Hace casi un año en la clausura de la Convención Bancaria en Cartagena, el Presidente de la República Juan Manuel Santos, dijo: Hay que ser imaginativos, hay que diseñar programas, hay que hacer publicidad creativa, hay que ver la forma de bajar los costos de tener una cuenta bancaria o los requisitos para entrar al sistema bancario, sin elevar demasiado el riesgo para las entidades. ¡Hagamos de este cuatrienio el cuatrienio de la bancarización y la profundización financiera! Luego agregó: Para poner a marchar la economía en un sendero inatajable de progreso con equidad social, ¡tenemos que pensar lo impensable!
Finalmente, advirtió: No puede ser posible que muchos colombianos todavía acudan a los usureros a pedir préstamos, y señaló que la existencia de “gota a gota” es un desafío para el Gobierno y el sector financiero. Hasta aquí lo que afirmó Santos. Así como ayer, los colombianos han presenciado que no hay un escenario público en que no se hable del sistema financiero y suene el estribillo de la bancarización, presentado como un cambio de pensamiento destinado a abrir las puertas de las agencias bancarias a todos los nacionales, sin embargo, contrariamente, vemos que cada día se cierra esa posibilidad cuando las tarifas de los servicios no se reducen como se viene pidiendo.
Parece que los banqueros no oyen, la advertencia del Presidente Santos se la llevó el viento, en virtud que sus palabras no tuvieron eco en el gremio de los cambistas. Se hicieron los de los oídos sordos. Después del cierre de esa asamblea en la Ciudad Heroica nada se volvió a hablar, el llamado de atención presidencial se quedó en los sitios en que se llevó a cabo la fastuosa clausura cartagenera. Por lo menos en el pasado el dueño de una cuenta de ahorro recibía una rentabilidad, ahora le restan, con la corriente sucede lo mismo, le chupan el bolsillo al cliente, y mediante la aplicación de los vergonzosos contratos redactados con letra menuda amarran al cuentahabiente desarmado.
Mientras el Presidente de la República pensó que la bancarización de los banqueros podría sustituir al sistema de préstamos de los agiotistas “gota a gota”, éstos, siguen empecinados en cerrar esa posibilidad al continuar con sus odiosas prácticas especulativas que alejan a medianos y pequeños empresarios como también a particulares. En la convención del 2011, los banqueros cambiaron el tema sin resolver el planteamiento presidencial. Bien es conocido que los intentos que se han hecho en el Congreso de la República se han visto frustrados, pues se ha impuesto el lobby de los banqueros a la buena intención de algunos congresistas de frenar el abuso.
Aunque las utilidades del sistema financiero siguen en ascenso, nada motiva a estos empresarios para cambiar el rumbo, y mientras eso sucede, la gente sigue prefiriendo guardar la plata debajo del colchón que acercarse a las ventanillas de los bancos. En el entretanto, el mandato constitucional previsto en el artículo 355 de la Carta Política sobre la intervención del gobierno y la promoción de la democratización del crédito, será una norma que estará bajo llave. ¿Habrá alguna posibilidad de que la acción pública tenga la capacidad efectiva para que se cumpla la dirección de la economía en esta materia a cargo del Estado?
POSDATA: “Lo mío por mí y para mí.”, escribió el dramaturgo italiano Terencio.
Finalmente, advirtió: No puede ser posible que muchos colombianos todavía acudan a los usureros a pedir préstamos, y señaló que la existencia de “gota a gota” es un desafío para el Gobierno y el sector financiero. Hasta aquí lo que afirmó Santos. Así como ayer, los colombianos han presenciado que no hay un escenario público en que no se hable del sistema financiero y suene el estribillo de la bancarización, presentado como un cambio de pensamiento destinado a abrir las puertas de las agencias bancarias a todos los nacionales, sin embargo, contrariamente, vemos que cada día se cierra esa posibilidad cuando las tarifas de los servicios no se reducen como se viene pidiendo.
Parece que los banqueros no oyen, la advertencia del Presidente Santos se la llevó el viento, en virtud que sus palabras no tuvieron eco en el gremio de los cambistas. Se hicieron los de los oídos sordos. Después del cierre de esa asamblea en la Ciudad Heroica nada se volvió a hablar, el llamado de atención presidencial se quedó en los sitios en que se llevó a cabo la fastuosa clausura cartagenera. Por lo menos en el pasado el dueño de una cuenta de ahorro recibía una rentabilidad, ahora le restan, con la corriente sucede lo mismo, le chupan el bolsillo al cliente, y mediante la aplicación de los vergonzosos contratos redactados con letra menuda amarran al cuentahabiente desarmado.
Mientras el Presidente de la República pensó que la bancarización de los banqueros podría sustituir al sistema de préstamos de los agiotistas “gota a gota”, éstos, siguen empecinados en cerrar esa posibilidad al continuar con sus odiosas prácticas especulativas que alejan a medianos y pequeños empresarios como también a particulares. En la convención del 2011, los banqueros cambiaron el tema sin resolver el planteamiento presidencial. Bien es conocido que los intentos que se han hecho en el Congreso de la República se han visto frustrados, pues se ha impuesto el lobby de los banqueros a la buena intención de algunos congresistas de frenar el abuso.
Aunque las utilidades del sistema financiero siguen en ascenso, nada motiva a estos empresarios para cambiar el rumbo, y mientras eso sucede, la gente sigue prefiriendo guardar la plata debajo del colchón que acercarse a las ventanillas de los bancos. En el entretanto, el mandato constitucional previsto en el artículo 355 de la Carta Política sobre la intervención del gobierno y la promoción de la democratización del crédito, será una norma que estará bajo llave. ¿Habrá alguna posibilidad de que la acción pública tenga la capacidad efectiva para que se cumpla la dirección de la economía en esta materia a cargo del Estado?
POSDATA: “Lo mío por mí y para mí.”, escribió el dramaturgo italiano Terencio.