Son tantos los males que padece la Nación que uno no sabe por dónde podrían empezarse a resolver por las autoridades, a fin de construir un país en paz en el que todos quepamos y la indiferencia entre los ciudadanos desaparezca de una vez por todas. Hay fe en que existen dirigentes comprometidos en esa empresa que son la mayoría, frente a la minoría de forajidos del sistema político colombiano que quiere que la república siga desordenada para continuar reinando y haciendo de las suyas aquí y allá con la libertad absoluta.
Sobre el desastre que ha dejado el invierno hay concretos proyectos de rehabilitación que podrían superar la calamidad siempre y cuando no se roben los dineros públicos asignados. El porte de armas por los criminales, que está dejando miles de víctimas regadas por todas las ciudades y rincones de la patria sin responsables o responsables sueltos por los jueces, es un problema más que afecta a la vida en sosiego. Son un millón ochocientos mil armas que portan los ciudadanos como legales y dos millones novecientos mil en condiciones de ilegalidad. Los intentos de desarme voluntario y de medidas temporales, como bien han servido, pueden ser ejemplo de que es necesaria la disposición legal de desarme general de la población.
Los verdaderos criminales y los criminales en potencia están andando por todos los lados, en los barrios de las ciudades hay mucha de esta plaga la cual ronda de día y de noche. En este ambiente de caos siempre resultan las víctimas más vulnerables que son los niños, muertos o parapléjicos o heridos de gravedad en el menor de los casos. Las cifras de accidentes a causa de balas perdidas son valoradas como un nuevo mal. Y eso que lo que se alcanza a conocer por el público no comprende toda la verdad del asunto como una realidad social demasiada perjudicial.
Las cifras oficiales nos dicen que en el año 2010 murieron veinticuatro jóvenes por mal manejo de armas y recientemente hubo niños muertos y heridos de gravedad por balas perdidas en Cartagena, Soacha, Cali, Medellín y Barranquilla. Aunque el problema se extendió a los adultos en Bogotá, Bucaramanga, Manizales, Armenia, Pereira, Montería y etcétera, porque son muchos los municipios afectados por el mismo motivo. En el 2009 se sucedieron 22,7 homicidios por cada cien mil habitantes y entre enero y octubre de 2010 el resultado subió a 23 por cada cien mil habitantes. De donde se deriva un problema crónico sin que el perrenque de nuestros congresistas se haya hecho sentir para promover una reglamentación sobre prohibición total del uso de armas por parte de particulares.
Apenas en este momento los ministros del interior y de justicia y el de defensa fueron notificados por el presidente Santos para que alisten un proyecto de ley destinado a la prohibición del porte ilegal de armas. Sea la oportunidad, en caso de presentarse, para que el congreso lo estudie y lo apruebe sin titubeos ni rodeos, pues así el país funcionaría saludablemente sin irresponsables malandros y arrogantes machos callejeros.
POSDATA: “El hombre es un lobo para el hombre.”, lo había sentenciado el dramaturgo romano Tito Maccio Plauto.
Sobre el desastre que ha dejado el invierno hay concretos proyectos de rehabilitación que podrían superar la calamidad siempre y cuando no se roben los dineros públicos asignados. El porte de armas por los criminales, que está dejando miles de víctimas regadas por todas las ciudades y rincones de la patria sin responsables o responsables sueltos por los jueces, es un problema más que afecta a la vida en sosiego. Son un millón ochocientos mil armas que portan los ciudadanos como legales y dos millones novecientos mil en condiciones de ilegalidad. Los intentos de desarme voluntario y de medidas temporales, como bien han servido, pueden ser ejemplo de que es necesaria la disposición legal de desarme general de la población.
Los verdaderos criminales y los criminales en potencia están andando por todos los lados, en los barrios de las ciudades hay mucha de esta plaga la cual ronda de día y de noche. En este ambiente de caos siempre resultan las víctimas más vulnerables que son los niños, muertos o parapléjicos o heridos de gravedad en el menor de los casos. Las cifras de accidentes a causa de balas perdidas son valoradas como un nuevo mal. Y eso que lo que se alcanza a conocer por el público no comprende toda la verdad del asunto como una realidad social demasiada perjudicial.
Las cifras oficiales nos dicen que en el año 2010 murieron veinticuatro jóvenes por mal manejo de armas y recientemente hubo niños muertos y heridos de gravedad por balas perdidas en Cartagena, Soacha, Cali, Medellín y Barranquilla. Aunque el problema se extendió a los adultos en Bogotá, Bucaramanga, Manizales, Armenia, Pereira, Montería y etcétera, porque son muchos los municipios afectados por el mismo motivo. En el 2009 se sucedieron 22,7 homicidios por cada cien mil habitantes y entre enero y octubre de 2010 el resultado subió a 23 por cada cien mil habitantes. De donde se deriva un problema crónico sin que el perrenque de nuestros congresistas se haya hecho sentir para promover una reglamentación sobre prohibición total del uso de armas por parte de particulares.
Apenas en este momento los ministros del interior y de justicia y el de defensa fueron notificados por el presidente Santos para que alisten un proyecto de ley destinado a la prohibición del porte ilegal de armas. Sea la oportunidad, en caso de presentarse, para que el congreso lo estudie y lo apruebe sin titubeos ni rodeos, pues así el país funcionaría saludablemente sin irresponsables malandros y arrogantes machos callejeros.
POSDATA: “El hombre es un lobo para el hombre.”, lo había sentenciado el dramaturgo romano Tito Maccio Plauto.