La situación alimentaria en el mundo está en aprietos. Los alimentos escasean y suben de precios por una escalera tan empinada que los ingresos personales no los alcanzan, y menos aún, los precarios que reciben los pobres. El asunto es mundial, pero también colombiano. Son muchos los factores que concurren a crear el estado que se está observando. Mientras el Ministro de Agricultura de Colombia insiste en que su origen se debe principalmente a fenómenos externos, como al crecimiento del consumo de China e India y otros países en desarrollo, los organismos internacionales, entre los que están el Relator Especial sobre el Derecho a la Alimentación de las Naciones Unidas, el programa Evaluación Internacional del Conocimiento, Ciencia y Tecnología Agrícolas para el Desarrollo (IAASTD) y la FAO, piensan otra cosa distinta.
El Ministro Arias nos endulza la opinión con estadísticas para justificar la crisis alimentaria, como si hasta ahora los habitantes de esos países mencionados por él apenas empezaran a mejorar sus condiciones de ingreso y a consumir más alimentos, cuando el proceso de desarrollo de China e India no ha sido rápido, es decir de un día para otro, sino lento como todas las demás naciones del planeta que progresan. La conclusión ministerial no ha podido ser otra, la misma que ha repetido en muchos escenarios, como defensor que es de la otra cara de la moneda: la agricultura de productos alimenticios con fines de materia prima para la elaboración de biocombustibles.
Por eso en un escrito, sentencia: “Queda claro que no son los biocombustibles los causantes del fuerte incremento del precio mundial de los alimentos.” Ante el rechazo comunitario de los biocombustibles, agrega: “…los cuales no sólo contribuyen a moderar el precio del petróleo, sino también a mejorar el ingreso de los agricultores de países como Colombia (en donde los biocombustibles se producen sin tumbar selva y sin atentar contra la seguridad alimentaria mundial).” (El Tiempo 15-06-08). Dos días después, señala: “Por supuesto que hay productos que suben de precio, pero en Colombia tenemos una ventaja y es que contamos con una variedad de alimentos que no tienen todos los países y cuando unos suben de precio otros bajan.” (El Tiempo 17-06-08).
Según el Ministro de Agricultura, para producir alimentos para la población se necesita tumbar selva, mientras que para producir los mismos frutos para la elaboración de biocombustibles no hay que tumbarla. ¡Cuán raciocinio acomodado! Frente a esto y a lo que está pasando, la verdadera verdad es que no existe una cantidad suficiente de producción alimenticia, lo cual está probado en el país. Hay una trepada de precios como consecuencia directa de la falta de oferta interna. Nada más corroborativo del desabastecimiento fue la preocupación presidencial por la inflación de precios de los alimentos y la convocatoria a los sectores productivos para controlarlos. En sentido igual se expresó el director de la Cámara Induarroz de la ANDI, cuando dice que hay demanda, mientras que la oferta de materia prima es escasa y cara. (El Tiempo 25-06-08).
Ahora, ¿que nos vendrá a proponer el ministro? Antes, nos dijo que en vez de consumir pan, comiéramos arepa. Pero subió el maíz. Como la cuestión no le resultó, ahora le corresponde armar una nueva canasta para sustituir el arroz, tan tradicional en el plato de los colombianos. Si estuviera en China, le tocaría al Ministerio de Agricultura renunciar.
POSDATA: “El hambre es un insulto, humilla, deshumaniza, destruye el cuerpo y el espíritu; es el hecho más asesino que existe”, afirmó el patriota indio Gandhi.
EN VEZ DE ARROZ: ¿QUË?
