SABÍAMOS POCO DE TRUJILLO

En la medida que pasa el tiempo vamos conociendo aún más el pasado violento que han padecido muchos de nuestros compatriotas. Memoria, entendida como la facultad psíquica por medio de la cual se retiene y recuerda el pasado, la cual sirve como dato para hacer una exposición detallada de los hechos referentes a esa evocación, está presente. Es la misma, que ha realizado la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR), en su primer gran informe de memoria histórica sobre los acontecimientos feroces contra la población civil que tuvieron lugar en Trujillo, Bolívar y Riofrío, municipios pertenecientes al departamento del Valle del Cauca. Es un documento disponible, para recapacitar sobre la ola de violencia y la relación de los actores políticos con las bandas criminales. En el territorio del Caribe colombiano hay muchas memorias para construir.
Con los hechos hasta ahora contados a medias por la prensa nacional y conocidos mediante contenidos de la enclenque investigación judicial, realizada con motivo de las denuncias de las víctimas de los atroces delitos, se destapa una tragedia con el detalle de su correspondiente desarrollo entre los años 1988 y 1994. Después de tanto tiempo transcurrido de tales sucesos, se ha sabido que detrás de esa cortina de humo que se tendió, se escondieron intereses relacionados con las rutas del narcotráfico y la lucha por la propiedad de la tierra por parte de los autores intelectuales de los crímenes. Crímenes que son considerados en su totalidad de lesa humanidad, por lo tanto castigados por el derecho interno y drásticamente por el internacional.
No es para menos, la posición geográfica dominante de los municipios cobijados por el conflicto memorizado, que ruta hacia una salida al mar Pacífico por el occidente del país, pone a estos territorios en suma importancia. No obstante lo anterior, el conflicto tiene origen político de años más atrás, entre liberales y conservadores, el cual también analiza el Gran Informe de Memoria Histórica de la CNRR. Además, esta Memoria reconstruye la verdad, sobre sucesos narrados por algunos de los que presenciaron el despelote violento contra los pobladores de estos tres municipios del Valle del Cauca. Como se anota, existió una secuencia de distintos delitos: detención arbitraria, desaparición forzada, tortura, homicidio selectivo y masacres.
En la narrativa se plantea la desmemoria nacional del trance, como una característica de la sociedad colombiana. Fue un escenario atroz patrocinado por la fuerza pública en asocio con criminales reconocidos, como El Alacrán y Don Diego. El recuerdo apenas queda en los allegados de las víctimas, con el consecuente trauma de desarticulación de la familia, cuyos miembros se llenan de pena moral y posteriormente, algunos, se van a la tumba. De esta manera se ahonda el dolor en el resto del núcleo familiar, el que sobrevive malamente frente al desplazamiento, a la persecución, a la pobreza y a la impunidad de que son objeto. La memoria busca la verdad para evitar el olvido definitivo. Se sabe que la gravedad del asunto, como en otros casos, está en haberse exonerado de responsabilidad a los victimarios, tanto en lo penal como disciplinario, como lo prueba la Memoria de la CNRR. En consecuencia, el balance no es favorable para la sociedad como tampoco para el Estado.
Estamos viviendo en un país que funciona con mucho miedo. Pues a pesar de la limpieza de las instituciones del Estado, atendiendo a las denuncias públicas, todavía queda mucho por hacer y tiempo para asear la podredumbre que la penetración del dinero ha dejado, como consecuencia de la tendencia nacional al enriquecimiento fácil y a la conquista del poder por parte de la dirigencia local abrazada con la delincuencia del narcotráfico. El padre Tiberio Fernández Mafla es considerado “el símbolo de la masacre de Trujillo al encarnar el dolor infligido a todas las víctimas de los hechos violentos”. Ahora, es menester recomendar la lectura acuciosa del libro: “Trujillo, una tragedia que no cesa” de la CNRR, publicado por Editorial Planeta, y aparecido esta semana.
POSDATA: Con suficiente razón el filósofo español Séneca había dicho: “La verdad es el único bien del hombre.”

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