El candidato a la presidencia de la república de Colombia Antanas Mockus representa la anticorrupción. Igualmente, la ética, como conducta a seguir en el manejo de lo público. Mockus ha dado muestras de ser un hombre íntegro y honrado, su compostura como Alcalde de Bogotá fue intachable en sentido humano, lo cual corrobora la presencia de futuro en la Casa de Nariño. Además del programa, que defiende el postulado a presidente, tiene mucho valor la compostura que él ha tenido en la vida ciudadana, que es lo que le otorga el mérito para desempeñar el puesto: decencia, honorabilidad y un trascurrir limpio en el actuar político, parte de su formación individual. Eso mismo proyectó en la escogencia del vicepresidente.
Mockus representa el “país nacional”. La característica de obstinación del candidato es tan buena que lo que promete se cumplirá, por encima de los intereses políticos de los grupos de presión, formados por los directorios políticos contrarios que no están dados a desistir del objetivo propio del accionar egoísta, porque siempre sobreponen los intereses particulares a los colectivos de la sociedad, aunque se sacrifique el deseo de cambio de las mayorías. Tiene Mockus el carácter de gobernante, lo que fue demostrado cuando no cedió a los intereses de los concejales de Bogotá para someter la voluntad de su gestión al desafío de la oposición. Más que triunfalismo exagerado por los resultados de las encuestas, reina el fervor y el entusiasmo entre los colombianos por la candidatura de Mockus a la presidencia.
La gente está contra la corrupción y las mafias, que se han consolidado en los últimos tiempos en verdaderos grupos de crimen organizado, a fin de robarse el dinero público, mediante la contratación y el desfalco descarado a través de la sobrefacturación de los servicios y bienes vendidos al Estado. Hay que acabar con la corrupción administrativa y política para que la plata de los impuestos alcance y se pueda aumentar el nivel de gasto público en educación, salud, vivienda, alimentación y desarrollo social en beneficio de la población colombiana. Este objetivo está muy claro en la mente operativa de Mockus.
Mockus al escoger su vicepresidente, tuvo en cuenta las cualidades y calidades de la persona humana, fue por eso que seleccionó a Sergio Fajardo, rechazando la improvisación y evitando el error en que otros candidatos incurrieron. Así armó el dúo, apartándose del desvarío en que cayó más de un presidenciable. Otros decidieron lavar imagen, exaltar sentimentalismos y uno tuvo en cuenta solo el fracaso y la negligencia al señalar la candidata a la vicepresidencia.
El programa mockusiano comprende quince puntos. Hay dos que son excepcionales y de ejecutarse salvarían a la sociedad colombiana de la “hecatombe”. Son: 1. El gobierno ejemplar, desempeñándose con legalidad, justicia y transparencia en la política y el ejercicio de lo público, y 2. La seguridad y justicia al servicio ciudadano para conseguir legalidad democrática. Éstos arrastran a los trece restantes que promete ejecutar, puesto que de aquí parte lo esencial: Estado Social de Derecho, Economía del Bienestar, Ejercicio Democrático, Seguridad Nacional y Convivencia Ciudadana. Se vislumbra, un deseo unánime de quienes respaldan la candidatura de Mockus: Ganar la Presidencia de la República en la primera vuelta. En la segunda, si llegara a darse, se une el “país político”, enemigo del cambio, pero sigue la posibilidad de ganar.
POSDATA: “Con sus espaldas te hará Dios sombra. Con sus alas te cubrirá.”, es el mensaje providencial del escritor sagrado español Fray Cristóbal de Fonseca.