DEL CRAC DE 1929 A HOY

Antes del crac del jueves 24 de octubre de 1929 todo era color de rosa en Norteamérica. Había confianza en la bonanza económica y la gente gastaba, atraída especialmente por la inversión en acciones empresariales que producían más de lo previsto. Esta desmesurada estimación, impulsada por la apertura crediticia como fuente de financiación, hizo que los precios de las acciones subieran más de la cuenta. La gente se endeudó a cambio de más títulos. Pero llegó el día del “golpe” y sucedió lo que tenía que suceder. Los precios cayeron y vino la estremecida venta de acciones, que motorizó el sistema financiero, a lo que siguió la baja de precios, la desaparición de bancos y con ellos los ahorros de los clientes, las empresas se quebraron y por consiguiente hubo millares de desempleados. El análisis posterior puso de presente la ausencia del Estado, quedando como ley el libre albedrío del mercado abierto a la especulación propia del hombre en su entorno egoísta.
Actualmente, lo que está a la vista, empezó con la bancarrota de Lehman Brothers de Estados Unidos dedicado a inversiones hipotecarias, y se propagó a otros bancos y a todas las bolsas del mundo, incluida Colombia y el resto de naciones de América Latina. El índice Dow Jones, en Wall Street (distrito de negocios y finanzas de la ciudad de Nueva York), cayó como primer síntoma. Fue el agotamiento normal del sistema y la derivación del pánico como pérdida de la confianza en el funcionamiento de la economía norteamericana. Para esta crisis mundial, el lunes ha sido tan igual como el jueves de octubre de 1929. En aquel entonces fue un día, aquí van cuatro seguidos.
Aunque la cantidad de 700 mil millones no cabe en el tablero de una de nuestras escuelas, ciertos líderes de E.U se resisten a creer que sea esta suma la salvación. La cuestión financiera apenas comienza y el virus de la gripa vuela a velocidades extremas cruzando las montañas y mares para contagiar a todos los mercados financieros. Se dieron cuenta que no solo el Estado es culpable de la bancarrota, sino que también son responsables quienes han manejado irresponsablemente desde el sector privado las finanzas y la economía. Saben que las pérdidas tendrán que socializarse obligadamente ante la debacle financiera, considerada como síndrome de la corrupción privada.
Un comentario de ahora precisa la diferencia entre el crac de 1929 y su gran de depresión, y lo que hoy está sucediendo; en aquel entonces, el momento se caracterizó porque “la falta de solidaridad entre las naciones perpetuó aún más el marasmo”. Por el contrario, en el presente, se ha demostrado demasiada solidaridad, así los países de Europa y Asia emprenden paliativos con acciones para frenar el avance de la crisis. Cada uno ha puesto los ojos en su propio sistema financiero para enmendarlo y evitar el desastre sucesivo de la recesión, que al no tomarse medidas inmediatas, envenenaría a sus economías. Los gobiernos europeos se mueven ante el fenómeno económico, y así acuerdan: “mantenerse mutuamente informados de las medidas para rescatar a los bancos, incluyendo sanciones contra los jefes de bancos que quiebren.”
En Colombia los acontecimientos económicos externos ya se reflejan. El dólar se disparó a causa de la corrida de inversión. Los analistas advierten el contagio y la turbulencia se podría sentir más en el futuro, tal como lo ha señalado el presidente del Banco Mundial: “Los países en vía de desarrollo se están acercando a una zona peligrosa, con grandes riesgos para las exportaciones, la inversión, el crédito, los sistemas bancarios, los presupuestos y la balanza de pagos.” Sin duda, la crisis de Estados Unidos, se va a reflejar en una baja de su consumo interno; siendo nuestro principal aliado de comercio, la situación afectaría en primer lugar a nuestras exportaciones, con repercusión notoria en la producción y el empleo. Pero a pesar del estruendo, la banca en Colombia se mantiene segura de su propio manejo según sus dirigentes, frente a lo que piensa el sector keynesiano de pensamiento económico, que se queja del gobierno que gastó más de la cuenta disfrutando de la prosperidad de los últimos años.
POSDATA: John Maynard Keynes, dijo: “Los hombres prácticos, que se creen completamente inmunes a toda influencia intelectual, son generalmente esclavos de algún economista difunto”

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