La caricatura refleja lo que es nuestra Colombia de cabo a rabo. La política y sus personajes, la actuación de los funcionarios públicos y las decisiones de las instituciones y las corporaciones hacen parte de la parafernalia nacional. La caricatura, como micro escritura creadora, la representa. Es la expresión del artista que copia el comportamiento humano y la doble: bondad y maldad, y también el egoísmo y la ironía, la falta de solidaridad y hasta la mediocridad de la persona cuando desconoce a conciencia la existencia de los derechos de los demás o los engañan a través del discurso demagógico.
La caricaturización es la manera como el artífice ve el acontecer y al actor, en lo benigno o extravagante, lo traduce y lo lleva a imagen con poca letra o sin ella para interpretación del lector. El caricaturista sintetiza el contenido del artículo periodístico que podría escribir un columnista de opinión. Es analista de lo social al poner a la luz del día la realidad de las relaciones humanas entre el poderoso y el débil. Es la caricatura la que todos los días al abrir el periódico nos hace reír buenamente o reaccionar frente a la insolencia. La caricatura expresa, según Grosso: “lo que la gente quiere decir y no puede”, o como dice Matador: “En un país de matones yo elegí matar de la risa”. (“matones” es mucho más: los que matan el pensamiento y sepultan al ser humano).
La caricatura, en pocas palabras, está llena de suspicacias con los paradigmas del buen o mal comportamiento humano. Un buen analista tiene mucho que explorar sobre su contenido. Entre los caricaturistas colombianos que están en boga se pueden mencionar, por los seudónimos, a Osuna, Grosso, Chócolo, Matador, Bacteria, Papeto, Jota, Betobarreto, Jarape, Vladdo, Mico, Mheo, Lago, sin olvidar, aquel grande que tuvimos Chapete (q.e.p.d). Si alguno se escapa, pido excusa. Sé que hay en nuestras regiones caricaturistas, que por su genio, engalanan las páginas de los diarios locales y entretienen graciosamente a los leyentes.
Como ejemplo, hay tres recientes de “Matador. Una, cuyo nombre: Padre que da Consejo……Comunal. El Presidente Uribe carga al pequeño Andrés Arias y dice: a ver, papito, defiéndase pues. Otra, referida a la bancarización. Aparece el pobre cuentahabiente, lee el extracto del banco y aterrado raciocina: abrí mi cuenta bancaria con $20.000, menos $7.000 de cuota de manejo, menos $6.500 por uso del cajero, menos $3.000 por consulta de saldo, menos $12.000 de la tarjeta débito, ahora le debo al banco $8.500. Una más, titulada: 8 millones en la “inmunda”. Aparece un pobre indigente y dice: por supuesto que este gobierno sí bajó la pobreza, piensa, y luego se responde él mismo: la bajó a indigencia.
Estas tres caricaturas son un pedacito de la fotografía del país. En la primera, el Presidente Uribe da cabida al candidato conservador Andrés Arias para que se defienda de las acusaciones de corrupción por el manejo de agro ingreso seguro, cuando los contradictores no la tienen. En la segunda, se observa la contrariedad que hay en el proceso de bancarización, el usuario tiene que pagar demasiado caro para que le manejen la plata. La última, denota la gran confusión de la estadística oficial, resta la pobreza para adicionar la indigencia. Me sumo a los que ven primero las caricaturas de los diarios que todo lo demás, porque me recrean como ninguna otra información.
POSDATA: Apunta el tratadista de Italia, Tertuliano: “Jesucristo abrió los ojos a los pueblos para que conociesen la verdad.” Eso mismo hace el caricaturista.