Córdoba es candela como cualquier otro lugar de Colombia, pero la situación es supremamente grave, puesto que el crimen no para porque el número de víctimas aumenta entorpeciendo el escaso clima de tranquilidad regional. La policía es insuficiente y la impunidad se acrecienta ante la parsimoniosa justicia, el que aquí muere por causa violenta muerto se queda. Apenas la familia llora a sus fallecidos hasta agotársele la glándula lagrimal, sin otro alivio ciudadano que cuidarse del enemigo armado que está a la vuelta de la esquina para actuar en el menor descuido.
Parece ser que el consuelo es que también Bogotá es insegura, lo mismo que Medellín, Cali, Barranquilla o Cartagena, donde a diario la criminalidad pulula por calles y carreras iluminadas o apagadas. Sabemos que en esas ciudades al igual que en otras y aquí, los crímenes son muchos, ya que lo que se conoce es exiguamente mínimo respecto a la verdadera violencia callejera urbana.
Los casos de violaciones aterran al ciudadano por la manera tan inhumana como se dan, la situación en que se suceden y la gran cantidad. El lapso de tiempo entre el 1° y el 8 de septiembre escenifica el diario vivir violento del departamento de Córdoba. En el municipio de Buenavista, el miércoles 1° de septiembre del año en curso se reportan dos heridos por sicarios y en Valencia, ese mismo día, fue encontrado un cuerpo sin vida en una vía de la jurisdicción municipal. El jueves 2 de septiembre se informa que en Montería hay tres personas desaparecidas; en San Pelayo, resulta una herida como consecuencia de un atentado; en Ciénaga de Oro corregimiento de Berástegui, hieren a dos; y en Lorica, es atracado un celador para robarle 22 millones de pesos.
Sigue la racha. El sábado 4 de septiembre en San Pelayo corregimiento Bonga Mella, asesinan a una persona; en Buenavista reportan sepultar a otro acribillado en el municipio de Montelíbano corregimiento Tierradentro; en Montería, muere una persona en un ataque sicarial en el barrio El Poblado; y en Ayapel reportan que el jueves anterior fueron masacrados cuatro personas en una finca de la zona rural. El domingo 5 de septiembre en Montería, en un atentado criminal cae un ciudadano en el barrio El Poblado; en Montelíbano se producen cuatro homicidios; en La Apartada, asesinan a una pareja; en San Bernardo del Viento, matan a otra en la zona rural; en Moñitos, muere de manos criminales un mototaxista; y San Antero es herida una persona con arma de fuego.
Comienza la semana y la violencia arrecia. El lunes 6 del mismo mes en Sahagún, dos personas mueren en atentado ejecutado por sicarios y en Valencia asesinan a una. El martes 7 del mes en curso en Ayapel en la vereda El Grillo, matan a dos miembros de una misma familia y en Montería, se informa de un hombre que está en medicina legal asesinado el sábado anterior en el corregimiento Las Cruces. El miércoles 8 de septiembre en Lorica, se registran dos asesinatos, uno en el corregimiento San Nicolás de Bari y otro en la vereda San Carlos; en Moñitos corregimiento Broqueles, ejecutan a tiros a una mujer; y en Lorica, identifican el cadáver de una persona asesinada en la vereda Villa Clara del corregimiento San Sebastián. Ese es el escenario en que vivimos.
Parece ser que el consuelo es que también Bogotá es insegura, lo mismo que Medellín, Cali, Barranquilla o Cartagena, donde a diario la criminalidad pulula por calles y carreras iluminadas o apagadas. Sabemos que en esas ciudades al igual que en otras y aquí, los crímenes son muchos, ya que lo que se conoce es exiguamente mínimo respecto a la verdadera violencia callejera urbana.
Los casos de violaciones aterran al ciudadano por la manera tan inhumana como se dan, la situación en que se suceden y la gran cantidad. El lapso de tiempo entre el 1° y el 8 de septiembre escenifica el diario vivir violento del departamento de Córdoba. En el municipio de Buenavista, el miércoles 1° de septiembre del año en curso se reportan dos heridos por sicarios y en Valencia, ese mismo día, fue encontrado un cuerpo sin vida en una vía de la jurisdicción municipal. El jueves 2 de septiembre se informa que en Montería hay tres personas desaparecidas; en San Pelayo, resulta una herida como consecuencia de un atentado; en Ciénaga de Oro corregimiento de Berástegui, hieren a dos; y en Lorica, es atracado un celador para robarle 22 millones de pesos.
Sigue la racha. El sábado 4 de septiembre en San Pelayo corregimiento Bonga Mella, asesinan a una persona; en Buenavista reportan sepultar a otro acribillado en el municipio de Montelíbano corregimiento Tierradentro; en Montería, muere una persona en un ataque sicarial en el barrio El Poblado; y en Ayapel reportan que el jueves anterior fueron masacrados cuatro personas en una finca de la zona rural. El domingo 5 de septiembre en Montería, en un atentado criminal cae un ciudadano en el barrio El Poblado; en Montelíbano se producen cuatro homicidios; en La Apartada, asesinan a una pareja; en San Bernardo del Viento, matan a otra en la zona rural; en Moñitos, muere de manos criminales un mototaxista; y San Antero es herida una persona con arma de fuego.
Comienza la semana y la violencia arrecia. El lunes 6 del mismo mes en Sahagún, dos personas mueren en atentado ejecutado por sicarios y en Valencia asesinan a una. El martes 7 del mes en curso en Ayapel en la vereda El Grillo, matan a dos miembros de una misma familia y en Montería, se informa de un hombre que está en medicina legal asesinado el sábado anterior en el corregimiento Las Cruces. El miércoles 8 de septiembre en Lorica, se registran dos asesinatos, uno en el corregimiento San Nicolás de Bari y otro en la vereda San Carlos; en Moñitos corregimiento Broqueles, ejecutan a tiros a una mujer; y en Lorica, identifican el cadáver de una persona asesinada en la vereda Villa Clara del corregimiento San Sebastián. Ese es el escenario en que vivimos.
POSDATA: Al examen ciudadano el pensamiento del filósofo romano Marco Tulio Cicerón: “Nada más opuesto a la justicia que la violencia.”