El presidente de Nicaragua Daniel Ortega tiene encima dos marchas realizadas por los nicaragüenses que lo atormentan. Una, el pasado 27 de junio, para pedir su renuncia y luego otra, el 16 de julio, contra su gobierno. Para sostenerse Ortega ha tenido que pactar hasta con el diablo. Estableció una coalición política denominada “pacto sucio”, nada menos que con el ex presidente Arnoldo Alemán, que es un derechista empedernido, con malos antecedentes y condenado judicialmente por corrupción. Se sabe que la situación social, económica y política de esa Nación no es de paz. Está convulsionada por la pobreza, la inflación y el desempleo, fenómenos sociales que carcomen el tejido humano y económico del país centroamericano.
Frente al reclamo efectuado por los periodistas nicaragüenses y por el gobierno de Colombia a la presunta reciente visita de los delegados de la FARC a Nicaragua el pasado 19 de julio, el gobierno de Ortega ha ordenado a los servicios de seguridad de su país que investiguen quién o quiénes filtraron la información de la llegada de los representantes de la agrupación guerrillera. El anuncio oficial se encamina a la indagación de la filtración y no al hecho mismo del periplo, asunto que profundiza el cuestionamiento sobre este evento y conduce a esconder la verdad. Entonces, cualquiera que sea el resultado de este esculque oficial no contribuiría a aclarar la veracidad sobre la celebración de la reunión. Al final, lo que es peor: queda la duda.
En Nicaragua, el repudio por la conjura Gobierno-FARC se ha expresado públicamente, y con razón suficiente. Frente a la crítica periodística y de opinión pública, el gobierno trata de protegerse, aunque tambalea. En su defensiva insulta a la prensa de su país y la trata de “traición a la patria”. Una lectura de lo que allá está pasando, la aportan las miles de cartas recibidas y difundidas por el Diario La Prensa de Managua. Veamos algunas:
“El pueblo de Nicaragua es un pueblo trabajador honesto, es un pueblo que durante décadas estuvo sumido en la mano corrupta de las dictaduras de Somoza, no merece que en esta época y cuando las economías latinoamericanas están creciendo, su presidente los lleve a ser cuestionados como refugio de terrorista que secuestran, torturan, y trafican.” “Lo que ocurre es que Ortega cada cierto tiempo se destapa hablando y despotricando contra lo que el llama el imperio, y dice una huracanada de insultos y provocaciones, y después cuando se da cuenta que metió las cuatro patas del burro que lleva dentro, se queda calladito en el más absoluto silencio.” “Ese es el problema de tener un indigente, ignorante y corrupto como presidente. Día a día Ortega, aísla su país de la civilización mundial.”
Otras cartas dicen: “Que vergüenza la exposición del embajador de Nicaragua ante la OEA al no tener argumentos para defenderse de la denuncia de Colombia y lo único que hizo fue traer retazos de hechos ya ocurridos y superados incluso ante la OEA.” “Señores de que nos espantamos... que podemos esperar de un partido que tiene como líder a una persona que viola a su hija, de asesor a una mujer que prefiere el poder antes de la defensa de su hija, directores con muerte en sus manos y quiebra de bancos.” “Pueblo nicaragüense hasta cuando van a dejar que los gobierne una persona la cual no tiene ni un poquito de sentido común, puesto que es un alcohólico, teniendo ustedes en Nicaragua personas estudiadas las cuales pueden desempeñar un papel mejor en la presidencia de Nicaragua, este tipo es un dinosaurio en vía de extinción y si sigue en la presidencia no quedará nada de Nicaragua, sino el nombre.” Lo demás lo dejo a los lectores, para que se formen una idea de lo que está sucediendo en Nicaragua.
POSDATA: Apunta el filósofo francés Jean Jacques Rousseau: “Lo que es malo en moral, también es malo en política”
LA NUEVA DICTADURA DE ORTEGA
