En Colombia ganó Santos en primera vuelta y triunfó incluso Mockus. Los Verdes perdieron una batalla pero no la guerra y un ejército jamás abandona a su comandante. El país sale fortalecido, orgulloso del debate por la presidencia de la república, a pesar del fantasma de la desconfianza circulada profusamente por el rival. La primera vuelta es un parcial como dijeron los jóvenes y hay que ir al final. Sigue la consigna Verde de honestidad en la política, de gobierno honrado y con las puertas abiertas a los colombianos para ganar con dignidad. Lo que pasará el próximo domingo 20 de junio no es un sueño, es un reto para el movimiento mockusiano que tiene que acometerlo, enfrentando al continuismo a fin de edificar un nuevo orden.
En la primera etapa de la campaña por la presidencia de la república, ganaron el miedo que se le transmitió al elector, la villanía, la maquinaria oficial al servicio del candidato de la “U”, y el dinero derrochado grotescamente. El caudillismo y el clientelismo rampante hicieron mella y arrasaron con la práctica inteligente democrática. El candidato presidencial Juan Manuel Santos, reconoció en su discurso nocturno del 30 de mayo, que el triunfo se lo debía, entre otros, al enigmático J.J. Rendón, personaje despreciado por la opinión pública colombiana y a sus personales picardías empleadas durante el proceso político como se lo manifestó al periodista Darío Arismendi.
La unidad a la que llamó Juan Manuel Santos es una cuestión de mecánica electoral consabida con el ingrediente burocrático que engrasa el parlamentarismo ansioso de poder. Es un frente nacional para repartir la fronda presupuestal y aniquilar definitivamente a la oposición. Ni siquiera pasaron veinticuatro horas cuando la fila ya era larga para no quedarse por fuera del sorteo, es una manera de resarcirse los que padecieron la sequía del largo verano. Siempre ha sido sucia la manera de hacer la política en Colombia, mala costumbre que combatió Jorge Eliécer Gaitán y luego Luis Carlos Galán. En este momento ambos están tristes en el cielo, viendo cómo los han traicionado y Galán aún más pesaroso cuando el tiro llega de la propia casa ancestral.
Las cuentas son claras. El universo es grande para el partido Verde, queda un sector de quince millones de abstencionistas que habría que mover a las urnas y además, más de cuatro millones de personas de otros partidos que no votaron por Santos. Si bien las adhesiones parlamentarias pueden fortalecer a Santos, se abre el camino para que Mockus conquiste a una masa de diecinueve millones de electores que podrían llegar parcialmente a las urnas. Está abierto el camino para que el Polo Democrático acompañe a los Verdes, sin temor a la campaña sucia del ahijado del Palacio Presidencial. Sin duda, Gustavo Petro ayudaría a terminar de construir el proyecto de equidad social, de respetar la vida, de cumplir la ley, de recuperar las tierras en poder de las mafias, de enfrentar el terrorismo, de abrir las puertas internacionales y de luchar contra la corrupción.
Mockus, aprendió que en política nunca se puede ser perfecto, durante el pasado debate fue demasiado cándido y excesivamente sincero, cualidad que los políticos criollos esconden y procuran fingir ante la audiencia. Por eso los honestos son susceptibles de pecar en política. En esta nueva empresa que emprende Antanas Mockus, habrá que romper la indiferencia, penetrar en el corazón de los liberales consuetudinarios del cambio social incluidos los de Rafael Pardo, de los conservadores enemigos del transfuguismo comprendidos los de Noemí Sanín y en los de Germán Vargas Lleras que hoy es preso del acosamiento oficial. Ese es el trofeo que tienen que conquistar definitivamente los Verdes.
POSDATA: Sin olvidar al filósofo español Séneca: “Vencer sin peligro es triunfar sin gloria.”
En la primera etapa de la campaña por la presidencia de la república, ganaron el miedo que se le transmitió al elector, la villanía, la maquinaria oficial al servicio del candidato de la “U”, y el dinero derrochado grotescamente. El caudillismo y el clientelismo rampante hicieron mella y arrasaron con la práctica inteligente democrática. El candidato presidencial Juan Manuel Santos, reconoció en su discurso nocturno del 30 de mayo, que el triunfo se lo debía, entre otros, al enigmático J.J. Rendón, personaje despreciado por la opinión pública colombiana y a sus personales picardías empleadas durante el proceso político como se lo manifestó al periodista Darío Arismendi.
La unidad a la que llamó Juan Manuel Santos es una cuestión de mecánica electoral consabida con el ingrediente burocrático que engrasa el parlamentarismo ansioso de poder. Es un frente nacional para repartir la fronda presupuestal y aniquilar definitivamente a la oposición. Ni siquiera pasaron veinticuatro horas cuando la fila ya era larga para no quedarse por fuera del sorteo, es una manera de resarcirse los que padecieron la sequía del largo verano. Siempre ha sido sucia la manera de hacer la política en Colombia, mala costumbre que combatió Jorge Eliécer Gaitán y luego Luis Carlos Galán. En este momento ambos están tristes en el cielo, viendo cómo los han traicionado y Galán aún más pesaroso cuando el tiro llega de la propia casa ancestral.
Las cuentas son claras. El universo es grande para el partido Verde, queda un sector de quince millones de abstencionistas que habría que mover a las urnas y además, más de cuatro millones de personas de otros partidos que no votaron por Santos. Si bien las adhesiones parlamentarias pueden fortalecer a Santos, se abre el camino para que Mockus conquiste a una masa de diecinueve millones de electores que podrían llegar parcialmente a las urnas. Está abierto el camino para que el Polo Democrático acompañe a los Verdes, sin temor a la campaña sucia del ahijado del Palacio Presidencial. Sin duda, Gustavo Petro ayudaría a terminar de construir el proyecto de equidad social, de respetar la vida, de cumplir la ley, de recuperar las tierras en poder de las mafias, de enfrentar el terrorismo, de abrir las puertas internacionales y de luchar contra la corrupción.
Mockus, aprendió que en política nunca se puede ser perfecto, durante el pasado debate fue demasiado cándido y excesivamente sincero, cualidad que los políticos criollos esconden y procuran fingir ante la audiencia. Por eso los honestos son susceptibles de pecar en política. En esta nueva empresa que emprende Antanas Mockus, habrá que romper la indiferencia, penetrar en el corazón de los liberales consuetudinarios del cambio social incluidos los de Rafael Pardo, de los conservadores enemigos del transfuguismo comprendidos los de Noemí Sanín y en los de Germán Vargas Lleras que hoy es preso del acosamiento oficial. Ese es el trofeo que tienen que conquistar definitivamente los Verdes.
POSDATA: Sin olvidar al filósofo español Séneca: “Vencer sin peligro es triunfar sin gloria.”