DE LA BIGORNIA AL MONIPODIO

Un escudero casi siempre termina sus columnas: ¡bienvenidos compañeros a la lucha! Y a los que no estén de acuerdo con su pensamiento petrificado los tilda de pertenecer a la bigornia. El aludido columnista de El Tiempo al exhortar a la lucha descarnada está incitando a crear un monipodio para que actúe en contra de la acción de la justicia y de los que estén en desacuerdo con su manera de pensar. Pero lo que no ha entendido el adarguero es que los que han robado la plata del Estado o con sus acciones han facilitado para que otros la hurten, necesitan escarmiento y mediante la intervención judicial, se les obligue a resarcir al Estado y vayan un tiempo a la cárcel.

El robo del dinero público no es un asunto de menudencia como lo cree el equipero del monipodio. Por esa menudencia mental es que estamos fregados y por ese mismo motivo es que la plata pública no alcanza para atender la satisfacción de las necesidades más apremiantes de los pobres de Colombia, de las víctimas de la violencia y ahora del invierno. Son autores de violencia los que con sus opiniones caústicas y recalcitrantes la fomentan, y a pesar de que no son los grandes señores limpios de pecado, sí son los penitentes que durante ocho años influenciaron en el gobierno.

Se olvidaron los miembros del monipodio que ellos cultivaron costumbres inhumanas para controlar a los rivales (por ejemplo, las chuzadas), y por este medio los llevaron al cadalso de la ignominia pública, y en alianza con la clase política corrupta y los desechos del narco paramilitarismo, gobernaron ciertas situaciones bochornosas. No es solo ratero el que roba celulares y gallinas o arranca aretes a las señoras en las calles, sino que es también el que tima al Estado directa o indirectamente. “El ex jefe de la propaganda”, como llama al personaje de marras Óscar Collazos, disfruta de su propia megalomanía exagerada, sin entender que con esa compostura debilita la supuesta fortaleza que él mismo trata de defender a través de sus habituales opiniones.

Hay una degradación de la libertad de prensa cuando una opinión pretende impedir el castigo al delincuente y promueve abiertamente campañas de desprestigio contra la justicia establecida constitucionalmente. Ayer delincuentes y hoy caballeros de bien, aunque son herederos de parientes transgresores y de cuna inmoral, aún así siguen en su cometido de limpiarse mediante los gajes del poder político. No es de esperarse menos, el reciclaje humano es la moda que ha hecho mella en nuestro país y por ese camino sigue blanqueándose el criminal.

Los miembros de las mafias suelen llamar a sus opositores revoltosos o comunistas y los estigmatizan con epítetos deshonrosos. Sin embargo, la gente que no es pendeja, considera que el desprestigio obstinado al opositor socava la aceptación social de los columnistas del monipodio. Y es probable que “lo ilícito” sea el singular del convenio presentado en sociedad, al fin y al cabo nada bueno se puede esperar de este nuevo sindicato, en el que sus asociados aprendieron en el hogar: todo negocio vale, aunque se violen las normas morales y la ley.

POSDATA: Apunta el filósofo griego Pitaco: ¿Queréis conocer a un hombre? Investidle de un gran poder.

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