¡Si no gustan los candidatos que hay, vote en blanco, es mejor que ser abstencionista! Muchos candidatos al Congreso de Colombia que se presentarán el próximo domingo 14 son escoria. Del Caribe, los departamentos del Atlántico, Cesar, Córdoba, Magdalena y Sucre arden por la corrupción y la penetración mafiosa en materia electoral. Cuarenta candidatos fijos en el país están sucios, en su orden, pertenecen a los partidos “U”, Conservador, Alas, Cambio Radical y Liberal. A lo que se agregan otros que superan el centenar, indeseados por la gente de bien por tener nexos oscuros. No vote por parientes de corruptos ni delfines. Hay que ponerse del lado de la decencia. Los pocos hombres y mujeres de buenas costumbres que saldrían elegidos van a constituir la minoría, como facción minoritaria serían aplastados por la mayoría marrullera y bullanguera que se impondría en las sesiones del nuevo Congreso.
Seguirá el concubinato entre el ejecutivo y el legislativo (como resultado del reparto del botín presupuestal), fusión que es maligna para el proceso de moralidad de la República y el mejoramiento de las relaciones democráticas. En el país, hay una mayoría de personas que no concurre a las urnas, son los abstencionistas tradicionales. Pero también existe una fracción de electores deseosos de votar, pero no les llama la atención ninguna lista de las inscritas para Senado y Cámara de Representantes. Entre uno y otro bando, hay diferencia. El primer grupo con su postura alérgica favorece a los políticos tradicionales, que lo único que les interesa es que vote la clientela. El segundo, tiene una opción: Votar en Blanco, lo que sí tiene consecuencia jurídica.
El voto en blanco tiene valor constitucional, está consagrado en el artículo 258 de la Carta Política, y sin embargo no se le ha dado importancia como alternativa de expresión. La argucia y la trapisonda siempre presente en los procesos electorales impiden que la gente conozca la importancia capital de este instrumento. Las propias autoridades electorales han incumplido el deber de promoverlo de manera pedagógica desde la escuela, con el objeto de explicar su naturaleza y la validez como expresión ciudadana. A la gran mayoría de los políticos les interesa más el oscurantismo en esta materia que la claridad acerca del voto en blanco.
El abstencionista sí cumple con el deber ciudadano de votar como lo ha expresado la Corte Constitucional al declarar exequible el artículo 1° de la Ley 403 de 1997, hasta allí nada más. Este ciudadano actúa regularmente porque no está motivado para intervenir en política. Es una manera de rechazar las elecciones. En este sentido, apenas participa. Pero, el que vota en blanco, se pone en una situación distinta. Esta persona, además de contribuir, aporta a construir una expresión que tiene efectos políticos. El asunto es sencillo, cuando los votos en blanco constituyen mayoría absoluta en relación con los votos válidos, deberá repetirse por una sola vez la votación para elegir miembros de una corporación pública. Tratándose de elecciones de corporaciones públicas no se podrían presentar a las nuevas elecciones las listas que no hayan alcanzado el umbral.
Así es que mediante el voto en blanco se puede excluir de la contienda electoral a los indignos aspirantes. En la medida que las respectivas listas sean rechazadas es posible descartar a muchas, y si es el caso, a todas las que comprendan candidatos impúdicos. Lo cual es posible, en la medida que la gente lo quiera. ¡Es un firme propósito cívico!
POSDATA: Con sabiduría el poeta italiano PublioVirgilio, exclamó: “Ni ignorancia ni descuido respecto de lo futuro.”