FERVIENTEMENTE SE VOTARÁ EL DOMINIGO

El fenómeno político en Colombia, según algunos, es Mockus. Precisamente es, porque su candidatura no salió de las toldas de la clientela de los partidos tradicionales o de los anales de los financiadores del trampolín legendario de la política. Mockus es distinto, el discurso es sereno y sin demagogia, otros son veintejulieros y promeseros integrantes de la fauna humana de las monótonas campañas partidistas. Para neutralizar la gran aceptación que ha tenido dentro de los electores, le han cobrado todo y a otros candidatos perdonado más de la cuenta. Aún así, es difícil detener la ola verde. A muchos, acostumbrados a vivir fuera de la ley o a implantar la propia suya, no les gusta la propuesta de la legalidad democrática, especialmente a los que emigraron hacia el otro lado donde se reparte la piñata y se ofrece el banquete burocrático.

Antanas Mockus ha sido elegido por voto popular dos veces a la Alcaldía de Bogotá, con amplio triunfo, igualmente candidato vicepresidencial, en cambio, Juan Manuel Santos no ha sido elegido, sino nombrado en muchos cargos oficiales. Encumbrado, por el recomendante diario El Tiempo. Mockus, tiene mérito, es la persona que podría garantizar un futuro a los hijos de Colombia, sin discriminación y respetándoles el derecho a la vida, lo más importante. Lo bueno de Mockus es que llegará a la Presidencia de la República con la imagen limpia, que además, podría integrar una mayoría congresal a partir del próximo 7 de agosto, distinta a la montonera que ha reinado en los últimos años. Es Mockus, el que podrá asegurar el funcionamiento del Congreso a fin de que ejerza su función de manera digna e independiente del Ejecutivo, trabajando armónicamente con las otras ramas del poder público.

Las ofertas programáticas de ciertos competidores son numerosas, por eso no caben en la cabeza del veterano ciudadano, que sabe que son las mismas copiadas de las campañas anteriores. En esta contienda ha faltado sinceridad, cualidad que parece no estar en la cabeza del político común. No es la guerrilla, el narcotráfico y los criminales asociados al viejo paramilitarismo el gran problema nacional, el país tiene otros de mayor tamaño que se encubren y alimentan a la subversión. La violación persistente de la ley y la falta de justicia, son uno de esos monstruos que el sector oficial oculta, especialmente, en esta época preelectoral que todo vale.

Las encuestas no han dejado ver la realidad de la intención del voto. Es el nuestro, el país en que con este mecanismo se inclina la balanza, de esta manera, el método en vez de certidumbre ha creado desconfianza. Tres mil personas regadas en cien ciudades no son suficientes para construir el trabajo estadístico sensato (treinta individuos por cada una). Es una estadística diseñada tramposamente, que apenas cabe en la cabeza de los malandrines del sistema que impulsan al tótem representado. La disparada de opinión del candidato Santos del partido de la “U”, fue el fruto de este procedimiento con la intención de torcer el debate. Como resultado de la embestida lo pusieron en primera fila para desdeñar el propósito de cambio de los demás postulados y desorientar a un sector de la opinión ciudadana. ¡Finalidad que se presume frustrada!

Después de los tantos tiros al aire y las estadísticas torcidas, existe entre los organizadores de la campaña de Antanas Mockus, los jóvenes y los mayores que lo están acompañando la satisfacción del deber cumplido, haber adelantado una campaña decorosa, sin recua de buses y manoseados sándwiches para atraer a la gente con miras a meterle la trampa.

POSDATA: ¡Hay que seguir y aprovechar ahora que somos tantos, pues sólo unidos se construye una nueva nación! ¡Abran las ventanas para que entre Antanas y el sol! (Mil Santos y Nica Tea).

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