La periodista Claudia López fue sacada de El Tiempo a sombrerazos, destituida de manera abrupta por los directivos del diario. No hubo decencia ni estirpe para el despido, lo que demostró una vez más que se sobrepuso el compromiso del periódico con ciertos manejos mercantilistas de la transnacional Planeta, que es la dueña principal del medio. Los autores del desmán, son los mismos que critican al mandatario venezolano Hugo Chávez por sus torpezas y censuras a la prensa de su país. No se ve ninguna diferencia entre unos y otro. ¡Qué vergüenza para Colombia!
El hecho, no es un asunto exclusivamente personal de la periodista López, es algo relevante que también tiene que ver con el derecho de los lectores a conocer la realidad nacional, a través de la opinión emitida sobre el análisis basado en los sucesos verdaderos. Pues sobre eso versó el escrito (motivo de despido), cuando la autora se refirió a las repercusiones políticas de agro, ingreso seguro y al poco ruido del diario en el caso de los falsos positivos. Insólito es que el socio y Consejero de Contenido de El Tiempo Enrique Santos, sea el actual presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), organización dedicada a defender la libertad de expresión y prensa y protegerlas donde quiera que se impugnen y resguardar sus intereses en las Américas. Por eso es preciso recabar que no hay lugar a la presencia de Santos en la SIP, porque se demerita la finalidad de la sociedad, a no ser que la decisión del diario se haya tomado “a sus espaldas” (?). Si así hubiere sido, él tendría que aclararlo.
Es igualmente preocupante que la transnacional Planeta venga a imponer la censura a los periodistas colombianos, cuando antes, por lo menos, no se había visto una intervención tan directa y extraterritorial sobre el ejercicio periodístico. De esa manera la dignidad nacional ha quedado por el suelo. Se espera la luz que esclarezca esa actuación. El director del diario El Espectador en esa circunstancia señaló: que el espacio de los columnistas es de ellos y con su firma responden por lo que dicen. Es posible, que otros regentes de rotativos del país estén de acuerdo con esta opinión como estamos los que escribimos columnas habitualmente y lo hacemos creyendo en la importancia que tiene el análisis para que el lector entienda mejor los hechos de la vida cotidiana.
Hoy, es Clara López, mañana caerá otro y pasado mañana otro y otro, hasta reducir la opinión a cero y darle paso al imperio del “Príncipe”, conduciendo a la Nación al peor mal: la dictadura. Que es la que pone bozal a la palabra, acalla y anula el pensamiento libre. Sería una infamia y hasta deslealtad profesional que los periodistas nacionales se queden por fuera de la protesta ante el escobazo. Bien es cierto que algunos tienen el cerebro cerca del estómago. Pero bien mal estaría en el futuro ese escéptico de hoy, cuando mañana le llegue la guillotina inquisidora.
Es función del periodismo reforzar las libertades democráticas, mediante el control de todas las instituciones poderosas de la sociedad, dentro del respeto y la ley, y con el concurso y apoyo de los ciudadanos.
El hecho, no es un asunto exclusivamente personal de la periodista López, es algo relevante que también tiene que ver con el derecho de los lectores a conocer la realidad nacional, a través de la opinión emitida sobre el análisis basado en los sucesos verdaderos. Pues sobre eso versó el escrito (motivo de despido), cuando la autora se refirió a las repercusiones políticas de agro, ingreso seguro y al poco ruido del diario en el caso de los falsos positivos. Insólito es que el socio y Consejero de Contenido de El Tiempo Enrique Santos, sea el actual presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), organización dedicada a defender la libertad de expresión y prensa y protegerlas donde quiera que se impugnen y resguardar sus intereses en las Américas. Por eso es preciso recabar que no hay lugar a la presencia de Santos en la SIP, porque se demerita la finalidad de la sociedad, a no ser que la decisión del diario se haya tomado “a sus espaldas” (?). Si así hubiere sido, él tendría que aclararlo.
Es igualmente preocupante que la transnacional Planeta venga a imponer la censura a los periodistas colombianos, cuando antes, por lo menos, no se había visto una intervención tan directa y extraterritorial sobre el ejercicio periodístico. De esa manera la dignidad nacional ha quedado por el suelo. Se espera la luz que esclarezca esa actuación. El director del diario El Espectador en esa circunstancia señaló: que el espacio de los columnistas es de ellos y con su firma responden por lo que dicen. Es posible, que otros regentes de rotativos del país estén de acuerdo con esta opinión como estamos los que escribimos columnas habitualmente y lo hacemos creyendo en la importancia que tiene el análisis para que el lector entienda mejor los hechos de la vida cotidiana.
Hoy, es Clara López, mañana caerá otro y pasado mañana otro y otro, hasta reducir la opinión a cero y darle paso al imperio del “Príncipe”, conduciendo a la Nación al peor mal: la dictadura. Que es la que pone bozal a la palabra, acalla y anula el pensamiento libre. Sería una infamia y hasta deslealtad profesional que los periodistas nacionales se queden por fuera de la protesta ante el escobazo. Bien es cierto que algunos tienen el cerebro cerca del estómago. Pero bien mal estaría en el futuro ese escéptico de hoy, cuando mañana le llegue la guillotina inquisidora.
Es función del periodismo reforzar las libertades democráticas, mediante el control de todas las instituciones poderosas de la sociedad, dentro del respeto y la ley, y con el concurso y apoyo de los ciudadanos.
POSDATA: Innegable la postura de los periodistas norteamericanos Bill Kovach y Tom Rosenstiel: “Sólo una prensa libre de censores gubernamentales podía contar con la verdad.”