Eficiencia en el lenguaje académico es calidad educativa, que es lo que debe exigírsele a la universidad pública. La cobertura, a pesar de ser importante, no es lo fundamental. La Ministra de Educación de Colombia Cecilia María Vélez, en sus intervenciones periódicas, insiste mucho en esta segunda finalidad, dando más importancia a los pies que a la cabeza. Olvida que es el progreso lo que persigue el sistema educativo en la geografía universal. La cobertura es un propósito que depende de la permanencia y deserción escolar y de la oferta, mientras que la calidad está sujeta a otros aspectos, como los planes académicos articulados con las necesidades sociales, la investigación al servicio comunitario y empresarial, la capacidad directiva, la formación permanente de profesores y la infraestructura de apoyo técnico, que exige más presupuesto sostenible.
Tristemente habíamos contemplado la fuerte resistencia a la entrega de recursos a las universidades oficiales, como pensamiento sistemático del ministerio del ramo, pero la situación fue superada al asignárseles $120.000 millones adicionales en el presupuesto nacional del 2010. Sin embargo, algunos sectores consideran precaria la suma para el orden financiero sostenible. Para algo sirvió la protesta estudiantil que observamos en estos últimos días, fortalecida mediante los datos que entregó la Contraloría General de la República (CGR), que indican que el flujo de recursos durante los últimos nueve años no ha tenido cambios bruscos. Las transferencias nacionales a las universidades oficiales cayeron $600.000 millones entre los años 2000 y el 2009 (a precios de 2009), comprobándose que los periodos 2008 y 2009 han sido los peores para estos entes.
Los datos de la CGR, indican que en el periodo 2000-2008 las universidades públicas han creado más cupos que las particulares. La investigación ha sido una tarea que ha crecido un 11% y el número de profesores con título de doctorado se incrementó un 48% entre 2003 y 2007 en estos centros educativos. Lo que confirma que la dinámica académica ha prosperado y ha superado a la tendencia utilitarista de los órganos de educación superior privados con menos éxito. En buena hora los nuevos recursos desajustan el cinturón que habían impuesto algunos magos del sector educativo nacional y que han venido demostrando cierta apatía por la educación pública.
La universidad no se construyó para producir bienes y servicios como una máquina o una oficina de outsourcing, como la imagina la ministra del sector, porque este objeto no concuerda con su finalidad. Si bien los extremistas del neoliberalismo piensan de esa manera y tienden a la privatización, habrá que hacer igualmente una oposición extrema para defender la educación oficial. La educación es un patrimonio y un derecho humano y cultural para el progreso, cuyas asignaturas básicas deberían ser la historia y cultura de la Nación, el respeto a lo público y amor al país, al pensamiento del otro, a la justicia, tolerancia, solidaridad y equidad, con el fin de lograr la superación de los errores de la sociedad y desarraigar entre los educandos el afán de poder.
En Colombia, la universidad pública tiene una función social y humana que deberá multiplicarse para ejemplo de las demás. Falta el líder. En tanto: ¡Habrá que luchar por el propósito!
Tristemente habíamos contemplado la fuerte resistencia a la entrega de recursos a las universidades oficiales, como pensamiento sistemático del ministerio del ramo, pero la situación fue superada al asignárseles $120.000 millones adicionales en el presupuesto nacional del 2010. Sin embargo, algunos sectores consideran precaria la suma para el orden financiero sostenible. Para algo sirvió la protesta estudiantil que observamos en estos últimos días, fortalecida mediante los datos que entregó la Contraloría General de la República (CGR), que indican que el flujo de recursos durante los últimos nueve años no ha tenido cambios bruscos. Las transferencias nacionales a las universidades oficiales cayeron $600.000 millones entre los años 2000 y el 2009 (a precios de 2009), comprobándose que los periodos 2008 y 2009 han sido los peores para estos entes.
Los datos de la CGR, indican que en el periodo 2000-2008 las universidades públicas han creado más cupos que las particulares. La investigación ha sido una tarea que ha crecido un 11% y el número de profesores con título de doctorado se incrementó un 48% entre 2003 y 2007 en estos centros educativos. Lo que confirma que la dinámica académica ha prosperado y ha superado a la tendencia utilitarista de los órganos de educación superior privados con menos éxito. En buena hora los nuevos recursos desajustan el cinturón que habían impuesto algunos magos del sector educativo nacional y que han venido demostrando cierta apatía por la educación pública.
La universidad no se construyó para producir bienes y servicios como una máquina o una oficina de outsourcing, como la imagina la ministra del sector, porque este objeto no concuerda con su finalidad. Si bien los extremistas del neoliberalismo piensan de esa manera y tienden a la privatización, habrá que hacer igualmente una oposición extrema para defender la educación oficial. La educación es un patrimonio y un derecho humano y cultural para el progreso, cuyas asignaturas básicas deberían ser la historia y cultura de la Nación, el respeto a lo público y amor al país, al pensamiento del otro, a la justicia, tolerancia, solidaridad y equidad, con el fin de lograr la superación de los errores de la sociedad y desarraigar entre los educandos el afán de poder.
En Colombia, la universidad pública tiene una función social y humana que deberá multiplicarse para ejemplo de las demás. Falta el líder. En tanto: ¡Habrá que luchar por el propósito!
POSDATA: El filósofo alemán Emmanuel Kant no está ausente: “El hombre es la única criatura a quien hay que educar.”