La hecatombe empezó a empollarse desde mucho antes que el ex presidente Álvaro Uribe la hubiera invocado para poner en curso su nueva aspiración a la reelección presidencial. Ya en el año 2006, fecha en que se destapó el Pacto de Santa Fe de Ralito, firmado el 23 de julio de 2003, cuya finalidad era “refundar la patria”, el paramilitarismo, la parapolítica y el narcotráfico se habían aliado, apoderándose del poder político y de una parte del tesoro público colombiano.
Siguió, la Yidispolítica, la cual estalló en 2008, en que se conoció de la compra de votos para la aprobación de la reelección por el Congreso de la República. Después, vinieron los falsos positivos, actividad mediante la cual se llevaron a cabo muchos asesinatos de inocentes civiles por parte de agentes militares. A finales de este mismo año, aparecieron las Pirámides con DMG a la cabeza, las cuales dejaron en la calle a muchos ciudadanos incautos, que creyendo en los promeseros de ilusiones perdieron sus ahorros. Seguidamente, las chuzadas, a través de las cuales se estableció un régimen para espiar a los supuestamente enemigos del gobierno.
En octubre del año 2009, denunció la revista Cambio, las irregularidades en el programa Agro, Ingreso, Seguro del Ministerio de Agricultura, por la desviación de grandes cantidades de recursos públicos hacia el favorecimiento de destacados personajes vinculados con la política y afectos al gobierno. Poco después, salió a la luz pública el robo y despilfarro de las regalías en los departamentos y municipios del país. En pleno estreno del gobierno del Presidente Santos, se descubrieron otros hechos de corrupción, superando todas las presunciones ciudadanas que se hacían en los cócteles, reuniones sociales y políticas.
El trío de los Nules rompió el récord, desvió cifras enormes de anticipos de obras públicas en detrimento del patrimonio público. Simultáneamente, el destape de la Dirección Nacional de Estupefacientes (DNE), en que están involucrados trece congresistas y muchos particulares, cuyo eslabón es el “hombre del maletín”. Suman a esta putrefacción oficial y privada, el tráfico de influencias que hizo mella en las cárceles a cargo del Inpec y en la militar de Tolemaida, en que los presos gozaban de grandes prebendas, contrarias al régimen penitenciario. También en el Fondo Nacional para la Defensa de la Libertad Personal (Fondelibertad), quedó al descubierto la malversación de dineros oficiales.
La comparsa siguió. La nueva liquidación de pensiones a ex congresistas ordenada por el Consejo de Estado y últimamente, el secuestro a la salud por unos mal llamados empresarios, inescrupulosos, que sospechosamente se están enriqueciendo con los aportes de los colombianos. Toda esta cadena de ilícitos se ha desarrollado con la complicidad de muchos servidores públicos y particulares, que mancomunadamente, han construido extravagantes empresas delincuenciales.
POSDATA: Del tratadista español Antonio de Cáceres: “Tomad, Señor, vuestras causas; no las dejéis en poder de los necios.”
Siguió, la Yidispolítica, la cual estalló en 2008, en que se conoció de la compra de votos para la aprobación de la reelección por el Congreso de la República. Después, vinieron los falsos positivos, actividad mediante la cual se llevaron a cabo muchos asesinatos de inocentes civiles por parte de agentes militares. A finales de este mismo año, aparecieron las Pirámides con DMG a la cabeza, las cuales dejaron en la calle a muchos ciudadanos incautos, que creyendo en los promeseros de ilusiones perdieron sus ahorros. Seguidamente, las chuzadas, a través de las cuales se estableció un régimen para espiar a los supuestamente enemigos del gobierno.
En octubre del año 2009, denunció la revista Cambio, las irregularidades en el programa Agro, Ingreso, Seguro del Ministerio de Agricultura, por la desviación de grandes cantidades de recursos públicos hacia el favorecimiento de destacados personajes vinculados con la política y afectos al gobierno. Poco después, salió a la luz pública el robo y despilfarro de las regalías en los departamentos y municipios del país. En pleno estreno del gobierno del Presidente Santos, se descubrieron otros hechos de corrupción, superando todas las presunciones ciudadanas que se hacían en los cócteles, reuniones sociales y políticas.
El trío de los Nules rompió el récord, desvió cifras enormes de anticipos de obras públicas en detrimento del patrimonio público. Simultáneamente, el destape de la Dirección Nacional de Estupefacientes (DNE), en que están involucrados trece congresistas y muchos particulares, cuyo eslabón es el “hombre del maletín”. Suman a esta putrefacción oficial y privada, el tráfico de influencias que hizo mella en las cárceles a cargo del Inpec y en la militar de Tolemaida, en que los presos gozaban de grandes prebendas, contrarias al régimen penitenciario. También en el Fondo Nacional para la Defensa de la Libertad Personal (Fondelibertad), quedó al descubierto la malversación de dineros oficiales.
La comparsa siguió. La nueva liquidación de pensiones a ex congresistas ordenada por el Consejo de Estado y últimamente, el secuestro a la salud por unos mal llamados empresarios, inescrupulosos, que sospechosamente se están enriqueciendo con los aportes de los colombianos. Toda esta cadena de ilícitos se ha desarrollado con la complicidad de muchos servidores públicos y particulares, que mancomunadamente, han construido extravagantes empresas delincuenciales.
POSDATA: Del tratadista español Antonio de Cáceres: “Tomad, Señor, vuestras causas; no las dejéis en poder de los necios.”