Edgar Vergara Figueredo
Han transcurrido casi tres años de las actuales administraciones territoriales, algunos gobernadores y alcaldes han trabajado tesoneramente, otros poco o nada. La labor materializada se puede observar por el resultado que es calificado en alguna medida por las propias comunidades. Muchos de los departamentos y municipios no presentan grandes progresos, especialmente en las pequeñas localidades el atraso continúa o los problemas se ahondan, sin sentirse el mejoramiento de la calidad de vida a causa de que no haberse dado progreso en el campo de los servicios públicos esenciales, pues siguen en la misma situación de hace tres años. Y así el tiempo pasa en balde, a pesar de estar informada la comunidad del caudal de recursos que llega a las arcas de los territorios.
Los ciudadanos no encuentran nada sustancial en las trilladas convocatorias de rendición de cuentas, donde el púlpito sirve para que el conferenciante erguido dicte su discurso frente a una multitud de desprevenidos espectadores, apenas atenta la plañidera clientela genuflexa que escucha y aplaude seguidamente al compás de la verborrea. Lástima que a esta sarta de mentiras no se le haya puesto orden por parte de los órganos de control superior, o se le haya enseñado al oyente que exija certidumbre a los autores que presentan los balances anuales, corrijan y sean advertidos del efecto que podría tener el engaño público. La rendición de cuenta nadie la explora, regularmente, el ciudadano del común no entiende de cifras ni de presupuesto como tampoco es apto para calificar los costos de una obra cuando es sobrestimada por el gobernante.
La próxima semana los alcaldes presentarán a los Concejos Municipales los proyectos de presupuestos anuales de rentas y de gastos para la vigencia fiscal comprendida entre el 1° de enero y el 31 de diciembre de 2011. Desde luego, se supone que los concejos deberán estar atentos a darle el trámite respectivo, mediante un estudio acucioso y consecuente con los programas y proyectos previstos en el plan de desarrollo respectivo. Es patente que ciertos concejales cumplen cabalmente con el compromiso de entregarse a la ilustración del proyecto presupuestal, pero es irrefutable el hecho de que son contados los que lo hacen. En muchos casos, el presupuesto no se analiza ni se esculca con la minucia que exige la labor de aprobación en aras del aprovechamiento de los recursos públicos y de la atención que demandan las necesidades apremiantes de la comunidad.
El elector que ha puesto en manos de los concejales el compromiso de comprobar de manera detallada las cuentas de ingresos, gastos e inversiones, a veces resulta decepcionado ante el descuido con que se trabaja en las sesiones de comisiones y plenarias para expedir el presupuesto anual. Cuando es fundamental que los concejales durante el estudio se cercioren de lo que ha pasado en la administración, para lo cual es necesario que se informen de la ejecución del presupuesto de ingresos y de gastos del año en curso, como también exijan al alcalde la presentación del avance de los proyectos de inversión y el estado de las finanzas públicas en general, resalta el comportamiento apático. Esta información es un soporte necesario para realizar el examen que exige la ley, el cual, cuando es correcto conduce a la formación de un juicio serio sobre el proyecto de presupuesto municipal a aprobar con redundancia a futuro.
Queda pues la esperanza en este momento de que sean las personas las que independiente y valerosamente se atrevan a juzgar la labor de los alcaldes y de los gobernadores en ausencia de las organizaciones civiles, ya que estas organizaciones han venido desapareciendo en la medida que el fusil criminal y la exclusión política las ha sacado de la opinión y liquidado lentamente.
POSDATA: El consejo del filósofo francés Pascal: “En un alma grande, todo es grande.”
