El domingo 14 de marzo todo el pueblo del litoral Caribe de Colombia irá a las urnas para consignar la papeleta que impulsa la creación de la Región. No obstante que coincide con la elección de los nuevos congresistas, el evento recobra para la región Caribe una importancia superior a la del simple hecho de votar por unas personas, que en ciertos casos, poco servirán a los propósitos regionales. Ya veremos ese día a los cazadores de incautos que quieren confundir a la gente. Ojalá el fervor sea la característica del evento, los abstencionistas hagan una excepción y se imponga el desprecio para los que quieran aprovecharse de la ocasión. Hay que conseguir una copiosa votación a fin de que se pueda viabilizar la ley que ahora se promueve con entusiasmo.
Hay que participar con el voto desde el principio para que la nueva organización en vez de quedar en manos de ciertos políticos que podrían establecer un monipodio, sea la ciudadanía la que mantenga un espacio de discusión que la oriente. La consulta es pedagógica y cívica, aconsejable, ya que crea el ambiente propicio para que el Congreso tramite el proyecto de ley de ordenamiento territorial (LOT) que desde 1991 está en el cuarto de San alejo, al igual que otros mandatos de la Constitución, que por no beneficiar directamente a los congresistas, no han tenido opción de trámite. Triste es que eso pase, pero cierto, y vergonzante cuando se demuestra la falta de laboriosidad de la mayoría parlamentaria que apabulla sin efecto.
A pesar de que la Constitución Política de 1991 ordenó la expedición de una LOT que fijara la distribución de competencias entre la Nación y las entidades territoriales, el Congreso Nacional ha incumplido esa obligación, ocasionando un grave daño a la modernización de la administración territorial, dada la necesidad de ejercer las competencias a cargo de los departamentos, distritos y municipios conforme a los principios de coordinación, concurrencia y subsidiaridad, principios enarbolados constitucionalmente, pero pisoteados frecuentemente en lo material. La prospectiva nos obliga a pensar en un proyecto impermeable a la politiquería, difícil, pero esperanzados en una posibilidad, podría funcionar moralmente.
La Región es un anhelo que floreció hace muchos años cuando se expidió la Ley 76 de 1985, la cual creó la región de planificación de la Costa Atlántica. Se le asignaron funciones referentes a la planificación del desarrollo económico y social y a la búsqueda de la integración de los departamentos de Atlántico, Bolívar, Cesar, Córdoba, Guajira, Magdalena, Sucre, y San Andrés y Providencia (este último en ese momento era Intendencia Especial). La misma norma puso a la cabeza un Consejo Regional de Planificación, que inicialmente cumplió una función destacada, promoviendo la cultura de la planeación que la se extendió a todo el territorio caribeño.
El ente, conocido como CORPES, inicialmente fue modelo de la labor planificadora que estaba en boga. Omnipresente en esa tarea, lamentablemente, cayó en manos de la politiquería y finalmente de proyecto promisorio que fue, pasó a truncarse por efecto de la pésima administración que tuvo en sus últimos años de vigencia. Sencillamente, el organismo fue víctima de la chambonada que procrea siempre la política ejercida con mala intención. Que es la que ha empobrecido a las instituciones y ha enriquecido a unos pocos que negocian con las actividades públicas. Hecha realidad la Región, el mal ejemplo citado sirve para prevenir el asalto improviso.
POSDATA: Fundado en el pensamiento del novelista español José Selgas: “Nunca es tarde para una esperanza.”
Hay que participar con el voto desde el principio para que la nueva organización en vez de quedar en manos de ciertos políticos que podrían establecer un monipodio, sea la ciudadanía la que mantenga un espacio de discusión que la oriente. La consulta es pedagógica y cívica, aconsejable, ya que crea el ambiente propicio para que el Congreso tramite el proyecto de ley de ordenamiento territorial (LOT) que desde 1991 está en el cuarto de San alejo, al igual que otros mandatos de la Constitución, que por no beneficiar directamente a los congresistas, no han tenido opción de trámite. Triste es que eso pase, pero cierto, y vergonzante cuando se demuestra la falta de laboriosidad de la mayoría parlamentaria que apabulla sin efecto.
A pesar de que la Constitución Política de 1991 ordenó la expedición de una LOT que fijara la distribución de competencias entre la Nación y las entidades territoriales, el Congreso Nacional ha incumplido esa obligación, ocasionando un grave daño a la modernización de la administración territorial, dada la necesidad de ejercer las competencias a cargo de los departamentos, distritos y municipios conforme a los principios de coordinación, concurrencia y subsidiaridad, principios enarbolados constitucionalmente, pero pisoteados frecuentemente en lo material. La prospectiva nos obliga a pensar en un proyecto impermeable a la politiquería, difícil, pero esperanzados en una posibilidad, podría funcionar moralmente.
La Región es un anhelo que floreció hace muchos años cuando se expidió la Ley 76 de 1985, la cual creó la región de planificación de la Costa Atlántica. Se le asignaron funciones referentes a la planificación del desarrollo económico y social y a la búsqueda de la integración de los departamentos de Atlántico, Bolívar, Cesar, Córdoba, Guajira, Magdalena, Sucre, y San Andrés y Providencia (este último en ese momento era Intendencia Especial). La misma norma puso a la cabeza un Consejo Regional de Planificación, que inicialmente cumplió una función destacada, promoviendo la cultura de la planeación que la se extendió a todo el territorio caribeño.
El ente, conocido como CORPES, inicialmente fue modelo de la labor planificadora que estaba en boga. Omnipresente en esa tarea, lamentablemente, cayó en manos de la politiquería y finalmente de proyecto promisorio que fue, pasó a truncarse por efecto de la pésima administración que tuvo en sus últimos años de vigencia. Sencillamente, el organismo fue víctima de la chambonada que procrea siempre la política ejercida con mala intención. Que es la que ha empobrecido a las instituciones y ha enriquecido a unos pocos que negocian con las actividades públicas. Hecha realidad la Región, el mal ejemplo citado sirve para prevenir el asalto improviso.
POSDATA: Fundado en el pensamiento del novelista español José Selgas: “Nunca es tarde para una esperanza.”