Hay quienes comparan la suerte de Barack Obama a la de otro presidente estadounidense, Franklin D. Roosevelt. Ambos fueron elegidos durante profundas crisis económicas – el primero, tres años antes del “Martes Negro” de 1929, el segundo, apenas unas semanas del colapso de Lehman Brothers en septiembre de 2008. Obama recibió a un país que a duras penas había reaccionado gracias a los recortes tributarios de la administración Bush, y en el que el 1% más rico de la población acaparaba casi un cuarto del ingreso nacional, la más alta tajada jamás apropiada por este sector, precisamente, desde 1929.
Durante los últimos meses de Bush, los salarios de las familias promedio se deterioraron bastante, y justamente el mismo mes que Obama lanzó su candidatura la tasa de desempleo había caído en un 5%. Sin embargo, el impacto del deterioro económico estadounidense se evidenció tras las elecciones: desde ese momento, la tasa de desocupación inició su ascenso desde un alarmante 7.7% hasta el escandaloso 9.6% reportado el pasado mes de septiembre, que jugó un papel central en las últimas elecciones. En efecto, si Estados Unidos durante el periodo de Roosevelt atravesó por una “Gran Depresión”, la era de Obama, que podría ser muy breve, aún no se levanta de la “Gran Recesión”, que pudo haber sido peor que la crisis del 29.
Las pasadas elecciones dejaron claro el deterioro del actual presidente y de su partido: en 2006, aunque los republicanos con Bush perdieron 30 escaños en la Cámara de Representantes, nadie se imaginó que los demócratas con Obama terminarían perdiendo más del doble frente a las últimas elecciones. Fue una derrota histórica. Todo esto a pesar de la drástica caída en la participación popular en los comicios, 45 millones menos que en las elecciones de 2008. Las encuestas de las últimas semanas han arrojado adicionalmente datos sorprendentes: si las elecciones a la presidencia fueran hoy, John McCain sería ampliamente elegido presidente.
Uno de los grandes problemas de los demócratas ha sido su defensa: sus paquetes fiscales salvaron a Estados Unidos de haber hundido al mundo en una nueva “Gran Depresión”, vencieron en una lucha de décadas por reformar el sistema de salud (cuyos beneficios solo se verán a partir del 2014), y asimismo aumentaron el gasto público para estimular la economía (por lo que se les acusa de socialistas). Y de hecho, parece ser que su derrota se debió a que el pueblo tiene poca información de la realidad. Una encuesta de Bloomberg corroboró hace unas semanas esta percepción.
Durante los últimos meses de Bush, los salarios de las familias promedio se deterioraron bastante, y justamente el mismo mes que Obama lanzó su candidatura la tasa de desempleo había caído en un 5%. Sin embargo, el impacto del deterioro económico estadounidense se evidenció tras las elecciones: desde ese momento, la tasa de desocupación inició su ascenso desde un alarmante 7.7% hasta el escandaloso 9.6% reportado el pasado mes de septiembre, que jugó un papel central en las últimas elecciones. En efecto, si Estados Unidos durante el periodo de Roosevelt atravesó por una “Gran Depresión”, la era de Obama, que podría ser muy breve, aún no se levanta de la “Gran Recesión”, que pudo haber sido peor que la crisis del 29.
Las pasadas elecciones dejaron claro el deterioro del actual presidente y de su partido: en 2006, aunque los republicanos con Bush perdieron 30 escaños en la Cámara de Representantes, nadie se imaginó que los demócratas con Obama terminarían perdiendo más del doble frente a las últimas elecciones. Fue una derrota histórica. Todo esto a pesar de la drástica caída en la participación popular en los comicios, 45 millones menos que en las elecciones de 2008. Las encuestas de las últimas semanas han arrojado adicionalmente datos sorprendentes: si las elecciones a la presidencia fueran hoy, John McCain sería ampliamente elegido presidente.
Uno de los grandes problemas de los demócratas ha sido su defensa: sus paquetes fiscales salvaron a Estados Unidos de haber hundido al mundo en una nueva “Gran Depresión”, vencieron en una lucha de décadas por reformar el sistema de salud (cuyos beneficios solo se verán a partir del 2014), y asimismo aumentaron el gasto público para estimular la economía (por lo que se les acusa de socialistas). Y de hecho, parece ser que su derrota se debió a que el pueblo tiene poca información de la realidad. Una encuesta de Bloomberg corroboró hace unas semanas esta percepción.
Las próximas elecciones presidenciales serán en el 2012, y todo apunta a que Barack Obama no irá por la reelección. Desde hace unos días, el debate político está abierto en Estados Unidos, y muchos coinciden que, muy probablemente, en el 2012 o el 2016, Estados Unidos elegirá al primer presidente independiente en toda su historia. Y hay un hombre que suena más que los demás, Michael Bloomberg, millonario, independiente y actual alcalde de Nueva York. Si Obama decide enfrentarse a Sarah Palin en 2012, y Bloomberg entra también en la contienda, es posible que Obama pierda el Colegio Electoral y Sarah Barracuda (como es conocida) se convierta en Presidente. Desde ya, un 26% de electores apoyaría a Bloomberg en su carrera a la Casa Blanca. En malos tiempos, Bloomberg tiene una ventaja, gastaría de su propio bolsillo los 500 millones de dólares que cuesta una campaña presidencial en Estados Unidos.
POSDATA: Lo había expresado el ex presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt: “En la política nada ocurre por azar. Si algo ocurre, es seguro que se planificó así.”