las grandes construcciones sepulcrales.
Los baños, fueron sitios prestigiosos de la vida romana, se hacían para uso del pueblo sin distingo de estratos ni clases sociales. Se erigieron monumentales en la época de Caracalla. Henryk Sienkiewicz, en su obra: ¿Quo vadis?, los describe con detalle. Precisamente, el pasaje es vivido por Petronio. Éste, (tenía guayabado o resaca) el día siguiente, después de haber asistido a un banquete ofrecido por Nerón, lo cuenta. Del oleothesium (aposento destinado en los baños para untar el cuerpo con aceite), donde los balneatores (bañadores) lo frotaban con aceite de oliva aromático, pasaba al laconicum (sudadero), y luego, al tepidarium (sala de los baños, cuya temperatura hacía que la transición al fresco del frigidarium no fuese tan brusca).
La Roma primitiva de ladrillo, pasó a ser de mármol; sus gestores desarrollaron con fuerza la construcción de acueductos para la provisión de agua a las casas privadas, los baños públicos y las fuentes del pueblo. ¡Hoy se diría: Roma era de agua! Y así, como esta obra es sobresaliente, se pueden enumerar muchas más, viejas y renovadas, al compás de la lira que tocó Nerón cuando ardía la ciudad para dar el paso a nuevas edificaciones, idea que había surgido de la mente paranoica del soberano. No faltó el emperador, que se atrevió a desterrar al poeta Publio Ovidio Nasón por sus versos licenciosos, sin haber podido reconocer que su confinamiento se debió a que el bardo era testigo de muchos secretos de la vida imperial. Esto nos indica hasta dónde llegó el poder omnímodo de los gobernantes romanos, que quisieron ignorar el daño que causaban, disfrutando del poder en medio de la opulencia estrafalaria. En nuestro tiempo, para allá va la potencia de Estados Unidos, de la que sabemos algo, pero falta mucho.
Kerby Anderson, nos llama la atención sobre lo que ve en el presente: “Al observar tres mil años de historia, vemos que las civilizaciones crecen, pero finalmente caen y mueren. La historia del mundo es la historia de naciones que son conquistadas por otras naciones o se hunden en la anarquía.” Es un mensaje de oportunidad, pues el Norte nos somete, a sus prácticas comerciales, a la subordinación económica y al control militar. Habrá un día, sin que las naciones domadas protesten ni muevan un hilo, en que el imperio caerá ante la descomposición social y la decadencia de la cultura, como ya lo predijo Russell Kirk.
POSDATA: ¡Gracias, Señor, porque no soy rueda del poder, porque soy uno de los que él aplasta!, alimentaría el recuerdo el filósofo indio R. Tagore.
Roma, gran imperio, como se le denomina, le dejó a la humanidad una gran experiencia en materia de gobierno, filosofía, ornamento, ingeniería y arquitectura; a pesar de todos los errores, extravagancias y pecados de los emperadores y gobernantes. Cada emperador, en particular, impregnó su huella en las grandes obras públicas y en la vida privada. La esclavitud, fue la fuente masiva más importante de trabajo humano, apoyándose en su división para la realización de cada tarea y así adelantar las grandes construcciones sepulcrales.
Los baños, fueron sitios prestigiosos de la vida romana, se hacían para uso del pueblo sin distingo de estratos ni clases sociales. Se erigieron monumentales en la época de Caracalla. Henryk Sienkiewicz, en su obra: ¿Quo vadis?, los describe con detalle. Precisamente, el pasaje es vivido por Petronio. Éste, (tenía guayabado o resaca) el día siguiente, después de haber asistido a un banquete ofrecido por Nerón, lo cuenta. Del oleothesium (aposento destinado en los baños para untar el cuerpo con aceite), donde los balneatores (bañadores) lo frotaban con aceite de oliva aromático, pasaba al laconicum (sudadero), y luego, al tepidarium (sala de los baños, cuya temperatura hacía que la transición al fresco del frigidarium no fuese tan brusca).
La Roma primitiva de ladrillo, pasó a ser de mármol; sus gestores desarrollaron con fuerza la construcción de acueductos para la provisión de agua a las casas privadas, los baños públicos y las fuentes del pueblo. ¡Hoy se diría: Roma era de agua! Y así, como esta obra es sobresaliente, se pueden enumerar muchas más, viejas y renovadas, al compás de la lira que tocó Nerón cuando ardía la ciudad para dar el paso a nuevas edificaciones, idea que había surgido de la mente paranoica del soberano. No faltó el emperador, que se atrevió a desterrar al poeta Publio Ovidio Nasón por sus versos licenciosos, sin haber podido reconocer que su confinamiento se debió a que el bardo era testigo de muchos secretos de la vida imperial. Esto nos indica hasta dónde llegó el poder omnímodo de los gobernantes romanos, que quisieron ignorar el daño que causaban, disfrutando del poder en medio de la opulencia estrafalaria. En nuestro tiempo, para allá va la potencia de Estados Unidos, de la que sabemos algo, pero falta mucho.
Kerby Anderson, nos llama la atención sobre lo que ve en el presente: “Al observar tres mil años de historia, vemos que las civilizaciones crecen, pero finalmente caen y mueren. La historia del mundo es la historia de naciones que son conquistadas por otras naciones o se hunden en la anarquía.” Es un mensaje de oportunidad, pues el Norte nos somete, a sus prácticas comerciales, a la subordinación económica y al control militar. Habrá un día, sin que las naciones domadas protesten ni muevan un hilo, en que el imperio caerá ante la descomposición social y la decadencia de la cultura, como ya lo predijo Russell Kirk.
POSDATA: ¡Gracias, Señor, porque no soy rueda del poder, porque soy uno de los que él aplasta!, alimentaría el recuerdo el filósofo indio R. Tagore.