MÁS DÉFICIT Y BANCARROTA

Difícilmente un país puede progresar en situaciones donde predomina el robo a las tesorerías públicas del orden nacional, departamental, distrital y municipal. La palabra corrupción es común. Es la utilización de las funciones, medios e influencias, en provecho económico o de otra índole, de sus gestores. Es romper o destruir las buenas costumbres sobre el manejo de los asuntos públicos para establecer el mal que menoscaba el interés de la sociedad. Es el amasamiento del poder con el dinero. Su permanencia en la estructura de la administración pública atenta contra el liderazgo, la visión y la valentía moral que debe ejercitarse para la correcta utilización de los impuestos, hacer la redistribución de la renta y conseguir el progreso colectivo.
Son a diario los casos encaminados a sustraer recursos públicos, que como el agua por debajo de los puentes tienen su destino, pasan a engrosar las fortunas privadas y son fuente de financiación de las campañas políticas. Los recursos por concepto de impuestos, regalías y transferencias nacionales, vienen siendo utilizados de manera irregular para fines distintos de los previstos en la ley y en los presupuestos públicos. A pesar de que algunas administraciones se acogieron a la ley de reactivación económica, no salen de la encrucijada del déficit.
Las gobernaciones de Bolívar, de Córdoba y de su capital Montería, son ejemplos sobresalientes de las consecuencias de los dolosos manejos pasados, llegando estas entidades hoy a soportar una de las peores crisis de carácter administrativo y financiero. Las declaraciones del Gobernador de Bolívar entregadas a la Revista Semana son escalofriantes. Dice, que el Departamento tiene cerca de 1300 demandas que se fallaron con la complicidad de la justicia de Bolívar. La sola cifra asusta, pese a no saber el valor a que llega, atenta contra la integridad y estabilidad de la administración. Hay desorden en el sector de la salud y sostiene que el déficit es incuantificable. El mismo reporte de Semana, señala que en una casa de Castillo Grande de Cartagena se negociaban los contratos al 50% y el 60% de su valor. A propósito de esta coyuntura, igual sucedió recientemente en Lorica (Córdoba), hecho que fue denunciado públicamente en las páginas del diario El Meridiano, y comentado en mi columna semanal con la debida imparcialidad y objetividad.
En enero pasado el Presidente Uribe, denunció las contrataciones irregulares financiadas con regalías efectuadas por la Gobernación de Córdoba, pidió cuentas y se descubrió la filigrana de negocios que enredan a un sector de la clase política regional. Ahora, la actual Gobernadora de Córdoba saca a la luz pública el trágico déficit en la contabilidad del departamento y anuncia que son 800 mil millones de pesos que faltan para pagar las cuentas pendientes (El Meridiano, 19-03-08), lo cual lleva al ente territorial a acogerse a la ley de reactivación económica. Es bueno que la ciudadanía sepa que ese montón de plata es un déficit acumulado, originado en un desordenado manejo administrativo y financiero de corrupción, cuya responsabilidad corre por cuenta de los últimos gobernadores que pertenecen a la misma corriente política de la actual Gobernadora.
La administración del municipio de Montería, no se escapa al flagelo del caos presupuestal, administrativo y financiero. Después de haberse acogido a la ley de intervención económica, el Municipio todavía tiene obligaciones por pagar que superan los 50 mil millones de pesos y no 7 mil millones como dijo el Alcalde saliente (El Meridiano, 18-03-08). Y así como estos cuatro casos, son muchos otros los que están ocultos a lo ancho y largo del país y que por lo tanto desconoce la opinión pública. A todo esto, uno se pregunta: ¿En qué estaban las contralorías departamentales y municipales? ¿Qué hacía en ese momento la Contraloría General de la República, que también tiene que ver con este desbarajuste? Pues es sabido que las contralorías locales le hacen a ésta reportes periódicos sobre su gestión fiscalizadora. ¡Todos ciegos y la Nación desangrándose!
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