Los candidatos a gobernador del departamento de Córdoba Víctor Raúl Oyola y a alcalde de la ciudad de Montería Carlos Eduardo Correa, rodeados de dos senadoras y tres representantes armaron la suya, una unión liberal-conservadora concebida para afianzarse en el poder local. Pues sí, a la falta de oposición ciudadana organizada o de otros grupos políticos, los que podrían seguir gobernando son los mismos ahora ungidos por la precariedad de participación que existe. Hoy, la gobernación se sustenta en el poder de la senadora Arleth Casado y la alcaldía en el de la también senadora Nora García, ambas orientan las decisiones políticas de las respectivas administraciones, que sustentadas en la repartición burocrática, hábilmente respaldan con baba la paz partidista.
Desde la otra esquina algunos piensan que el proyecto político (lanzado con bastante anticipación de las elecciones de octubre próximo) sorprende a los contrarios y por esa razón puede dar lugar a que ellos se arrimen a la Aplanadora, previniendo que no les va a quedar nada para satisfacer el voraz apetito sobre los platos favoritos que están en la mesa del quinteto. Si no lo hacen, es posible que apenas les quede la migaja de los raquíticos presupuestos de ciertos municipios saqueados y endeudados del departamento de Córdoba.
El análisis prevé que en este momento las condiciones políticas no son favorables a algunos socios de la Aplanadora como tampoco a los otros que se quedaron por fuera del convite. Si bien, en la empresa contraria hay más de un asociado en la picota pública, en ésta también, lo cual puede ser un obstáculo para alcanzar el propósito de quedarse con el premio mayor del tesoro público y al final todo desbaratarse. No se puede olvidar que en el pasado hubo excepciones, muchas alianzas políticas poderosas se quedaron con los crespos hechos sin poder sentarse a la mesa, precisamente porque el conteo en las urnas reversó los pronósticos y la quiromancia de los autores no produjo el efecto esperado.
En Córdoba como en muchas regiones de Colombia las posibilidades de construir una oposición seria y decente no son fáciles, cuando en verdad se necesita. Frente a la idea de organización surge la mano negra del poder político local o de sus mafias, aplastándola y anulando toda posibilidad de trabajo político comunitario. El voto analfabeto atado a los políticos tradicionales, en que hijos y parientes siguen heredando los vicios de sus superiores, no posibilita ninguna oportunidad de cambio. En un ambiente así es imposible que se pueda formar una sociedad justa en donde se surta la equitativa distribución de la renta pública.
A la Aplanadora le queda como último recurso emplear la zalamería para atraer a los que se quedaron por fuera ilusionándolos que se puede compartir el panal en el futuro. Habida cuenta de esto, todo seguirá tan igual como hoy. Otro escenario sería que los candidatos del consorcio y sus futuros genuflexos, una vez elegidos, no se amarren a los dueños de la política y la politiquería cordobesa, asunto que no es promisorio por lo que ya se ha visto. ¡Pueblo de Córdoba, despierta!
POSDATA: “Nada hay que sea beneficioso que no pueda ser también dañino”, lo había dicho el poeta italiano Publio Ovidio.
Desde la otra esquina algunos piensan que el proyecto político (lanzado con bastante anticipación de las elecciones de octubre próximo) sorprende a los contrarios y por esa razón puede dar lugar a que ellos se arrimen a la Aplanadora, previniendo que no les va a quedar nada para satisfacer el voraz apetito sobre los platos favoritos que están en la mesa del quinteto. Si no lo hacen, es posible que apenas les quede la migaja de los raquíticos presupuestos de ciertos municipios saqueados y endeudados del departamento de Córdoba.
El análisis prevé que en este momento las condiciones políticas no son favorables a algunos socios de la Aplanadora como tampoco a los otros que se quedaron por fuera del convite. Si bien, en la empresa contraria hay más de un asociado en la picota pública, en ésta también, lo cual puede ser un obstáculo para alcanzar el propósito de quedarse con el premio mayor del tesoro público y al final todo desbaratarse. No se puede olvidar que en el pasado hubo excepciones, muchas alianzas políticas poderosas se quedaron con los crespos hechos sin poder sentarse a la mesa, precisamente porque el conteo en las urnas reversó los pronósticos y la quiromancia de los autores no produjo el efecto esperado.
En Córdoba como en muchas regiones de Colombia las posibilidades de construir una oposición seria y decente no son fáciles, cuando en verdad se necesita. Frente a la idea de organización surge la mano negra del poder político local o de sus mafias, aplastándola y anulando toda posibilidad de trabajo político comunitario. El voto analfabeto atado a los políticos tradicionales, en que hijos y parientes siguen heredando los vicios de sus superiores, no posibilita ninguna oportunidad de cambio. En un ambiente así es imposible que se pueda formar una sociedad justa en donde se surta la equitativa distribución de la renta pública.
A la Aplanadora le queda como último recurso emplear la zalamería para atraer a los que se quedaron por fuera ilusionándolos que se puede compartir el panal en el futuro. Habida cuenta de esto, todo seguirá tan igual como hoy. Otro escenario sería que los candidatos del consorcio y sus futuros genuflexos, una vez elegidos, no se amarren a los dueños de la política y la politiquería cordobesa, asunto que no es promisorio por lo que ya se ha visto. ¡Pueblo de Córdoba, despierta!
POSDATA: “Nada hay que sea beneficioso que no pueda ser también dañino”, lo había dicho el poeta italiano Publio Ovidio.