Llegó a mis manos el libro Bicentenario, Hechos y Personajes, cuyos autores son los cordobeses Félix Manzur Jattín y Luis Mendoza de la Espriella. Es una memoria llena de recuentos históricos de la vida y de personajes de Colombia, personajes convertidos en héroes, que sobresalen porque contribuyeron significativamente a la formación de las ideas encaminadas a lograr la independencia nacional. Es un repaso de los acontecimientos que antecedieron a la creación de la república, una visión de la formación constitucional y con optimismo, los autores muestran el camino a continuar para conseguir el progreso material y humano del litoral Caribe de Colombia.
No fueron ajenos los creadores del libro en mención, hacer un inventario de figuras, que de una manera u otra, han sobresalido en la cultura, la educación, la política, el periodismo y en la sociedad del Caribe colombiano. Como tampoco dejaron por fuera la geopolítica del espacio en la dimensión de su división territorial. El lector exhaustivo puede pedir mucho más, pero se considera que para actualizar la memoria regional el contenido por ahora es suficiente. Habrá una oportunidad para que otros nos hagan el favor más adelante y penetren en otras partes del corazón social que pudieran quedar sin esculcar, pues difícilmente no siempre se puede complacer a todos.
Como los autores lo señalan en la introducción del libro, la enseñanza de la historia patria se borró de los programas de estudio. Y sin temor a equivocaciones podemos decir que fue reemplazada por otras materias que no están formando verdaderos ciudadanos sociales. Como sucedió con la historia, sucedió con la enseñanza religiosa y con la urbanidad del profesor Carreño, ya ni los mayores ni los niños ocupan la preferencia del pasado, ahora la legislación quiere enseñar de nuevo lo que los técnicos del Ministerio de Educación Nacional despiadadamente mataron, y sepultaron cuando echaron a la calle a los viejos arquitectos de la enseñanza que fueron reemplazados por las mentes protagonistas de los excluyentes programas educativos de hoy.
La Historia Patria de Enrique Álvarez Bonilla, la Historia de Colombia de José Joaquín Borda y el Compendio de la Historia de Colombia de Jesús María Henao y Gerardo Arrubla, entre otros textos, fueron estrellas de la enseñanza, estúpidamente se destruyeron por los míticos constructores de los programas educativos, y como consecuencia de ese crimen pedagógico, los profesores de la asignatura desaparecieron paulatinamente. El Ministerio de Educación Nacional se lleva la autoría de semejante desparpajo, como consecuencia de que cayó en las manos de profesionales del mercantilismo y de políticos sin formación humanística.
Álvarez Bonilla, empieza su obra definiendo la historia como la relación de acontecimientos importantes y verdaderos, con el objeto de tomar del pasado probabilidades para el porvenir en el desarrollo de la actividad espontánea del hombre. Borda, la inicia con un recuento sobre Cristóbal Colón hablándole en 1486 al fraile franciscano Prior Fray Juan Pérez en el convento La Rábida cerca de Palos de Moguer. Henao y Arrubla, en un Advertencia, dicen que entregan el compendio a los niños estudiosos de Colombia, en la esperanza de que le sea útil, y continúan afirmando: la historia es la maestra de la vida, porque tiene grandes enseñanzas, múltiples ejemplos y modelos que imitar. Ahora cuando se habla de la saturación del indicador de cobertura en la educación y estamos en la ola de la calidad educativa, hay una esperanza, aunque la cabeza del ministerio respectivo no promete que el deseo sea una futura realidad.
POSDATA: “Todos los hombres de la Historia que han hecho algo en el futuro, tenían los ojos fijos en el pasado.”, es pensamiento irrebatible del tratadista inglés Gilbert K. Chesterton.
No fueron ajenos los creadores del libro en mención, hacer un inventario de figuras, que de una manera u otra, han sobresalido en la cultura, la educación, la política, el periodismo y en la sociedad del Caribe colombiano. Como tampoco dejaron por fuera la geopolítica del espacio en la dimensión de su división territorial. El lector exhaustivo puede pedir mucho más, pero se considera que para actualizar la memoria regional el contenido por ahora es suficiente. Habrá una oportunidad para que otros nos hagan el favor más adelante y penetren en otras partes del corazón social que pudieran quedar sin esculcar, pues difícilmente no siempre se puede complacer a todos.
Como los autores lo señalan en la introducción del libro, la enseñanza de la historia patria se borró de los programas de estudio. Y sin temor a equivocaciones podemos decir que fue reemplazada por otras materias que no están formando verdaderos ciudadanos sociales. Como sucedió con la historia, sucedió con la enseñanza religiosa y con la urbanidad del profesor Carreño, ya ni los mayores ni los niños ocupan la preferencia del pasado, ahora la legislación quiere enseñar de nuevo lo que los técnicos del Ministerio de Educación Nacional despiadadamente mataron, y sepultaron cuando echaron a la calle a los viejos arquitectos de la enseñanza que fueron reemplazados por las mentes protagonistas de los excluyentes programas educativos de hoy.
La Historia Patria de Enrique Álvarez Bonilla, la Historia de Colombia de José Joaquín Borda y el Compendio de la Historia de Colombia de Jesús María Henao y Gerardo Arrubla, entre otros textos, fueron estrellas de la enseñanza, estúpidamente se destruyeron por los míticos constructores de los programas educativos, y como consecuencia de ese crimen pedagógico, los profesores de la asignatura desaparecieron paulatinamente. El Ministerio de Educación Nacional se lleva la autoría de semejante desparpajo, como consecuencia de que cayó en las manos de profesionales del mercantilismo y de políticos sin formación humanística.
Álvarez Bonilla, empieza su obra definiendo la historia como la relación de acontecimientos importantes y verdaderos, con el objeto de tomar del pasado probabilidades para el porvenir en el desarrollo de la actividad espontánea del hombre. Borda, la inicia con un recuento sobre Cristóbal Colón hablándole en 1486 al fraile franciscano Prior Fray Juan Pérez en el convento La Rábida cerca de Palos de Moguer. Henao y Arrubla, en un Advertencia, dicen que entregan el compendio a los niños estudiosos de Colombia, en la esperanza de que le sea útil, y continúan afirmando: la historia es la maestra de la vida, porque tiene grandes enseñanzas, múltiples ejemplos y modelos que imitar. Ahora cuando se habla de la saturación del indicador de cobertura en la educación y estamos en la ola de la calidad educativa, hay una esperanza, aunque la cabeza del ministerio respectivo no promete que el deseo sea una futura realidad.
POSDATA: “Todos los hombres de la Historia que han hecho algo en el futuro, tenían los ojos fijos en el pasado.”, es pensamiento irrebatible del tratadista inglés Gilbert K. Chesterton.