FINAL DE LA CONTIENDA

Algunos columnistas de periódicos vienen promoviendo el triunfalismo después de haberse escogido al nuevo presidente de los colombianos, cuando el elegido Juan Manuel Santos ha dicho que en su gobierno caben todos, a lo que no habría lugar a la discriminación como lo están haciendo. Durante las campañas políticas se exalta el ánimo entre los partidarios de una y otra corriente, entonces es de esperarse que una vez las aguas tomen el curso normal y se defina el triunfo, vuelva la tranquilidad. Ya no hay lugar a continuar con la refriega que estuvo presente durante el proceso electoral, lo que se debe desear es que el que venció gobierne bien.

Ganó la democracia, la coalición de los partidos y grupitos y también el partido Verde al lograr conformarse como el más grande de los contrarios. Y aparte de unión y oposición, el partido Verde, que está en otra tónica, se convirtió en la nueva fuerza independiente y deliberativa, enviando un mensaje de conciliación y respeto por las decisiones que tome el estamento público, sin renunciar al control político, justo e independiente; y sin pedir favores, esculcará los defectos y virtudes de las acciones oficiales con la mayor objetividad a partir del próximo 7 de agosto. La posición adoptada por las directivas de los Verdes es distinta a la tradicional, no quiere que el partido se convierta en un obstáculo para la gestión pública a la que únicamente le pedirá cuentas en desarrollo de la publicidad de las acciones del Estado.

El Verde, es una opción futurista de gobierno, que responde a un nuevo pensamiento sobre la administración de los asuntos públicos, otra manera de ver la función estatal evitando la captura del Estado por la corrupción asociada al pago de coimas o al intercambio de favores muy arraigada en las distintas esferas oficiales. A pesar de la alianza partidista que rodeó al candidato Santos, se supone que una vez en el trono no se convierta en un esclavo de los legisladores que lo acompañaron en la elección. Se espera que tenga un estilo distinto, sin tender la mano al encendido político que pide y pide a cambio del voto espurio, ni se prestará para que otros esquilmen el tesoro público en beneficio propio o de tercero.

Sin anticiparse a los errores que puedan sobrevenir, es justo que el presidente Santos gobierne limpiamente para no defraudar a sus electores como tampoco al resto de los colombianos. La manera de administrar el Estado tiene que ser superior, pues tiene el camino despejado para andar más rápido hacia la consecución del progreso distributivo en que el beneficio social se focalice en la atención de las personas más vulnerables de la sociedad y se higienice la administración pública. En algunos asuntos Colombia navega por el siglo XIX cuando los terratenientes se hacían ricos, los pequeños agricultores cada día eran más pobres y se hundían en la pobreza, y en nuestro caso, desplazados por la violencia convertidos en miserables. ¡Esta situación es de urgencia superar!

El gobierno que se instala próximamente tendría que pensar en el establecimiento de programas que acaben con este escenario de desolación y que arruina a la persona humana. El crecimiento económico de los próximos años estaría entre 5% y 6% según cálculo del presidente electo, es un excedente de riqueza que sería aprovechable en la medida que actúe la mano del Estado.

POSDATA: Razón tenía el historiador italiano Guillermo Ferrero: “En las democracias la oposición es un órgano de la soberanía popular tan vital como el gobierno.”

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