En estos días previos a la elección presidencial no se oye otra cosa distinta a las habladurías de la política. El tema agita el espíritu y la pasión de las personas por el debate que se lleva a cabo, clarifica el camino para decidir por cual candidato se va votar el próximo domingo 30 de mayo en cumplimiento del deber ciudadano de participación. Todos los candidatos han expuestos sus programas en los medios de comunicación, con excepción de tres de ellos que han sido excluidos de los grandes debates televisivos por la propia prensa sin justificación alguna. Pero las propuestas, son una ilusión y carecen de validez, si provienen de los mismos personajes que están acostumbrados a mentir al electorado. El acierto es escoger al que tenga las mejores cualidades, limpieza y decencia.
De ciertos candidatos, salta la duda de que no van a cumplir con el programa porque sus antecedentes causan desconfianza. Son personajes que ocultan la verdadera personalidad, se convierten en promeseros disfrazados de ovejitas. Hasta pelaron el cobre en la actual campaña política con la guerra sucia puesta a funcionar mediáticamente. Colombia, necesita un presidente que no tenga la cabeza podrida. Un buen gobierno tiene que ampliar su radio de acción, además de perseguir con fuerza a la guerrilla y a los criminales que se han tomado el territorio nacional, que haga valer la legalidad como espiral central de paz y convivencia. Por la falta de cumplimiento de la constitución y de las leyes, principalmente, por parte de los gobernantes y sus agentes que siguen su mal ejemplo, se engendran los mayores problemas de la Nación.
Los dineros públicos son sagrados, el que los toque la lleva, en sentido de sanción social, ha repetido Antanas Mockus. Un buen gobierno tiene que avanzar a pasos gigantes en el campo social y en el combate a la corrupción pública. La corrupción sustrae seis billones de pesos anuales de los presupuestos nacional, departamentales, distritales y municipales, con los cuales se podría sacar de la pobreza y de la miseria a millares de colombianos. Es mejor gobernar con el girasol en la mano, símbolo de pulcritud administrativa, que con un ramillete de pícaros y vándalos que continuarían asaltando al tesoro público. Es que la legalidad democrática de Mockus, excluye a los pillos que consolidan sus fuerzas de poder y se presentan como decentes patriotas, cuando se sabe que representan las fuerzas oscuras del país.
Colombia, necesita consolidar una política de manejo pulcro de los dineros públicos, a través de un proceso educativo, destinado a cambiar la mentalidad de robárselos. Los ciudadanos son parte de esta propuesta, que deberá ejecutarse en los próximos cuatro años que duraría la administración de Mockus. Es preciso el momento del rescate de la moralidad para no caer en lo peor, como necesaria transformación de la Nación, cuando se ha llegado al punto final de la hecatombe (anunciada por la oficialidad).
Antanas Mockus, encarna la esperanza, el cambio, la conservación de la vida, porque los “falsos positivos” al igual que la violencia y el despotismo son el símbolo de la degradación del ser humano. El derecho al empleo en condición digna. La educación, como perfeccionamiento del hombre y de la mujer, desde la niñez hasta la muerte. El acceso a la salud y a la vivienda, indispensables, para la conservación y la felicidad de la especie. El funcionamiento sostenible de las relaciones laborales y empresariales y su articulación con la tecnología y la información. Es apenas el comienzo de la nueva época.
POSDATA: Buen consejo el del físico griego Arquímedes: “Una mirada hacia atrás vale más que una mirada hacia delante.”
De ciertos candidatos, salta la duda de que no van a cumplir con el programa porque sus antecedentes causan desconfianza. Son personajes que ocultan la verdadera personalidad, se convierten en promeseros disfrazados de ovejitas. Hasta pelaron el cobre en la actual campaña política con la guerra sucia puesta a funcionar mediáticamente. Colombia, necesita un presidente que no tenga la cabeza podrida. Un buen gobierno tiene que ampliar su radio de acción, además de perseguir con fuerza a la guerrilla y a los criminales que se han tomado el territorio nacional, que haga valer la legalidad como espiral central de paz y convivencia. Por la falta de cumplimiento de la constitución y de las leyes, principalmente, por parte de los gobernantes y sus agentes que siguen su mal ejemplo, se engendran los mayores problemas de la Nación.
Los dineros públicos son sagrados, el que los toque la lleva, en sentido de sanción social, ha repetido Antanas Mockus. Un buen gobierno tiene que avanzar a pasos gigantes en el campo social y en el combate a la corrupción pública. La corrupción sustrae seis billones de pesos anuales de los presupuestos nacional, departamentales, distritales y municipales, con los cuales se podría sacar de la pobreza y de la miseria a millares de colombianos. Es mejor gobernar con el girasol en la mano, símbolo de pulcritud administrativa, que con un ramillete de pícaros y vándalos que continuarían asaltando al tesoro público. Es que la legalidad democrática de Mockus, excluye a los pillos que consolidan sus fuerzas de poder y se presentan como decentes patriotas, cuando se sabe que representan las fuerzas oscuras del país.
Colombia, necesita consolidar una política de manejo pulcro de los dineros públicos, a través de un proceso educativo, destinado a cambiar la mentalidad de robárselos. Los ciudadanos son parte de esta propuesta, que deberá ejecutarse en los próximos cuatro años que duraría la administración de Mockus. Es preciso el momento del rescate de la moralidad para no caer en lo peor, como necesaria transformación de la Nación, cuando se ha llegado al punto final de la hecatombe (anunciada por la oficialidad).
Antanas Mockus, encarna la esperanza, el cambio, la conservación de la vida, porque los “falsos positivos” al igual que la violencia y el despotismo son el símbolo de la degradación del ser humano. El derecho al empleo en condición digna. La educación, como perfeccionamiento del hombre y de la mujer, desde la niñez hasta la muerte. El acceso a la salud y a la vivienda, indispensables, para la conservación y la felicidad de la especie. El funcionamiento sostenible de las relaciones laborales y empresariales y su articulación con la tecnología y la información. Es apenas el comienzo de la nueva época.
POSDATA: Buen consejo el del físico griego Arquímedes: “Una mirada hacia atrás vale más que una mirada hacia delante.”